Tú que aun sigues profundo implantado en mi piel y prendido en mi pálida memoria bajo la misma corriente mortal, no sebes cuánto desearía que nadie, nadie, nos sujeten las palabras. ¿A quién le escribiré yo ahora, quién me hablará de filosofía y me contará raras historias ?
Anoche…me haz vendido una ilusión desnuda, amarga , sin polen, muy atroz y visceral que arde como braza mi garganta y muerde... muerden demasiadas sombras de mis esquinas cóncavas, espacio sin negrura, donde yo me permitía existir callada mezclándome en los espejismos que envolvían suave cada una de mis fracturas. y aunque hayas conspirado en contra de mi razón, de mis puntos cardinales y los eslabones de mis crepúsculos que estaban calmo...te perdono
A menudo corazón, el vacío fue el único escape que me salvó de intoxicarme de singulares maniobras oscuras o lo que es peor , seguir la corriente como todos hacen y adaptarme a los discursos narcisistas, a lo cómodo a la farsa.
Soy escurridiza, lo sé, pero muy exacta muy carne, muy pecado en mis palabras, indefensa muchas veces, detenida a la orilla de algún terrible miedo aun no curado.
No sabes cuánto lamento que ya mi corazón no te pueda abrazar más, ya no siento tus susurros En vano intentaran una y mil veces mis oídos escucharlos pero sé muy bien, que nunca más volverán, no podrán, porque ahora estoy encontrando mi nueva tumba.