Hace falta papel, hace falta tinta, las letras brotan solas, hacen falta horas.
Alma salvaje y nocturna, merodeadora impaciente, que niega entregarse a un Morfeo ausente.
Tristeza que evoca al dolor, que evoca al sufrimiento, donde el osado se regodea al leer las palabras impresas, no con tinta negra, sino con lágrimas de un simple ser.
No será la primera vez que el osado se desvela, un dolor igual al pago de su sacrificio, por entrever los sentimientos del que también fue osado.
La noche nuestra musa, misteriosa y atractiva, como canto de sirena, belleza de los mares.
Por siempre devota mi alma a tu luna, antaña luz a tu filosofía oscura.
Profeta milenaria de adorno espectral, poema interminable con descanso finito.
Canción y plegaria, llanto escrito, llévate mi corazón y deja mi alma triste hasta el alba.