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Daniii Jul 20
Confesiones de un alma en ruinas

Hay días en que no me soporto.
No es drama.
Es sinceridad brutal.

Me levanto tarde
con el cuerpo pesado
y el alma más todavía.

No tengo hambre,
tengo ansiedad.
No tengo sueño,
tengo fuga.
No estoy cansado,
estoy perdido.



Mi cama se volvió mi trinchera.
Mis excusas, religión.
Y mis hábitos…
esos malditos hábitos suaves
como cuchillos de terciopelo,
me matan sin que sangren las venas.



Me digo:
—"Vas a cambiar".
Y esa voz ya suena vacía,
como una promesa que huele a mentira.



A veces me odio por dentro.
No por maldad,
sino por cobardía.
Porque sé lo que tengo que hacer
y no lo hago.
Porque siento que puedo
pero no quiero.
Porque quiero querer,
pero no me nace.


Mis hábitos no son solo acciones.
Son grilletes dulces.
Me sostienen cuando todo se cae,
pero también me hunden.

El celular me roba minutos
que podrían ser versos.
La comida chatarra
me anestesia el alma.
El "mañana empiezo"
es un mantra de fuga.



Yo no vine al mundo
a ser espectador de mi historia.
Pero lo fui.
Por meses.
Por días enteros.
Despierto, pero dormido.
Respirando, pero sin vida.



Y te confieso algo,
sin filtro:
me he fallado tanto
que ahora cada paso correcto
me duele.
Pero también me sana.


Hoy escribo esto
como quien deja un testamento
antes de empezar de nuevo.
Porque si no rompo este ciclo,
este ciclo me rompe a mí.



Yo sé que la luz no llega sola.
Se busca.
Se trabaja.
Se merece.

Y si estoy roto,
no importa.
Porque hasta las ruinas
pueden ser casa
si uno empieza
a barrer el polvo del alma
y deja entrar la primera verdad:

Cambiar es sangrar,
pero es vivir de verdad.


Derechos de autor ©️

~Daniii
Daniii Jul 19
No toda palabra que rima
es poema.
No todo verso que vuela
tiene alas.

Hay poesías disfrazadas
de flores falsas,
y hay otras que lloran
con los ojos abiertos
como una madre sola
que no quiere consuelo.

Poesía verdadera
¿dónde estás
cuando los aplausos ahogan
y los jurados pontifican
sobre formas que no sangran?

La auténtica…
la que tiembla al salir,
la que no se escribe
con la mano
sino con una herida abierta
que no quiere cerrar.

No está en los premios.
No está en las vitrinas.
No está en los poetas de salón
ni en los poetas de selfie.
Está en la tierra,
en el barro,
en el rostro de un niño
que pregunta por su padre,
en la espalda encorvada de un viejo
que ya no espera respuestas.

La poesía verdadera no se vende,
no se maquilla,
no se edita para gustar.
No usa hashtags,
no ****** con títulos llamativos.
Se deja escribir por quien
no busca escribirla.
Y a veces, ni se publica.

Es la que nace
cuando nadie te escucha,
cuando estás solo en un cuarto
con la noche encima
y no sabés si lo que sentís
tiene nombre,
pero lo nombrás.

Es la que te hace temblar
al releerla,
porque no sabés
si eso fuiste vos
o si fue tu sombra
la que habló.

La poesía verdadera
es esa que no elegís,
sino que te elige.
Y duele.
Y no siempre rima.
Y muchas veces ofende,
pero nunca miente.

Es un temblor escrito,
un grito calmo,
una palabra que no se puede borrar
ni con el olvido.




No es hermosa.
A veces es fea,
desprolija,
como la verdad
cuando no tiene ropa.

No es alta literatura,
es alta alma.

No se escribe para ganar,
se escribe para no morir.

Y si te arranca una lágrima
sin pedir permiso,
entonces sabés
que tocaste la auténtica.

Derechos de autor ©️

~Daniii
Daniii Jul 18
Cuando tenía todas mis preguntas,
el mundo me quedaba justo en el pecho,
como si cada estrella fuera un signo de interrogación
colgado en el abismo del silencio.

Me preguntaba por qué el tiempo no espera,
por qué el amor no se mide,
por qué el alma no tiene espejo
y por qué el dolor no se escribe fácil.

Quería saber si las palabras curaban,
si Dios también lloraba en secreto,
si los sueños eran promesas
o solo luces que olvidan el camino al despertar.

Preguntaba si la muerte era olvido
o regreso,
si vivir era solo pasar páginas
o escribir con fuego lo que arde dentro.

Tenía tantas preguntas
que parecía un árbol cargado de pájaros invisibles,
un niño que grita al universo
esperando que el eco lo abrace.

Y, sin embargo,
con el tiempo aprendí algo:
que las respuestas no siempre llegan,
pero las preguntas también pueden ser hogar.

Que dudar no es debilidad,
sino la fuerza de seguir buscando.




Pero cuanto más profundo miraba el mundo,
más me daba cuenta:
las preguntas no eran puertas.
Eran espejos.

Cuando tenía todas mis preguntas,
no sabía que también era yo
quien las estaba inventando.

Creía que el universo era un acertijo,
que la verdad era un objeto escondido,
y que las respuestas vivían
en los labios de los sabios
o en los libros sin polvo.

Miraba el cielo como quien acusa,
esperando que alguna estrella se caiga
para revelarme lo que callan los siglos.

Pero el silencio —ah, el silencio—
me respondía más que mil palabras.

Y fue entonces cuando comprendí:
las preguntas no se responden.
Se habitan.




¿De qué sirve una respuesta si no cambia nada?
¿De qué sirve la certeza si mata la maravilla?
¿Y quién soy yo para exigirle sentido
a un mundo que florece sin explicación?

Tal vez fui arrogante al pensar
que el misterio estaba afuera
y no dentro.

Porque cuando tenía todas mis preguntas,
me faltaba lo más esencial:
el oído interno,
el lenguaje del asombro,
la capacidad de no entender...
y aún así, seguir.



Ahora ya no las tengo todas.
Algunas se han disuelto en los días,
otras se han transformado en actos,
y muchas simplemente se volvieron
parte del respirar.

Ya no pregunto por la eternidad.
Prefiero vivir cada segundo como si ya lo supiera.

Ya no pregunto qué es el amor,
porque entendí que amarlo sin saberlo
es también una forma de sabiduría.




Cuando tenía todas mis preguntas,
no era sabio.
Era joven.

Ahora que tengo el silencio,
me he hecho viejo de espíritu,
pero fértil de alma.

Porque comprender no es tener respuestas,
sino aprender a preguntar mejor.

Derechos de autor ©️


~Daniii
Daniii Jul 17
No todo lo que se rompe hace ruido.
Hay corazones que se rompen en silencio,
como un vaso lleno de confianza
que cae sin ser visto…
y al levantarse, ya no es el mismo.

Decir “no” puede ser necesario,
pero decirlo sin pensar, mil veces,
como quien se tapa los oídos y grita para no escuchar,
es como cerrar la puerta y tirar la llave
cuando alguien todavía quiere entrar… con paz.

Hablar no es solo mover la boca.
Hablar de verdad es exponer el alma con cuidado,
como quien saca un cristal del pecho
y lo entrega temblando
con la esperanza de no ser juzgado.

Madurar no es tener siempre la razón.
Madurar es saber que a veces
el que más grita
es el que menos entiende.
Y que la verdad no se impone: se ofrece, se propone, se comparte.
Como el pan, como el perdón, como el abrazo.

Hay quienes discuten como si la vida fuera un ring,
olvidando que no hay victoria en herir al otro.
¿De qué sirve ganar una discusión
si perdés al ser humano que tenías enfrente?

La estupidez más grande no es equivocarse,
es negarse a escuchar.
Es decir “así soy” como excusa para herir,
es escudarse en el orgullo cuando lo que hace falta
es un poco de humildad y dos minutos de silencio.

La inteligencia verdadera
es la que se atreve a bajar la voz
cuando todo dentro quiere explotar.
Es la que no necesita gritar para tener peso.
Es la que no necesita un "no" duro
cuando puede construir un "sí" razonado.

¿Querés arreglar algo?
No digas “vos sos el problema”.
Decí: “hay algo que nos duele y podemos sanarlo”.

¿Querés que el otro entienda?
No impongas, no empujes, no explotes.
Decí: “quiero comprenderte… aunque no piense igual”.

¿Querés que no se rompa lo que amás?
No esperes que el tiempo lo arregle.
El tiempo no cura el orgullo,
ni cose las heridas que deja una palabra cruel.

Hablá. Pero hablá con el alma y no con la bronca.
Callá. Pero no para castigar,
sino para calmar la tormenta interna
antes de decir algo que después queme el puente.

No sos más maduro por ganar una discusión,
sos más maduro cuando salvás una relación
sin perderte a vos mismo.

Y si un día la herida es tan grande
que ya no sabés cómo hablar...
entonces mirá a los ojos.
A veces, lo más sincero no se dice:
se siente.



Derechos de autor ©️

~Daniii
Daniii Jul 16
No toda mano que te abraza
es mano amiga.
A veces el enemigo
se sienta a tu mesa
y brinda contigo.

A veces el peor golpe
no viene del puño,
sino de la espalda.
Y la traición no grita,
susurra.

El lobo no siempre ruge.
A veces ríe.
Te escucha,
te alienta,
te dice que está…
y cuando menos lo esperás,
te empuja al abismo
mientras vos aún confiás.

¿Quién es amigo?
¿El que dice que te quiere?
¿O el que, aunque no diga nada,
te cuida cuando no estás?
¿El que te aplaude los logros?
¿O el que llora en silencio si te va mal?

Hay que tener cuidado…
el veneno no siempre está en el vaso.
A veces está en la palabra dulce,
en la mirada constante,
en el “contá conmigo” que se esfuma
cuando de verdad lo necesitás.

La amistad verdadera no grita,
se prueba en las tormentas.
Se ve cuando todo te falta,
y alguien, sin pedir nada,
se queda.

Porque los falsos
te abrazan con los brazos
y te apuñalan con la ausencia.

Y lo más cruel de todo…
es que no te traicionan los enemigos.
Te traicionan
los que juraron nunca hacerlo.

Así que tené cuidado.
No dejes de amar,
pero abrí bien los ojos.
Porque incluso en la amistad,
hay máscaras que lloran contigo…
pero ríen cuando caés.

Derechos de autor ©️

~Daniii
Daniii Jul 15
La verdad no se busca.
Te encuentra.
Cuando bajás la guardia,
cuando te rendís,
cuando pensás que el silencio es descanso…
y resulta ser espejo.

No es un acto de luz,
es un descuartizamiento del alma.
Una cirugía sin anestesia
en el centro exacto de lo que sos.

Te muestra todo lo que escondiste:
las veces que fingiste amor,
los días que dijiste “estoy bien”
mientras te morías por dentro.
Las promesas que hiciste solo por miedo a quedarte solo.

La verdad no grita.
Pero su silencio pesa más que un millón de mentiras.

Porque no te dice:
"Esto está mal".
Te dice:
"Esto sos."

Y eso,
eso es insoportable.

Duele darte cuenta
que te aferraste a personas que ya se habían ido.
Que hablaste de futuro
con alguien que ya te había olvidado.
Que abrazaste recuerdos
como si pudieran devolverte lo que perdiste.

La verdad es esa voz que te dice:
“Te traicionaste.”

Y después,
se queda mirándote en el suelo.
No para ayudarte a levantar.
Sino para ver si te atrevés a levantarte solo,
y con eso,
convertirte en otro.

Uno más despierto.
Uno más crudo.
Uno que ya no ama desde el deseo de ser amado,
sino desde la verdad
de que todo puede romperse
y aun así elegir darlo todo.

Porque solo el que ya se quebró,
el que ya murió por dentro,
puede amar con el alma sin miedo.


Derechos de autor ©️

~Daniii
Daniii Jul 14
La soledad no llega como un trueno,
llega como el polvo:
lenta, invisible,
y cuando te das cuenta,
ya cubre todo lo que sos.

No golpea la puerta.
No necesita permiso.
Se mete en los silencios,
en las pausas,
en las noches donde nadie pregunta por vos.

Hay días que no me hablo,
como si mi voz también me abandonara.
Y me observo, desde lejos,
como si fuera otro,
alguien que camina sin destino
pero aparenta tenerlo.

Soy mi propio testigo,
mi propio juicio,
mi propia pena.

A veces pienso que la soledad
no es no tener a alguien,
sino no tenerse a uno mismo.
Y yo me perdí hace tiempo
en alguna pregunta sin respuesta.

¿Cómo se llena un vacío
que tiene la forma exacta de uno mismo?
¿Cómo se abraza el alma
cuando no sabe dónde está?

Hay una tristeza que no llora,
pero arde.
Una nostalgia de algo que no existió,
una memoria inventada
para no sentir que no hubo nada.

Yo he hablado con la sombra
que mi cuerpo proyecta,
y me ha dicho verdades
que ni yo me atreví a confesar.

He amado sin voz,
he esperado sin esperanza,
y he escrito versos que nadie va a leer,
pero que me sostienen
como si fueran raíces
en la tierra de mi propio abismo.

Y en medio de todo eso,
me descubro…
no vencido,
pero cansado.

Cansado de ser fuerte por dentro
mientras por fuera todos creen
que no me pasa nada.

La soledad también respira,
y cuando se acuesta conmigo
en mi cama sin nombre,
a veces me arrulla…
como si fuera lo único
que aún me queda.


Derechos de autor ©️

~Daniii
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