Noble señora de provincia: unidos en el viejo balcón que ve al poniente, hablamos tristemente, largamente, de dichas muertas y de tiempos idos. De los rústicos tiestos florecidos desprendo rosas para ornar tu frente, y hay en los fresnos del jardín de enfrente un escándalo de aves en los nidos. El crepúsculo cae soñoliento, y si con tus desdenes amortiguas la llama de mi amor, yo me contento con el hondo mirar de tus arcanos ojos, mientras admiro las antiguas joyas de las abuelas en tus manos.