Me he desgastado los labios
besando otras muchas bocas,
insípidas y frías
como la sombra de la noche.
He gastado mis ojos cansados,
desiertos de ternura,
persiguiendo miradas vacías.
He gastado mi tiempo y mi vida,
perdido en abismos
profundos y medrosos,
buscando el eco de nuestro amor.
Fueron suspiros
aquello que encontré,
crujiendo como otoño
por mis propios pasos erráticos
en aquellos caminos heridos,
marcados siempre
por la soledad.