Sí, del anciano Galo es esa la morada, la que ves en la falda del Monte Cisalpino la casa entera se alza a la sombra de un pino; un tramo tiene, y toda de paja esta techada .
De un huésped gozar puede la compañía amada, tiene horno que le cuece más de un pan blanco y fino, verduras en su huerto, viña para su vino vino... ¿Es poco? No ha querido nunca Galo más nada.
En su bosque, en invierno, encuentra leña a mano, le dan tranquila sombra las ramas en verano, y el otoño alguna ave sazona su comida.
En tan corto horizonte satisfecha sü alma, allí donde ha nacido, morir espera en calma. Comprenderás que Galo sabe vivir la vida.