El toque frío y suave de tu dulce voz era la ultima arma del malvado Zeus. Que con un gesto de anticipación y con los dientes rechinando arrojó el rayo en el par de mi cuello.
"Una falla tremenda!" exlame, pero un delicuente sabe mas que su victima.
Ya han pasado cuatro años desde el nacimiento de mi entendimiento y no ha occurido nada.