Huérfano quedará mi corazón, alma del alma, si te vas de ahí, y para siempre lloraré por ti enfermo de amorosa consunción. Triste renuncio a las venturas todas de tu suave y eterna compañía, hoy que se apaga, con la dicha mía, el altar que soñé para mis bodas. Y el templo aquel de claridad incierta y tú, como las vírgenes vestida, brillarán en la noche de mi vida como la luz de la esperanza muerta.