Soy hija del llano. Nunca vi montañas, Hace pocos años que conozco el mar Y vivo soñando con raros países Y vivo acosada del ansia de andar.
¡Tanto que tenemos luego que estar quietos, Tanto que más tarde hay que reposar, Y desperdiciamos la hora presente Y nos contentamos sólo con soñar!
¡Ay, los caminitos en ásperas cuestas, Serpentinas claras sobre las montanas! ¿No han de hollarlos nunca mis pies andariegos? ¿No he de ir yo nunca por tierras extrañas?
¿Nunca mis pupilas, hartas de llanuras, Han de mirar cerca las cumbres soñadas? ¿Qué es lo que me guardan los dioses herméticos? ¿Qué, en mi canastilla, pusieron las hadas?
¡Ay, noches de insomnio, de agrio descontento, De interrogaciones vanas e impacientes! ¡A veces parece que tañen campanas Y a veces, Dios mío, que silban serpientes!