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¡Oh mi Musa! ¡Oh mi novia!
¡Oh mi pálida amada!
Cuando el pesar mi corazón agobia,
Como aurora me alumbra tu mirada.

Del alma tú naciste,
Creada en un delirio;
Te di griego perfil, mirada triste,
Cabellos rubios y color de lirio.

Cuando tu pie se mueve
Y a mí llegas en calma,
Parece que vinieras de la nieve
Y demandaras el calor de un alma.

Indefinible encanto
Hay en tu rostro impreso.
Calla en mi alma del amor el canto,
Muere en mis labios el ardiente beso.

Siempre a mi voz respondes,
Y a mí estás tan unida
Que ni misterios en tu pecho escondes
Ni hay para tí secretos en mi vida.

Cuando a mi lado veo
Tu faz radiante y bella,
No me enciende la llama del deseo:
Mi amor es rayo de lejana estrella.

Llegas a mí sin ruido
En noches estrelladas,
Y tu mano en mis manos, al oído
Me refieres leyendas y baladas.

Y el paseo emprendemos
Al rayo de la luna;
Y cantando al compás de nuestros remos
Bogamos en la diáfana laguna.

En selvas rumorosas
Te oigo historias secretas:
Lo que sueñan las vírgenes hermosas,
Lo que sueñan los pálidos poetas.

A los silfos dormidos
Tú, trémula, apostrofas,
Y surgen de los cármenes floridos,
Cual mariposas blancas, las estrofas.

Y en castillos feudales,
De góticas arcadas,
Me narras los torneos medioevales
Y cuentos de princesas encantadas.

Mi Musa es Musa casta,
Musa con aureola:
Como su amor a mi ternura basta
Reina en mi pecho, inmaculada y sola.

¡Oh novia sin engaños!
¡Oh Musa soñadora!
Di siempre la canción de los veinte años
En el fondo del alma que te adora.
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