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Lautaro Oct 21
La dejé ir, aunque me doliera el alma,  
porque no sabía si era yo su verdad,  
preferí verla libre, seguir su calma,  
a retenerla con miedo a la soledad.
  
No quise ser cadena, ni un peso en su vuelo,  
solo quería verla feliz, aunque fuera lejos de mí,  
pero aún guardo en mi pecho el anhelo  
de que un día sus pasos la traigan aquí.  

Si vuelve, no habrá reproches ni culpas,  
solo un abrazo, un “te extrañé” sincero,  
porque aunque la dejé ir para que encontrara su rumbo,  
si decide volver, aún la espero, aún la quiero.
Lautaro Nov 11
El mar, espejo de calma y anhelo,
canta en la orilla su dulce canción,
un vaivén que envuelve en su vuelo,
un latido que despierta la pasión.

De pronto, un viento quiebra el sosiego,
las olas se alzan, el cielo se enciende,
la marea, en su ímpetu, despliega su juego,
y el alma se entrega, se rinde y sorprende.

El corazón, que dormía en calma,
late con fuerza, se enciende en su fuego,
el amor, en su danza, sacude y embalsama,
y cada estruendo se siente más tierno.

Pero tras la tormenta y la emoción,
regresa el murmullo, la espuma se entrega,
la luna, cómplice de la devoción,
acaricia al mar, que en amor se sosiega.

Así es el alma, de amor encendida,
de paz a tormenta, de deseo a fervor,
y en cada ola, perdida y rendida,
renace más fuerte, bañada en amor.
El poema compara el proceso de enamorarse con el mar, mostrando cómo las emociones pasan de la calma a la tormenta. El amor llega de forma inesperada, agita el corazón y transforma al alma, pero tras la intensidad del sentimiento, la paz regresa, dejando una sensación de renacimiento y fuerza renovada. El mar simboliza ese cambio emocional, de caos a serenidad, al igual que el amor puede transformar profundamente a una persona. :)
Lautaro Oct 22
En la quietud de la noche, el noctámbulo vaga,
entre sombras y sueños que no lo dejan en paz,
sus pasos resuenan en calles solitarias,
recordando a la chica que un día dejó atrás.

La dejó ir, pensando que era por amor,
que era mejor soltarla que verla dudar,
pero ahora, bajo la luna, se ahoga el dolor,
y se pregunta si aún lo sabrá recordar.

Los recuerdos se cuelan por cada esquina,
como el frío que hiela la piel al pasar,
y en su mente la ve, tan viva, tan fina,
aunque sabe que ella ya no va a regresar.

Ella tiene a otro amor, y él lo entiende,
la ve sonreír en brazos de alguien más,
y aunque quiera olvidarla, su corazón no aprende,
porque cada noche revive el mismo compás.

El noctámbulo vaga, sin rumbo, sin prisa,
murmurando su nombre al viento sin fin,
y aunque sabe que ella ha seguido su vida,
sigue esperando su llamada, un sonido sutil,
pues ella nunca lo buscó, nunca volvió a él.

— The End —