¡Oh, esos cardenales en el Concilio con sus elegantes vestiduras...! Ahí están, deshaciendo el Padre Nuestro, modificándolo a su gusto. El Padre Nuestro como me lo enseñó mi madre quieren que lo rece ahora de otro modo.
En cambio ese salmo, ese salmo monstruoso y sanguinario de los Te Deum compuesto siempre por el vencedor, ese salmo tan del gusto de todos los dictadores... ahí está. ¿No le modificáis, no le tacháis... verdad? Os gusta mucho. Como a Franco, a Franco también le gusta mucho. Se lo voy a recordar al mundo. Aquí está:
"Gracias, Señor, gracias porque me ayudaste a destruir a mi enemigo. Tú eres el Dios que venga mis agravios y sujeta, debajo de mí, pueblos"...