Ya brotas de la escena cual guarismo tornasol, y desfloras el mutismo con los toques undívagos de tu planta certera que fiera se amanera al marcar hechicera las multánimes giros de una sola quimera. Ya tus ojos entraron al combate como dos uvas de un goloso uvate; bajo tus castañuelas se rinden los destinos, y se cuelgan de ti los sueños masculinos, cual de la cuerda endeble de una lira, los trinos. Ya te adula la orquesta con servil dejo libidinoso de reptil, y danzando lacónica, tu reojo me plagia, y pisas mi entusiasmo con una cruel magia como estrofa danzante que pisa una hemorragia. Ya vuelas como un rito por los planos limítrofes de todos los arcanos; las almas que tu arrullo va limpiando de escoria quisieran renunciar su futuro y su historia, por dormirse en la tersa amnistía de tu gloria. Guarismo, cuerda, y ejemplar figura: tu rítmica y eurítmica cintura nos roba a todos nuestra flama pura; y tus talones tránsfugas, que se salen del mundo por la tangente dócil de un celaje profundo, se llevan mis holgorios el azul pudibundo.