El agua tiene un alma melancólica y suave que en el lecho arenoso de las ondas solloza, atrae, llama, subyuga. ¡Dios sabe si la nave que naufraga, en sus brazos de misterio, reposa!
El agua tiene labios. El agua canta y besa y tiene el atractivo fatal de sus sirenas. ¡Ay tristes de los tristes que inclinan la cabeza hacia el extraño encanto de las aguas serenas! Las ondas son serpientes de letal hipnotismo. Con su suave lenguaje de rumor y murmullo invitan para el sueño en su lecho de abismo.
¡Canto de cortesanas cuyo mágico arrullo pone en los corazones el deseo fatal de dormir sobre el fondo del líquido cristal!