Llévate, frío, de un zarpazo mi dolor. Llévate las lágrimas, los gritos, los insultos y las dudas.
Dile a tus ángeles que vengan por esto que fue mío.
Pistola, pastilla, cuchilla o ventana, cualquiera cumple su objetivo.
Pero queda después muy poco de lo que fui. Las risas, los recuerdos, mis amigos, los abrazos y los besos.
¿Todo eso quién se lo lleva?
Manda a tus demonios. Que todo se lo roben, que lo escupan y que lo violen, porque no fueron más que regalos de Dios a su Adán ateo que después del destierro se creyó serpiente.