Voy contra mi interés al confesarlo; no obstante, amada mía, pienso, cual tú, que una oda sólo es buena de un billete del Banco al dorso escrita. No faltará algún necio que al oírlo se haga cruces y diga: -Mujer al fin del siglo diecinueve, material y prosaica... ¡Boberías!
Voces que hacen correr cuatro poetas que en invierno se embozan con la lira; ¡Ladridos de los perros a la luna! Tú sabes y yo sé que en esta vida con genio es muy contado el que la escribe, y con oro cualquiera hace poesía.