Hoy he pasado por un camino triste Donde sólo cantan los sapos y los grillos. Es un camino estéril, reseco, sin orillos De lodo, y que no viste
Reborde de cicutas ni de cardos. Me asaltó la garganta un sabor de ceniza. Medrosa, entre mis labios se agazapó la risa. Vi mis dedos rosados como diez huesos pardos,
Untados de penumbra, de humedad y de tierra. Y cual si me golpearan las manos del espanto, Huí de aquel camino largo del camposanto Mientras el sol de azufre se acostaba en la sierra.