Cuando me han visto solo y recostado al borde del camino, unos hombres con trazas de mendigos que cruzaban rebeldes y afanosos me han dicho: -Ven con nosotros, peregrino.
Y otros hombres con portes de patricios que llevaban sus galas intranquilos, me han hablado lo mismo: -Ven con nosotros, peregrino.
Yo a todos los he visto perderse allá a lo lejos del camino... y me he quedado solo, sin despegar los labios, en mi sitio.