¡Ay espada del agua ya perdida! ¡Ay rama de la mar que no contemplo! ¡Ay viento, todo el día canturreando sin la salobre fuerza en el aliento! ¡Ay viento de entre árboles, cortado bajo retazos de menudos cielos!
Digo mil veces que me estoy ahogando y sólo veo alrededor sonrisas. Me estoy ahogando, vertical y en medio de una avenida gris, ruidosa y lisa.
Ni una huella de pez hiende los aires. Y yo me muero de ansias marineras. Tenía mi casa tres ventanas puras, y en torno, piedras, y hasta el mar, arena.
Aquí la tierra, ni siquiera es tierra; no tiene azul, ni libertad, ni aurora. Se han vuelto acero hasta las golondrinas, y de hierro y estaño son las hojas.
No veo ya la barba del verano, ni el caballo de vidrio del invierno. ¡Un balcón a una calle toda tráfico, Y un sol lejano, sin pasión, ascético…