«¡Siempre! ¡toda la vida!...» Y esas palabras tontas -tontas me han parecido- Es preciso decírmelas; que suenen en mi oído, Cual cosa repetida.
¡Separarnos!... ¡Decirnos adiós! ¡Tú y yo alejados!... ¡Eso parece horrible! ¡Monstruoso! ¿No es verdad? Dilo pronto. ¿Podríamos existir separados? Yo quiero estar seguro de nuestra eternidad.
Mas sin embargo, cuando mi amigo con sincera Voz me dice: «Ella siempre será tu compañera Definitiva, ardiente; ¿Qué temes? Será siempre vuestro amor vivo y loco, Y fieles seréis ambos», mi corazón, un poco -¿Y para qué ocultarlo?- contrariado se siente.