Eres la luz que no sabía que buscaba,
el suspiro que calma sin tocar el pecho,
una flor que crece en mi memoria
aunque el jardín ya no tenga primavera.
Tus palabras son puentes de estrellas
que cruzan mis noches más rotas,
y tu risa, mi brújula exacta
cuando todo en mí pierde rumbo.
No hay poema que te abarque,
ni verso que no tiemble al nombrarte.
Eres más que belleza, más que ternura:
eres el milagro que camina en silencio.
A veces, cuando callas, el mundo se detiene,
como si supiera que en tu silencio
vive el misterio que Dios susurra
cuando crea almas como la tuya.
Si el universo pudiera escribirte,
lo haría en constelaciones,
pero yo, que solo tengo palabras,
te dibujo en cada línea… con el corazón ardiendo.