Somos como un caballo sin memoria, somos como un caballo que, no se acuerda ya de la última valla que ha saltado.
Venimos corriendo y corriendo por una larga pista de siglos y de obstáculos. De vez en vez, la muerte. ... ¡el salto! y nadie sabe cuántas veces hemos saltado para llegar aquí, ni cuántas saltaremos todavía para llegar a Dios que está sentado al final de la carrera... esperándonos.
Lloramos y corremos, caemos y giramos, vamos de tumbo en tumba dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.