En el fósforo vago de la muerte anda la vida, fruta y ser latiente. Todo se vuelve cálido y sufriente en el juego de dados de la suerte.
Espero inhábil, pálida y consciente la palabra, el sonido alerta y fuerte, que ha de hacerme saltar o caer inerte con mi furiosa sed, junto a la fuente.
En el aire rapaz anda mi aliento, ya rezo, ya suspiro, ya lamento, fe iracunda o frenética esperanza.
Con mi lengua de polvo estoy orando. Un santo mudo gira custodiando mi desazón o buenaventuranza.