Tu cuerpo... un paisaje,
que en mis sueños se dibuja cada noche.
Una escultura del demonio,
vestida con la piel
de un ángel afrodisíaco.
Tus gemidos, mi nana para dormir,
una nota musical que escucho
mientras mis ojos descansan placenteros.
Y mientras mis ojos descansan placenteros,
mi mente sólo piensa en posiciones nuevas,
en caricias perfectas y besos prohibidos,
destinados para el día bendito
en que nos volvamos a ver.
Destinaré todo un día
para nuestros placeres ladinos.
Y durante la noche,
te recordaré la felicidad
de estar entre mis brazos,
atada por mis besos de Judas
y mi mano de Midas.
Te haré eternamente mía esas horas,
en que nos volvamos a ver.
No perdonaré nuestras faltas pasadas,
si el encuentro grato queda
entre las paredes de mi habitación.
Te castigaré con golpes de seda
que te harán gritar por más.
La luna sentirá envidia
cuando quede opacada por tu luz.
Las estrellas serán rojo rubor,
si se convierten en testigos de nuestro fuego.
Todo el universo se congelará en el tiempo,
el día que nos volvamos a ver.
Buen vino para calmar la sed.
Mucho morbo para la pasión del cuerpo.
Pocas palabras. No serán necesarias.
Luego la marcha en silencio perpetuo.
Un secreto sólo de dos.
...mi mente te piensa cada noche,
y me repite todo aquello que te hará,
el día que nos volvamos a ver.