Hubo un día en que el día no engañaba, En que sus manos tristes no sostenían un cuervo Indiferente como los labios de la lluvia, Como el rojizo hastío.
Mas hoy es imposible Buscar la luz entre barcas nocturnas; Alguien cortó la piedra en flor, Sin que pudiera el mundo Incendiar la tristeza.
Sólo un lugar existe, cuyos días Nada saben de aquello, Aunque todo allí sea mortal, el miedo, hasta las plumas; Mas las olas abrazan A tanta luz aún viva.
A tanta luz desbordando en la arena, Desbordando en las nubes, desbordando en el tiempo, Que dormita sin voz entre las ramas, Olvidado fantasma con su collar de frío.