¡El agua misteriosa callada y sensitiva el agua de mis tiempos de la interrogación, en que eran los ríos una página viva y un libro de poemas cada constelación!
Sobre su frío espejo balanceaba la noche la misteriosa gracia de la sombra y la luz. Alas oscuras, y alas en luciente derroche de oro desmenuzado. Luna y sol al trasluz.
Y ahora, de la dura ciudad sin una fuente, otra vez con el agua me encuentro frente a frente, alucinada y tensa, la pupila voraz.
¡Oh, maravilla mía, el agua de este río! No ha de volverme nunca la gracia de mi Estío, pero en el agua encuentro mi rostro montaraz.