Ven, la senda se pierde por el Cileno, encanto del risueño paisaje. Mira el antro y la fuente. Allí en dormir él goza, en aromado ambiente, a la sombra del pino donde su aliento es canto.
La oveja de ubre llena ata a ese tronco en tan Antes de un mes darale, con su cría inocente, a su sed, leche fresca, queso que lo alimente, y le hilaran las Ninfas su luna para un manto.
¡Oh Pan! Senos propicio; siempre apártanos daños, de los montes de Arcadia guardián de los rebaños. Te invoco..., me oye. El árbol tiembla y rumor exhala.
¡Partamos! El sol se hunde tras la radiante altura. Siempre a un altar de mármol el don del pobre iguala, si la ofrenda a los Dioses sube de un alma pura.