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Burbujas de respiración saliendo;
se ahogaron en la risa.
Un día el cielo perecerá:
avanzando al ritmo de los aplausos malignos,
me miro al espejo y me miro a mi mismo.
«Vivamos entonces, estoy bien»

Odiame demasiado.
Golpéame si quieres,
no te detengas, sabes que lo quieres.

No te acerques.
Aléjate de mi,
de aquí en adelante,
mirame huir.
Permíteme florecer en la soledad,
bajo la sombra de algún árbol,
esperando que alguien me riegue
y me encuentre.
No estoy aquí.

Deseando descansar como una nube, vagar:
Con una vida capaz de transformarse
en lo que desee,
nada pude salvar
y mis manos que se aferran en el lugar,
no hay nada que pueda salvar.
Ese espacio en blanco
que me da miedo mirar,
derrumbandse giro a verlo,
queriendo extender mi mano a ti.
Derramado fuera de las manos de mi madre
¿Dónde iré mañana?

Me olvidarás, el camino será más fácil,
como todos lo hacen.
Para que nadie me engañe,
no me involucraré,
pero si me tratas con tanta amabilidad,
lloraré.

Incluso si no haya nada que salvar
una vida sin sentido para mí.
No hay un mañana al que despertar.
Tengo que ir,
alcanzar tu mano,
tengo que escribir,
incluso cuando no hay espacio en blanco,
tengo que vivir.
2d · 41
FEBRERO
Aquel día, fallecí.
desperté como espíritu con cuerpo,
carente de determinación.
A un lado, crecen las raíces
de memorias infectadas de sangre.

No puedes juzgarme,
teniendo tu propia vida.
Eso te hace diferente de mí;
ve, persigue tu senda egoísta;
yo no tengo derecho a seguir.

De tantos que pudieron haber sido,
yo fui el error concebido.
Una respuesta vaga,
un aborto repugnante.
Reírme sería gastar energía,
y de eso ya no tengo bastante.
Espero que me terminen destrozando
los anhelos alados.

Rogándome escapar,
partir de este mundo.
Pero mi cuerpo no cruza el umbral,
enfermo, esperando su propio destierro.

Por la emoción de los mismos
estudiantes,
se ciegan a ver la lluvia de balas
demandantes,
mientras me obligan a meter en mi mente
juegos de máscaras y risas ausentes.

Todo termina cuando suenen las campanas.
Me hablarán de mis sueños agonizantes,
de los que nunca se cumplen,
de los que nunca me salvan.
  Sería demasiado pronto
si mi muerte fuera lo mismo que
palabras sin acción.
Por eso camino sabiendo
que cargo el título de segunda opción.

  Cuando se acerque el final,
un coro vendrá a entonar.
El óbito vendrá a por mi,
y lo único que ruego
es no despertar,
no abrir los ojos,
y volver a empezar.

  Que los buitres de la envidia
y la inferioridad no sacien su codicia,
y finalmente terminen por consumirme.

— The End —