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Rosal, menos presunción
donde están las clavellinas,
pues serán mañana espinas
las que agora rosas son.
¿De qué sirve presumir,
rosal, de buen parecer,
si aun no acabas de nacer
cuando empiezas a morir?
Hace llorar y reír
vivo y muerto tu arrebol
en un dia o en un sol:
desde el Oriente al ocaso
va tu hermosura en un paso,
y en menos tu perfección.
Rosal, menos presunción
donde están las clavellinas,
pues serán mañana espinas
las que agora rosas son.
No es muy grande la ventaja
que tu calidad mejora:
si es tus mantillas la aurora,
es la noche tu mortaja.
No hay florecilla tan baja
que no te alcance de días,
y de tus caballerías,
por descendiente de la alba,
se está rïendo la malva,
cabellera de un terrón.
Rosal, menos presunción
donde están las clavellinas,
pues serán mañana espinas
las que agora rosas son.
Jesus Sanchez Apr 2013
El extraño de la casa
es el que trabaja
el que pone cena en la mesa
el que nunca tuvo la ventaja
de salir de la pobreza
de relajar por unos dias
y tomarse una cerveza
y hacer tonterías
su sombra es solo que conocen sus hijos
su sonrisa su cariños no lo han vistos
no es mal persona
no es mal padre
es el trabajador
el que siempre llega tarde
El andaluz envejecido que tiene gran razón para su orgullo,
El poeta cuya palabra lúcida es como diamante,
Harto de fatigar sus esperanzas por la corte,
Harto de su pobreza noble que le obliga
A no salir de casa cuando el día, sino al atardecer, ya que las
sombras,
Más generosas que los hombres, disimulan
En la común tiniebla parda de las calles
La bayeta caduca de su coche y el tafetán delgado de su traje;
Harto de pretender favores de magnates,
Su altivez humillada por el ruego insistente,
Harto de los años tan largos malgastados
En perseguir fortuna lejos de Córdoba la llana y de su muro
excelso,
Vuelve al rincón nativo para morir tranquilo y silencioso.

Ya restituye el alma a soledad sin esperar de nadie
Si no es de su conciencia, y menos todavía
De aquel sol invernal de la grandeza
Que no atempera el frío del desdichado,
Y aprende a desearles buen viaje
A príncipes, virreyes, duques altisonantes,
Vulgo luciente no menos estúpido que el otro;
Ya se resigna a ver pasar la vida tal sueño inconsistente
Que el alba desvanece, a amar el rincón solo
Adonde conllevar paciente su pobreza,
Olvidando que tantos menos dignos que él, como la bestia
ávida
Toman hasta saciarse la parte mejor de toda cosa,
Dejándole la amarga, el desecho del paria.

Pero en la poesía encontró siempre, no tan
sólo hermosura, sino ánimo,
La fuerza del vivir más libre y más soberbio,
Como un neblí que deja el puño duro para buscar
las nubes
Traslúcidas de oro allá en el cielo alto.
Ahora al reducto último de su casa y su huerto le alcanzan
todavía
Las piedras de los otros, salpicaduras tristes
Del aguachirle caro para las gentes
Que forman el común y como público son arbitro
de gloria.
Ni aun esto Dios le perdonó en la hora de su muerte.

Decretado es al fin que Góngora jamás fuera poeta,
Que amó lo oscuro y vanidad tan sólo le dictó sus
versos.
Menéndez y Pelayo, el montañés henchido por
sus dogmas,
No gustó de él y le condena con fallo inapelable.

Viva pues Góngora, puesto que así los otros
Con desdén le ignoraron, menosprecio
Tras del cual aparece su palabra encendida
Como estrella perdida en lo hondo de la noche,
Como metal insomne en las entrañas de la tierra.
Ventaja grande es que esté ya muerto
Y que de muerto cumpla los tres siglos, que así pueden
Los descendientes mismos de quienes le insultaban
Inclinarse a su nombre, dar premio al erudito,
Sucesor del gusano, royendo su memoria.
Mas él no transigió en la vida ni en la muerte
Y a salvo puso su alma irreductible
Como demonio arisco que ríe entre negruras.

Gracias demos a Dios por la paz de Góngora vencido;
Gracias demos a Dios por la paz de Góngora exaltado;
Gracias demos a Dios, que supo devolverle (como hará con
nosotros),
Nulo al fin, ya tranquilo, entre su nada.
Desnuda como un yunque, mesa mía,
no admites ni una flor para tu adorno,
nada se aquieta en ti ni permanece:
el torrente infantil lo barre todo

***** tintero, blando cartapacio,
búcaro de cristal o marco de oro
hace mucho que están en las alturas
o yacen de cajones en el fondo.
Cuando me llego a ti ya voy completo:
el pensamiento musical y pronto,
estilográfica en la mano
y una hoja sale de un bolsillo o de otro,
¿Cómo será una mesa aderezada
bajo la fija claridad de un foco,
con una rosa erguida en una copa,
sin una brizna de papel o polvo?
La pluma ha de correr oleosamente
y el período o la estrofa fluir solos.
Mas ¿quién piensa en el orden un instante
bailando alrededor varios demonios
que saltan sobre ti como si fueras
en la campaña fugitivo potro?
Éste abre su libro de lectura,
ése levanta mapas policromos,
aquél corta figuras de revistas
y las pega en cuadernos ampulosos
a pinceladas de indomable engrudo
que, de paso, salpican el contorno.
Tal vez así se escriba con ventaja,
entre gritos, moquetes y sollozos,
y el cerebro agradezca el espolazo
como el fijar el hierro presuroso,
como la tierra el filo de la reja
o como el mar los remos espumosos.
Así te han puesto más de quince años
cual banco de escolares revoltosos,
que elaborando sobre ti se han ido
el verso más o menos primoroso
o la resta pueril, o el mapa alegre,
cosas de niño, de poeta y loco.
Sobre tu desnudez leo y medito
contra la tabla, persistente, el codo,
o me cruzo de brazos resignado
en la actitud cerrada del estoico.

Mesa: estés como estés, así te dejo,
ni te pulo, te lustro, ni repongo,
hemos de continuar como hasta ahora:
ya sabemos los dos que falta poco.
Pártese el moro Alicante   víspera de San Cebrián;
ocho cabezas llevaba,   todas de hombres de alta sangre.
Sábelo el rey Almanzor,   a recebírselo sale;
aunque perdió muchos moros   piensa en esto bien ganar.
Mandara hacer un tablado   para mejor los mirar;
mandó traer un cristiano   que estaba en captividad,
como ante sí lo trujeron   empezóle de hablar:
díjole: -Gonzalo Gustos,   mira quien conocerás;
que lidiaron mis poderes   en el campo de Almenar,
sacaron ocho cabezas,   todas son de gran linaje.
Respondió Gonzalo Gustos:   -Presto os diré la verdad.
Y limpiándoles la sangre   asaz se fuera a turbar;
dijo llorando agramente:   -¡Conózcolas por mi mal!
La una es de mi carillo;   las otras me duelen más,
de los Infantes de Lara   son, mis hijos naturales.
Así razona con ellas   como si vivos hablasen:
-¡Sálveos Dios, Nuño Salido,   el mi compadre leal!,
¿adónde son los mis hijos   que yo os quise encomendar?
Mas perdonadme, compadre,   no he por qué os demandar,
muerto sois como buen ayo,   como hombre muy de fiar.
Tomara otra cabeza   del hijo mayor de edad:
-¡Oh hijo Diego González,   hombre de muy gran bondad,
del conde Garci Fernández   alférez el principal,
a vos amaba yo mucho,   que me habíades de heredar.
Alimpiándola con lágrimas   volviérala a su lugar.
Y toma la del segundo,   don Martín que se llamaba:
-¡Dios os perdone, el mi hijo,   hijo que mucho preciaba;
jugador de tablas erais   el mejor de toda España;
mesurado caballero,   muy bien hablabais en plaza!
Y dejándola llorando   la del tercero tomaba:
-¡Hijo don Suero González,   todo el mundo os estimaba;
el rey os tuviera en mucho,   sólo para la su caza!
¡Ruy Velázquez, vuestro tío,   malas bodas os depara;
a vos os llevó a la muerte,   a mí en cautivo dejaba!
Y tomando la del cuarto   lasamente la miraba:
-¡Oh, hijo Fernán González,   (nombre del mejor de España,
del buen conde de Castilla,   aquel que vos baptizara),
matador de oso y de puerco,   amigo de gran compaña;
nunca con gente de poco   os vieran en alianza!
Tomó la de Ruy González,   al corazón la abrazaba:
-¡Hijo mío, hijo mío,   quién como vos se hallara;
gran caballero esforzado,   muy buen bracero a ventaja;
vuestro tío Ruy Velázquez   tristes bodas ordenara!
Y tomando otra cabeza,   los cabellos se mesaba:
-¡Oh, hijo Gustios González,   habíades buenas mañas,
no dijérades mentira,   ni por oro ni por plata,
animoso, buen guerrero,   muy gran heridor de espada,
que a quien dábades de lleno   tullido o muerto quedaba!
Tomando la del menor   el dolor se le doblaba:
-¡Hijo Gonzalo González,   los ojos de doña Sancha!
¡Qué nuevas irán a ella   que a vos más que a todos ama!
¡Tan apuesto de persona,   decidor bueno entre damas,
repartidor en su haber,   aventajado en la lanza!
¡Mejor fuera la mi muerte   que ver tan triste jornada!
Al duelo que el viejo hace,   toda Córdoba lloraba.
El rey Almanzor, cuidoso,   consigo se lo llevaba
y mandaba a una morica   lo sirviese muy de gana.
Esta le torna en prisiones   y con amor le curaba;
hermana era del rey,   doncella moza y lozana;
con ésta Gonzalo Gustios   vino a perder la su saña,
que de ella le nació un hijo   que a los hermanos vengara.
Tierra mojada de las tardes líquidas
en que la lluvia cuchichea
y en que se reblandecen las señoritas, bajo
el redoble del agua en la azotea...
Tierra mojada de las tardes olfativas
en que un afán misántropo remonta las lascivas
soledades del éter, y en ellas se desposa
con la ulterior paloma de Noé;
mientras se obstina el tableteo
del rayo, por la nube cenagosa...
Tarde mojada, de hálitos labriegos,
en la cual reconozco estar hecho de barro,
porque en sus llantos veraniegos,
bajo el auspicio de la media luz,
el alma se licúa sobre los clavos
de su cruz...
Tardes en que el teléfono pregunta
por consabidas náyades arteras,
que salen del baño al amor
a volcar en el lecho las fatuas cabelleras
y a balbucir, con alevosía y con ventaja,
húmedos y anhelantes monosílabos,
según que la llovizna acosa las vidrieras...
Tardes como una alcoba submarina
con su lecho y su tina;
tardes en que envejece una doncella
ante el brasero exhausto de su casa,
esperando a un galán que le lleve una brasa;
tardes en que descienden
los ángeles, a arar surcos derechos
en edificantes barbechos;
tardes de rogativa y de cirio pascual;
tardes en que el chubasco
me induce a enardecer a cada una
de las doncellas frígidas con la brasa oportuna;
tardes en que , oxidada
la voluntad, me siento
acólito del alcanfor,
un poco pez espada
y un poco San Isidro Labrador....
Victor D López Dec 2019
También vinieron por usted en medio de la noche,
Pero descubrieron que se había ido a Buenos Aires.
La Guardia Civil cuestionó a su esposa en su casa,
Rodeada de sus cuatro hijos pequeños, en tonos fuertes pero respetuosos.

Apoderados de ametralladoras se quedaron un tiempo,
Pero no dejaron cicatrices visibles en sus hijos,
Ni en su joven esposa, a quien
Dejo atrás para criarlos sola.

Habías sido un pez grande en un pequeño estanque,
Un empresario exitoso que se gano la vida muy bien,
Comprando ganado para ser criado por aquellos demasiado pobres
Para adquirirlos por sus propios medios y que los criaban para usted.

Los pastaban, los usaban para tirar de sus arados,
Y vendían su leche, o la usaban para alimentar a sus hijos demasiado numerosos.
Cuando estaban listos para la venta, los llevaba usted a la feria,
Obtenía un precio justo para ellos y compartía la ganancias a partes iguales con los que los criaron.

Fue un buen sistema que le dio riqueza relativa en tiempos malos,
Y dio a los pobres los medios para alimentar a sus familias y a sí mismos.
Su reputación de honestidad inquebrantable y trato justo hizo que muchos
Quisieran criar ganado para usted, y muchos más le consultaban para resolver disputas.

En asuntos de contratos y límites de tierras disputados su palabra era ley.
Los impotentes y los poderosos confiaban en su juicio por igual y le buscaban
Para resolver sus disputas. Su juicio siempre fue aceptado como definitivo porque
Su justicia e integridad eran incuestionables. "Si Manuel lo dice, es así."

Usted honraría un mal trato basado en un apretón de manos y preferiría perder una
Fortuna antes de deshonrar su palabra, incluso cuando trataba con aquellos mucho menos Honrados que a usted. Para usted el valor de un hombre se media por su palabra, y
Sabía que el mayor legado que podía dejarle a sus hijos era un nombre inmaculado.

Usted era frugal más allá de la necesidad o de la razón, tal vez porque no
Quería hacer alarde de su relativa riqueza cuando tantos no tenían nada.
Habría ofendido su conciencia social y desmentido su política.
Su única extravagancia fue un gran caballo, en el que no se escatimó ningún gasto.

Aunque considerado, elocuente y de voz suave, no era tímido acerca de compartir su
Punto de vista y se enorgullecía del hecho de que otros le prestaban atención
Cuando hablaba. Usted era un ferviente creyente en la república joven y
centro-izquierdista en sus ideas. Cuando llegó la guerra, fue un blanco fácil.

No había tiempo suficiente para quitar a toda su familia del país, y
Simplemente tenía demasiado que perder, un capital significativo atado en tierras y
Ganado. Así que decidió emigrar a Argentina, después de haber estado en los
EE.UU. cuando soltero y prefiriendo autoexilio en un país con un idioma familiar.

Su esposa e hijos estarían bien, protegidos por su capital y por
La buena voluntad que se había ganado. Y tenía razón en gran medida.
A pesar de la inexperiencia de su esposa, continuó con su negocio, con la
Ayuda de su hijo que heredo su ojo para comprar ganado y su buen nombre.

Muchos años después de que se había ido, su hijo adolescente podía comprar todo el ganado que
Quisiera en cualquier feria regional a crédito, con sólo un apretón de manos, simplemente porque
Era su hijo. Y durante muchos años, extraños darían un paso adelante ofreciendo una
Severa advertencia a aquellos que creían estar tratando de engañar a su hijo en las ferias.

"E o fillo do Café." (Es el hijo del Café, un apodo que se gana la familia por un
El hábito de un antepasado de ofrecer café a cualquiera que visitó su
Despacho en tiempos en que el café era casi un lujo). Eso fue suficiente para detener a cualquiera
Que buscara obtener una ventaja injusta por la juventud y la inexperiencia de mi padre.

Una vez en Buenos Aires, sin embargo, fue un pez muy pequeño en un estanque muy grande,
O, más exactamente, un pez en tierra firme; nadie quedó impresionado por su nombre,
Su pedigrí, su reputación o su forma de hacer negocios. Probablemente también se
Burlaban de su acento gallego y solo sus compatriotas escuchaban cuando hablaba.

Vivía en una pequeña habitación que compartía un patio con una pequeña escuela.
Trabajó de noche como sereno, y trató de dormir durante el día mientras
Los niños jugaban ruidosos al lado. Hizo poco dinero ya que su comercio era
Inútil en una ciudad moderna donde la confianza era una moneda muy devaluada.

Se volvió en una curiosidad anacrónica. Y no podía volver a casa.
Cuando su hijo le siguió hasta allí, debió partirle el corazón;
Usted esperaba que él dirigiría su negocio hasta su regreso; pero él
Dejo la escuela, cansado de ser llamado roxo (rojo) por sus instructores militares.

Debe haber sido insoportablemente difícil para usted. Creo que papá no comprendió su dolor.
Irónicamente, creo que yo sí, pero demasiado tarde. Eventualmente regresó a España a
Una esposa que había criado fielmente a sus hijos sola durante unos veinte años y fue
Ya notan predispuesta a abrazar incuestionablemente su voluntad como su deber.

Sin duda, no se podía usted comprender eso más que papá podría comprenderlo
A usted. Demasiado dolor. Demasiados sueños diferidos, llorados, enterrados y
Olvidados. Volvió a su amada Galicia cuando estaba claro que no sería
Perseguido después que Franco se había vuelto en un tirano relativamente benigno.

La gente ya no se encontraba fusilada o golpeada hasta la muerte en zanjas
A un lado de la carretera como en la guerra. Así que volvió a casa para vivir el resto de sus
Días fuera de sitio, una caricatura de su antiguo ser, descansando en el sus quebradizos
Laureles su ser antes de la Guerra Civil, no quebrado, pero doblado para siempre.

Encontró un mundo muy diferente al que había construido a través de su
Decencia, astucia y emprendimiento. Aprendió a mirar a su alrededor
Antes de dar su opinión, y pasó sus días restantes frenado mucho más
que su antiguo amado caballo, y sin freno de plata pulida que morder.

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Mi translation of my poem "Unsung Heroes #2:Manuel (Paternal Grandfather)" The English original is available here: https://allpoetry.com/poem/14263778-Unsung-Heroes--2-Manuel--paternal-grandfather--by-Victor­-D.-L%C3%B3pez
https://allpoetry.com/poem/14263778-Unsung-Heroes--2-Manuel--paternal-grandfather--by-Victor-D.-L%C3%B3pez

— The End —