¡Qué solo estoy, Señor! ¡Qué solo y qué rendido de andar a la ventura buscando mi destino! En todos los mesones he dormido, en mesones de amor y en mesones malditos, sin encontrar jamás mi albergue decisivo, y ahora estoy aquí, solo... rendido de andar a la ventura por todos los caminos. Ahora estoy aquí, solo, en este pueblo de Ávila escondido pensando que no está aquí mi sitio, que no está aquí tampoco mi albergue decisivo.