Un océano dentro de un océano flujo etéreo de túrbida tinta india reptando sobre el lecho de tus frondosas raíces.
Sereno opalino que baña la acera, Calima que vaga a un lecho de luna No ardas en vano gigante bonsái
Que las ninfas llevan en la memoria, los cantos al dulzor de tu savia, El recuerdo que viste de alma la noble piel de tu fina corteza.
Bromelias que silban al aire el rumor de un bosque sin nombre oculto en el corazón de esta urbe retozan humildes tus ramas
Que bien han de llorar por tus verdes retoños que filtran la luz de un sol calcinante, ciparisos que asoman sus brazos leñosos tributo silente al ferino rumor del ocaso
No ardas en vano gigante bonsái que manchadas de sangre están las manos que revuelven la quietud de tu cieno