En los claros domingos de mi pueblo es costumbre que en la Plaza descubran las gentiles cabezas las mozas, y sus ojos reflejan dulcedumbre y la banda en el kiosko toca lánguidas piezas. Y al caer sobre el pueblo la noche ensoñadora, los amantes se miran con la mejor mirada y la orquesta en sus flautas y violín atesora mil sonidos románticos en la noche enfiestada. Los días de guardar en los pueblos provincianos regalan al viandante gratos amaneceres en que frescos los rostros, el Lavalle en las manos, camino de la iglesia van las mozas aprisa; que en los días festivos, entre aquellas mujeres no hay una cara hermosa que se quede sin misa.