Suetonio en este campo, risueño y florecido, vivió. Vecina a Tíbar, su quinta sólo un muro conserva aún, en medio de las viñas, y oscuro y cubierto de pámpanos un arco derruido.
Aquí, lejos de Roma, de sus pompas y ruido, cada otoño, del cielo al último azul puro, a vendimiar venía su viñedo maduro. Monótona, tranquila, su vida aquí ha corrido.
Fueron en esta calma, de pastoril encanto, Nerón, Claudio y Calígula obsesión de su mente, y errando Mesalina bajo purpúreo manto;
y aquí, con férrea ***** que la pasión caldea, en la cera implacable arañando paciente, grabó los negros ocios del viejo de Caprea.