Detrás de estas ganas de arrancarte la piel a mordiscos está El Diablo. Él llevaba no sé cuánto tiempo escondido detrás de tu sonrisa, esperando a que cruzáramos miradas para mandarse como lechuza a arrancarme las ganas de vivir. Esa jugada estuvo satánica, esa no te la perdono, de pronto Dios, pero yo no.
La tienes bien difícil, te va a tocar ir a buscarlo ¡y con lo escondido que está! Dicen haberlo visto empujando el columpio de un niño en el parque; sentándose en el hombro de un enamorado con su disfraz de mariposa; en el corazón de un durazno, ahí, tan cerca de los labios del hambriento.
Pero yo, que ni soy de ir a parques, ni de jugar con niños, ni de andar enamorado, ni de comer frutas y ni de calmar dolores, no lo he visto todavía. Lo sentí ahí esa noche, sentado al lado del Diablo detrás de tu sonrisa, y estaban riéndose, apostando sobre mi fortuna.
No sé quién habrá ganado pero, sin duda, fui yo el que perdió.