Una vívida y terrorífica alucinación me repito, tiritando de miedo desde el centro de la sala atravesado por el gélido arpón de la gravedad.
Vamos flotando, por encima de los campos de verdes acres contemplado la geometría perfecta de la pitagórica ciudad vegetal
Sobre una inmaculada orbe de papel nos precipitamos hacia el vacío, las formas y contornos del mundo quedan grabadas en la difusa calma oceánica de nuestras retinas
Y una multitud, de acerbos rostros flemáticos nos da la bienvenida.
Cual diminutas ánimas secretas, se agrupan en curiosos adarmes, la sombra que cruza el Atlántico ofusca sus vidas entre cenizas
Ahogados bajo las llamas elevan ampollas de fuego en cada nota y en cada suspiro, oímos sirenas cantar