Volando del vértice del mal y del bien, es independiente la saltapared. Y su principado, la ermita que fue granero después. Sobre los tableros de la ruina fiel, la saltapared juega su ajedrez, sin tumbar la reina, sin tumbar al rey... Ave matemática, nivelada es como una ruleta que baja y que sube feliz, a cordel. Su voz vergonzante llora la doblez con que el mercader se llevó al canario y al gorrión también a la plaza pública, a sacar la suerte del señor burgués. Del tejado bebe agua olvidadiza de los aguaceros, porque transparente su cuerpo albañil gratuito nivel. Y al ángel que quiere reconstruir la ermita del eterno Rey, sirve de plomada la saltapared.