Flota un áspero olor de hinojos y de espinos. Enfrente, la montaña se alza riscosa, agreste, Con la cresta empolvada de neblina celeste Y la planta en el borde de andariegos caminos.
Frescura de agua viva, pastos altos y finos, Praderas patriarcales de esmeraldina verte, Cual serpiente negra dormida en el oeste, Un bosque susurrante de cedros y de pinos.
Se ensanchan los pulmones con el vaho bravío De los cardos ceñidos de cuentas de rocío. Pasa un pastor cetrino con un blanco rebaño.
Después una zagala rubia como una espiga. Y ríe la mañana placentera y amiga, Bajo el sol que madura las cosechas del año.