Un cielo de oro y de brasas Un río de plata fina Y Fray Bentos de esperanza, Crece que crece en la orilla.
La paz jovial es su rosa De Jericó, en la cintura. Cantan antiguos bambúes Bajo sus claros de luna.
Y canta el viento costeño Coplas de islas y peces Mientras el río jocundo Deshila azules y verdes.
En la fragua de su ocaso La noche se purifica Tan leve y tan silenciosa Como un racimo de lilas.
Fray Bentos lleno de duende ¡Qué buena para mi alma Tu dulce vida perfecta! ¡Qué buena que en tí ha de ser La riqueza de una casa Y de un jardín de rosales Hasta la orilla del agua!
Un crepúsculo me diste En añiles y agapantos Como yo nunca había visto Si no en gladiolos y cardos. Quizá Blanes lo soñaba Y Cúneo tal vez un día, Lo vea y ponga en sus cielos De lunas y Tres Marías.
Guárdame, ciudad de gracia. Un hueco para mi sueño, En tu playa de bambúes En tu placita de encuentros.
Un día yo iré a pedirte Un vaso de agua una tarde de magnolias y duraznos De cielo en oro y jades.
¡No tengo más que un romance Para tu arcángel del aire! ¡Fray Bentos: tómamelo Como si fuera un diamante!