¡Agua viva del mar! ¡Agua inquieta del mar! ¡Las poesías que inspiras en tu eterno rodar! Los mil ojos del agua. ¡Cuántas cosas verán! Las mil bocas del agua. ¡Cuántas cosas dirán! Viejo espejo de estrellas, gruñidor, fiero mar que por siempre a la tierra como un can lamerás: al rozarme los brazos, al saltarme a la boca, tu agua siéntese dueña de la carne que toca. ¿De qué barco andariego bajaré para ti?
En la noche de bodas, ¿qué tendrás para mí? ¡Oh novia a la que el novio mecerá como un aya para luego acostarla ya dormida en la playa! ¡Novia predestinada que ha de hacerse un collar con los hilos de luna que ondulan sobre el mnar! ¡Novia a la que el amante carnal no tendrá más que un momento impreciso, que un instante fugaz! Cuando envuelves los cuerpos, cuando rozas las bocas, mar: ¿te sientes ya el dueño de la carne que tocas?