¡Si vieras qué cama tan suave es el pasto cuando recién nace, verde claro y húmedo!... Parece que uno durmiera entre panas. El plumón del bosque se me antoja el musgo.
¡Y tanto como hace que en él no me acuesto! ¿Vamos este año, por enero, al campo? Se vuelve uno triste siempre en las ciudades, donde hasta más serios parecen los pájaros.
Y yo que estoy siempre pálida y callada ¡ya verás entonces si me pongo loca! Tú no me conoces cómo soy de alegre, de rosada y ágil en las selvas solas.
Quererse en el campo de cara a los cielos... ¡Ah tampoco sabes lo bueno que es eso! Es como beberse la vida en un sorbo tan fuerte y tan hondo, que a veces de miedo.
Decídete. Vamos. Al tornar, la casa ha de parecernos más clara y más nueva, porque volveremos sanos y optimistas como una pareja de amantes de aldea.