Con tal vehemencia el viento viene del mar, que sus sones elementales contagian el silencio de la noche. Solo en tu cama le escuchas insistente en los cristales tocar, llorando y llamando como perdido sin nadie. Mas no es él quien en desvelo te tiene, sino otra fuerza de que tu cuerpo es hoy cárcel, fue viento libre, y recuerda.