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Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
Victor D López Feb 2019
Naciste siete años antes del comienzo de la guerra civil española,
Y viviste en una casita de dos pisos en la Calle de Abajo de Fontan,
Frente al mar que les regalo su riqueza y belleza,
Y les robo a tu hermano mayor, y el más noble, Juan, a los 19 años.

De chiquita eras muy llorona. Los vecinos te hacían rabiar con solo decirte,
“Chora, Litiña, chora” lo cual producía un largo llanto al instante.
A los siete u ocho años quedaste ciega por una infección en los ojos. Te salvó la vista
El medico del pueblo, pero no antes de pasar más de un año sin poder ir a la escuela.

Nunca recuperaste ese tiempo perdido. Tu impaciencia y la vergüenza de sentirte atrasada, Impidieron tus estudios. Tu profundo amor propio y la vergüenza de no saber lo que sabían tus
Amigas de tu edad, tu inquietud y tu inhabilidad de aguantar la lengua cuando te corregían,
Crearon una perfecta tormenta que desvió tu diminutiva nave hacia las rocas.

Cuando aún una niña, viste a Franco con su escolta salir de su yate en Fontan.
Con la inocencia de una niña que nunca supo aguantar la lengua, preguntaste a
Una vecina que también estaba presente “Quien es ese señor?”
“El Generalísimo Francisco Franco” te contestó en voz baja. Dile “Viva Franco” cuando pase.

Con la inocencia de una niña y con la arrogancia de una viejita incorregible gritaste señalándolo
“Ese es el Generalísimo?” Y con una carcajada seguiste en voz alta “Parece Pulgarcito!”
Un miembro de su escolta se acercó alzando su ametralladora con la aparente Intención de Golpearte con la culata. “Dejadla!” Exclamo Franco. “Es una niña—la culpa no es suya.”

Contaste ese cuento muchas veces en mi presencia, siempre con una sonrisa o riéndote.
Creo que nunca apreciaste el importe de esa “hazaña” de desprecio a la autoridad. Pudiera ser En parte por ese hecho de tu niñez que vinieron eventualmente por tu padre  
Que lo Llevaron preso. Que lo torturaron por muchos meses y condenaron a muerte?

El escapó su condena como ya he contado antes—con la ayuda de un oficial fascista.
Tan fuerte era su reputación y el poder de sus ideas hasta con sus muchos amigos contrarios.
Tal tu inocencia, o tu ceguera psíquica, en no comprender nunca una potencial causa de su Destrucción. A Dios gracias que nunca pudiste apreciar la posible consecuencia de tus palabras.

Tu padre, quien quisiste toda la vida entrañablemente con una pasión de la cual fue muy Merecedor, murió poco después del término de la guerra civil. Una madre con diez
Bocas para alimentar necesitaba ayuda. Tú fuiste una de las que más acudió a ese
Pedido silencioso. A los 11 años dejaste la escuela por última vez y comenzaste a trabajar.

Los niños no podían trabajar en la España de Franco. No obstante, un primo tomó piedad
De la situación y te permitió trabajar en su fábrica de embutidos de pescado en Sada.
Ganabas igual que todas tus compañeras mayores. Y trabajabas mejor que la mayoría de ellas,
Con la rapidez y destreza que te sirvieron bien toda tu vida en todos tus trabajos.

En tu tiempo libre, llevabas agua de la fuente comunal a vecinos por unos céntimos.
De chiquita también llevabas una sella en la cabeza para casa y dos baldes en las manos antes y Después de tu trabajo en la fábrica de Cheche para el agua de muchos pescadores en el puerto
Antes del amanecer esperando la partida a alta mar con tu agua fresca en sus recipientes.

Todo ese dinero era entregado tu madre con el orgullo de una niña que proveía
Más que el sueldo de una mujer grande—solo a cambio de tu niñez y de la escuela.
También lavabas ropa para algunos vecinos. Y siempre gratuitamente los pañales cuando había
Niños recién nacidos solo por el placer de verlos y poder estar con ellos.

Cuando eras un poco más grande, ya de edad de ir al baile y al cine, seguías la misma rutina,
Pero también lavabas y planchabas la ropa de los marineros jóvenes que querían ir muy limpios
Y bien planchados al baile los domingos. Ese era el único dinero que era solo tuyo—para
Pagar la peluquería todas las semanas y el baile y cine. El resto siempre para tu madre.


A los dieciséis años quisiste emigrar a Argentina a la casa de una tía en Buenos Aires.
Tu madre te lo permitió, pero solo si llevabas también a tu hermana menor, Remedios, contigo.
Lo hiciste. En Buenos Aires no podías trabajar tampoco por ser menor. Mentiste en las Aplicaciones y pudiste conseguir trabajo en una clínica como ayudanta de enfermera.

Lavaste bacinillas, cambiaste camas, y limpiaste pisos con otros trabajos similares.
Todo por ganar suficiente dinero para poder reclamar a tu madre y hermanos menores,
Sito (José) y Paco (Francisco). Luego conseguiste un trabajo de mucama en un hotel
En Mar del Plata. Los dueños apreciaron tu pasión por cuidar a sus niños pequeños.

Te mantuvieron como niñera y mucama—sin doble sueldo. Entre tu (pobre) sueldo y
Propinas de mucama, en un tiempo pudiste guardar suficiente dinero para comprar
Los pasajes para tu madre y hermanos. También pudiste volver a Buenos Aires y
Conseguiste alquilar un doble cuarto en una antigua casa cerca del Consulado español.

De aquellas, aun menor de edad, ya trabajabas en el laboratorio Ponds—al cargo de una
Máquina de empacado de productos de belleza. Ganabas buen dinero, y vivieron en el
Centro de Buenos aires en esa casa hasta que te casaste con papa muchos años después.
Aun te perseguía la mala costumbre de decir lo que penabas y de no dar el brazo a torcer.

El sindicato de la Ponds trató de obligarte a registrarte como Peronista.
A gato escaldado hasta el agua fría le hace daño, y reusaste registrarte al partido.
Le dijiste al sindicato que no le habías escapado a un dictador para aliarte a otro.
Te amenazaron con perder el trabajo. Y con repatriarte a ti y a tu madre y hermanos.

Tu respuesta no la puedo escribir aquí. Te llevaron frente al gerente general demandando
Que te despidiera de inmediato. Contestaste que te demostraran razones para hacerlo.
El gerente—indudablemente a propio riesgo—contestó que no había mejor trabajadora
En la fábrica y que no tenía el sindicato razones para pedir que te despidiera.

Después de un noviazgo de varios años, se casaron tú y papa. Tenían el mundo en sus
Manos. Buen trabajo con buenos ahorros que les permitirían vivir muy bien en el futuro.
No podías tener hijos—los cuales siempre anhelaste tener. Tres años de tratamientos
Lograron que me dieras vida. Vivimos por años en un hermoso apartamento en la ciudad.

Tengo uso de razón y recuerdos gratos desde antes de los dos años. Recuerdo muy bien ese Apartamento. Pero las cosas cambiaron cuando decidieron emprender un negocio
Que no fue sostenible en el caos de la Argentina en los años 60. Recuerdo demasiado bien el Sacrificio tuyo y el de papa—es eso un tema para otro día, pero no para hoy.

Fuiste la persona más trabajadora que conocí en mi vida. No le temías a ningún trabajo
Honesto por fuerte que fuese y tu inquietud y espíritu competitivo siempre te hicieron
Una empleada estelar en todos tus trabajos, la mayoría de ellos sumamente esclavos.
Hasta en casa no sabias parar a no ser que tuvieras con quien charlar un rato largo.

Eras una gran cocinera gracias en parte al chef del hotel en cual trabajaste en Argentina
Que era también un compatriota español (vasco) y te enseno a cocinar muchos de sus
Platos españoles e italianos favoritos. Fuiste siempre muy mal comedora. Pero te
Encantaba cocinar para amigos, familia y—cuantos mas mejor—y para las fiestas.

Papá también era buen cocinero aunque con un repertorio mas limitado. Y yo aprendí
De los dos con mucho afán también a cocinar desde joven. Ni en la cocina ni en ninguna
Fase de mi vida me puedo comparar contigo ni con papa, pero también me encanta
Cocinar y en especial para compartir con seres queridos.

Te daba gran placer introducir a mis amigos a tus platos favoritos como la cazuela de mariscos,
Paella, caldo gallego, tus incomparables canelones, ñoquis, orejas, filloas, buñuelos, flan,
Y todo el resto de tu largo repertorio de música culinaria. Papa me iba a buscar al colegio
Cuando en la escuela secundaria (JHS #10) todos los días antes del trabajo.

Los dos trabajaban el segundo turno y no partían hasta después de las 2:00 p.m.
Muchos días traía el coche lleno de mis compañeros. Recuerdo igual que si fuera ayer
Las caras de mis amigos judíos, chinos, japoneses, italianos, ingleses e irlandeses
Cuando primero probaron el pulpo, caldo gallego, la tortilla, las orejas o el flan.

Mediante el bachiller, la universidad y los estudios de derecho fue igual. A veces parecía
Una reunión de Las Naciones Unidas, pero siempre con comida. Siempre trataste a mis
Amigos íntimos como si fueran hijos tuyos también. Y algunos aun hoy día te quieren
Como una segunda madre y sienten tu ausencia aunque no te vieran por muchos años.

Tuviste una pasión por ser madre (una gran pena que solo tuvieras un hijo).
Que te hizo ser demasiado protectora de tu hijo.  Me vestías con ropa exclusiva de
Les Bebes—Fui un muñeco para quien no los tuvo de niña. No me dejabas fuera de tu vista.
El mantenerme en un ambiente libre de gérmenes produjeron algunos problemas de salud.

Mi pediatra te decía “Quiero verlo con las rodillas raspadas y las uñas sucias.”
Tú lo tomabas como un chiste. Me llevabas a menudo a un parque y a la calesita.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Pero no recuerdo tener ningún amigo hasta los siete u ocho
Años. Y solo uno entonces. No recuerdo tener una pandilla de amigos hasta los 13 años. Triste.

Cuando comencé a hablar como una cotorra con un año, y a caminar al mismo tiempo,
Me llevaste al médico. El medico pensó que era solo idea tuya. Me mostro unas llaves y me
Pregunto “Sabes lo que es esto, Danielito?” “Si. Son las llaves de tu tutú,” le contesté.
Después de unas pruebas, le recomendaron a mi madre que alimentara mi curiosidad.

Según ella era yo insoportable (algunas cosas nunca cambian). Si le preguntaba a
Papá por que el sol quema, a que distancia esta, que son las estrellas, por qué una
Linterna enfocada al cielo en una noche oscura no se ve, por qué los aviones no tienen
Ruedas debajo de pontones para poder aterrizar y despegar en el agua? Etc., etc., etc.

Me contestaba con paciencia. Recuerdo viajes en tren o autobús sentado en las piernas de mi Padre haciéndole mil preguntas. Desafortunadamente, si le preguntaba algo a mama que No supiera contestar, inventaba cualquier respuesta con tal de hacerme callar en vez de decirme “No se” o “pregúntaselo a papá” o “vete al infierno de una ver por todas y dejame en paz.”

Cuando me contaba algún cuento y no me gustaba como terminaba, “Caperucita Roja” por Ejemplo, mi madre tenía que inventar un fin que me gustara mejor o aguantar un llanto
Interminable. Pobre madre. Inventar lo que a Danielito no le gustaba podía ser peligroso.
Recuerdo un día en el teatro viendo dibujos animados que me encantaban (y aun encantan).

El Pato Donald salió en una escena comiéndose un tremendo sándwich. Le dije a mamá que
Quería un sándwich igual. En vez de contestarme que no era un sándwich de verdad, o que me Llevarían a comer después del teatro (como de costumbre) se le ocurrió decirme que me
Lo iba a traer el Pato Donald al asiento. Cambio la escena y el Pato Donald salió sin el sándwich.


Se acabo el mundo. Empecé a chillar y llorar que el Pato Donald se comió mi sándwich.
Me había mentido y no me trajo el prometido sándwich. Eso era algo insoportable.
No hubo forma de consolarme o hacerme entender—ya tarde—que el Pato Donald también
Tenía hambre, que el sándwich era suyo y no mío, o que lo de la pantalla no era realidad.

Ardió Cristo. Se había comido el sándwich del nene el Pato Donald quien era (y es) mi favorito.
La traición de un ser querido así era inconcebible e insoportable. Me tuvieron que quitar del
Cine a grito pelado. No se me fue la pataleta por largo rato. Pero todo paso cuando mi querida Tía Nieves (una prima) me dio unas galletas marineras con mermelada más tarde en su casa.

Cuánta agua debajo del puente. Tus recuerdos como el humo en una placentera brisa ya se han Esparcido, son moléculas insubstanciales como estrellas en el cielo, que no pintan cuadros Coherentes. Una vida de conversaciones vitales vueltas a susurros de niños en una tormenta Tropical, impermisibles, insustanciales, solo un sueño que interrumpe una pesadilla eterna.

Así es tu vida hoy. Tu memoria fue siempre prodigiosa. Recordabas el nombre de todas las Personas que conociste en toda tu vida—y conversaciones enteras palabra por palabra.
Con solo tres años de escuela, te fuiste por el mundo rompiendo paso y aprendiste a leer y
Escribir ya después de os 16 años en una ciudad adoptiva. Te fue más que suficiente tu estudio.

Siempre dije que eras mucho mejor escritora que yo. Cuantas excelentes novelas u obras de Teatro y poesía hubieras escribido tú con la mitad de mi educación y el triple de trabajo?  
No ay justicia en este mundo. Por qué le da Dios pan a quien no tiene dientes? Tú prodigiosa Memoria no te permite ya que me reconozcas. Fui la última persona que olvidaste.

Pero aun ahora que ya no puedes tener una conversación normal en ningún idioma,
Alguna vez te brillan los ojos y me llamas “neniño” y sé que por un instante no estás ya sola.
Pero pronto se apaga esa luz y vuelve la oscuridad. Solo te puedo ver unas horas un día a la Semana. Las circunstancias de mi vida no me dejan otra mejor opción.

Algún día no tendré ni siquiera la oportunidad de compartir unas horas contigo. No tendrás
Monumento alguno salvo en mis recuerdos mientras me quede uso de razón. Toda una
Vida de incalculable sacrificio de la cual solo dejarás el más pobre rasgo viviente del amor
De tu único hijo quien no tiene palabras para honrarte adecuadamente ni nunca las tendrá.


*          *          *

Ya llegó ese día, demasiado pronto. Octubre 11, 2018. Llegó la llamada a las 03:30 horas,
Una o dos horas después de haber quedado yo dormido. Te trataron de resucitar en vano.
No habría ya mas oportunidades de decirte te quiero, de acariciar tus manos y cara,
De cantarte al oído, de poner crema en tus manos, de anhelar que esta semana me recordaras.

De contarte acontecimientos de seres queridos, a quien vi, que me dijeron, quien pregunto
Por ti, ni de rezar por ti o de pedirte si me dabas un besito poniendo mi mejilla cerca de tus Labios y del placer cuando respondías dándome muchos besitos. Cuando no me respondías,
Lo mas probable estos últimos muchos meses, te decía, “Bueno la próxima vez.”

Siempre al despedirme te daba un besito por Alice y un abrazo que siempre te mandaba,
Y tres besitos en tu frente de parte de papa (siempre te daba tres juntos), y uno mío. Te
Dejaba la tele prendida en un canal sin volumen que mostrara movimiento. Y en lo posible
Esperaba que quedaras con los ojos cerrados antes de marchar.

Se acabó el tiempo. No hay mas prorroga. Mis oraciones cambian de pedir que Dios te proteja
Y que por Su Gracia puedas sanar un poquito día a día a que Dios guarde tu alma y la de papá y
Permita que descansen en paz en Su reino. Te hecho mucho de menos ya, como a papá, y lo
Haré mientras viva y Dios me permita uso de razón. No sabia lo que es estar solo. Ahora si lo se.

Cuatro años viendo tu deslumbrante luz reducirse a una vela temblando en a oscuridad.
Cuatro años temiendo que te dieras cuenta de tu situación.
Cuatro años rogando que no tuvieras dolor, tristeza o soledad.
Cuatro años y sin aprender como decirte adiós. El resto de mi vida esperando verte otra vez.

Te quiero con todo mi corazón siempre y para siempre, mamá. Descansa en Paz.
You can hear all six of my Unsung Heroes poems read by me in my podcasts at https://open.spotify.com/show/1zgnkuAIVJaQ0Gb6pOfQOH. (plus much more of my fiction, non-fiction and poetry in English and Spanish)
William Jul 2017
¿Podrías besarme el rostro a pesar
de ser horrendo y tener
la cara llena de espinillas y granos?
Oh, mi pequeña puta, ésta
noche manché las sábanas sin querer,
de nuevo -lo lamento-, con mi sangrado nasal
descontrolado
y mi ***** desgraciado.
Ya no me molesto en limpiarme,
creo que hace tiempo dejó de importarme.
No tiene caso, nada lo tiene,
nada lo tuvo.
¿O sí?
Siento desapego, si te soy sincero, creo que
tengo un poco de miedo.

Quisiera que estuvieses aquí, tal vez así,
podría dormir.
Realmente, no quisiera morir.

A veces me pides que te cuente cosas
y la verdad, a veces sólo quisiera contarte
tus lunares.

Desencantado de estar
desencantado.
Ya no veo la hora
de ver la hora.
Amaranta Guevara Feb 2013
Bought poetry magazine;
It's in English...
I do not know if my inability to understand the poems comes from not fully understanding the language, or because I am a not-well-read-***.*

He comprado una revista de poemas;
Está en inglés...
No sé si mi incapacidad por entender los poemas proviene de no comprender completamente el idioma o porque soy un asnito que no ha leído lo suficiente en su vida.

I thought Café Americano would translate into American Coffee or just Coffee, but it does not, it is still Café Americano (but I have to order it with a snotty accent to be understood).

Pensé que Café Americano se traduciría a American Coffee o sólo a café, pero no, sigue llamándose Café Americano (sólo que tengo debo pedirlo con un acento mamoncito para que me entiendan).

Now, secondary characters in my dreams speak English.
They say naughty word;
But in this language I am not disturb,
Thanks to the my access to american and british media, I am numb.


Ahora, los personajes secundarios de mis sueños hablan inglés.
Dicen palabritas sucias;
Pero en este idioma no me perturbo,
Gracias a mis años de ver porquerías en el cine, la T.V. e internet, estoy acostumbrada.

Taco Bell's Spicy Chicken Enchilada Platter
No puedo evitar desearlo cada que lo veo anunciado, y siento que es traición a mi patria.

lol
ji ji ji

LOL
JA JA JA

1 dollar
15.10 pesos.

Wow
Puta madre.

One pomegranate, $2.50
Una granada, $37.75

No pomegranates for me, thank you
Puta madre.
Krusty Aranda Oct 2016
La mujer que yo amo
No es quien crees que es
Le escribo poemas a diario
Le dedico las palabras más bellas del diccionario
Mas no entiende el trasfondo
No ve más allá de la superficie

La mujer que yo amo
No conoce el amor
Acepta amores de cama
Amores de cuerpos desnudos
De sudorosas cabelleras
De sucias sábanas y vacíos amaneceres

La mujer que yo amo
Me ama de vuelta
Pero no conoce el alcance de mi amor
No quiere verlo o no se da cuenta
Un trago o un viaje le bastan
Para caer en brazos de otro hombre

Conmigo desahoga sus penas
Conmigo llora su soledad y su miseria
Conmigo habla hasta que los segundos se tornan horas
Pero no soy yo su salvación

La mujer que yo amo
Nunca cae en mis brazos
Aquellos que la han de proteger
Aquellos que la envuelven con el calor de una fogata en un frío y apartado bosque
Aquellos que sostienen las piezas de su roto corazón juntos en su lugar

La mujer que yo amo
No es quien crees que es
Sputnik Andrade Dec 2012
Tengo una caja guardada en una esquina de mi cuarto.

Nadie la ve, nadie la siente, porque es secreta y porque es sólo mía y porque tiene un hechizo. La maldición de Tutankamón.

Dentro de esa caja estoy yo en papel. Está también mi corazón y lo que esconde mi mente. Lo rige un rey indiferente, con la ley de Dios escrita en la frente. La caja es de madera pero su interior es de cerámica y de metal. Nadie puede entrar a ella porque no tiene llave.

Vivo yo ahí y ella vive en mí.

Así lo hemos decidido.

La caja es infinita como lo soy yo. Y también ahí viven los objetos que me dan peso. Que son pocos, porque tener muchos pueden asfixiar, pueden estorbar, estropearse y arruinarlo todo.

La caja es perfecta, porque es mi creación y es mía.

Ahí primero no había nada.

Las cosas vivían afuera y no adentro. Por eso era yo tan sensible. Los golpes eran reales, no metafísicos. Las pérdidas eran de verdad y no simbolismos. Y la inmortalidad inalcanzable.

Lo que primero vivió ahí fueron los actos no físicos. Los rituales. Pequeñas misas vulgares y paganas que había que repetir para que yo no saliera disparada a un no-lugar.

Había que mirar al sol de cierta manera cada mañana. Subir y mirarlo morir cada jueves.

Había que escoger la ropa con suma delicadeza. Porque había representaciones místicas y personales en cada arruga.

Había que tener el cabello corto, la nunca libre y las manos largas y sucias.

Y durante años pude existir. Autoconfirmada. Rituales inútiles. Sin ninguna finalidad religiosa o real. Sino ser piedras que sostienen. Vigas profundas. Agua que cubre. Cielo neblinoso.

La caja obtuvo su primer objeto y fue hecho por mí, no entregado. Pero lo perdió porque yo lo quemé. Y cada objeto que entraba que yo creaba tenía el mismo fin:

Morir en las llamas de la indiferencia y del olvido.

Hasta que me di cuenta de que había que hacer una conexión física con el exterior. Una mirilla. Un hilo transparente que se aferrará a algo.

Los rituales no son tangibles pero se realizan en la realidad y eso les da el peso suficiente. Sin embargo, un objeto es un objeto y nada puede cambiarle la naturaleza. Las cosas se dañan y se olvida. Deben ser confirmadas por dos parte. Debe existir un equilibrio o desaparecerán por siempre.

Así comencé a coleccionar objetos y la caja, por fin, se vio llena.

Casi todas las cosas eran pedazos de papel. Suéteres. Pulseras de tela a punto de romperse. Felpa inútil y flores muertas.

Los llamé tótems porque su función es nombrar. Me nombran a mi. Me susurran al oído que, ciertamente, existo. Que respiro y que observo. Que me duelen las cosas y que puedo brillar.

Y de acuerdo con las leyes de la física, la caja se transforma.

Adquiere y pierde cosas.

Cosas reales.

Cosas que tú puedes tocar y oler y masticar.

Existen en este mundo y existen dentro de mí. Son verdadera como la cosa más verdadera. Son hermosas como la cosa más hermosa.

Y en una caja en un esquina de mi cuarto, ahí estoy yo representada.
michelle reicks Jun 2011
Déjenlas ir a sus casas
Sanas y salvas.
Paren la contaminación
En nuestras personas.
Nuestros niños están llorando
Pero hay silencio en los campos
Nuestras personas
Tienen hambre
Déjanlas comer
Nuestras personas
Tienen sed
Déjanlas beber
?Que están haciendo?
Ustedes beben con vasos de cristal
Pero nuestras personas
Beben con las latas sucias.
Nosotros estamos hacienda una función
Pero el público es ciego
Y algunas cierran los ojos
Abran los ojos
Las pesticidas están matándonos
Paren
Y no les importa
Tenemos el poder
De levantarnos.
Vamos a trabajar
Para nuestra libertad.
!Den la libertad!
Distancia refugiada sobre tubos de espuma,
sal en rituales olas y órdenes definidos,
y un olor y rumor de buque viejo,
de podridas maderas y hierros averiados,
y fatigadas máquinas que aúllan y lloran
empujando la proa, pateando los costados,
mascando lamentos, tragando y tragando distancias,
haciendo un ruido de agrias aguas sobre las agrias aguas,
moviendo el viejo buque sobre las viejas aguas.

Bodegas interiores túneles crepusculares
que el día intermitente de los puertos visita:
sacos, sacos que un dios sombrío ha acumulado
como animales grises, redondos y sin ojos,
con dulces orejas grises,
y vientres estimables llenos de trigo o copra,
sensitivas barrigas de mujeres encinta,
pobremente vestidas de gris, pacientemente
esperando en la sombra de un doloroso cine.

Las aguas exteriores de repente
se oyen pasar, corriendo como un caballo opaco,
con un ruido de pies de caballo en el agua,
rápidas, sumergiéndose otra vez en las aguas.
Nada más hay entonces que el tiempo en las cabinas:
el tiempo en el desventurado comedor solitario,
inmóvil y visible como una gran desgracia.
Olor de cuero y tela densamente gastados,
y cebollas, y aceite, y aún más,
olor de alguien flotando en los rincones del buque,
olor de alguien sin nombre
que baja como una ola de aire las escalas,
y cruza corredores con su cuerpo ausente,
y observa con sus ojos que la muerte preserva.

Observa con sus ojos sin color, sin mirada,
lento, y pasa temblando, sin presencia ni sombra:
los sonidos lo arrugan, las cosas lo traspasan,
su transparencia hace brillar las sillas sucias.

Quién es ese fantasma sin cuerpo de fantasma,
con sus pasos livianos como harina nocturna
y su voz que sólo las cosas patrocinan?

Los muebles viajan llenos de su ser silencioso
como pequeños barcos dentro del viejo barco,
cargados de su ser desvanecido y vago:
los roperos, las verdes carpetas de las mesas,
el color de las cortinas y del suelo,
todo ha sufrido el lento vacío de sus manos,
y su respiración ha gastado las cosas.

Se desliza y resbala, desciende, transparente,
aire en el aire frío que corre sobre el buque,
con sus manos ocultas se apoya en las barandas
y mira el mar amargo que huye detrás del buque.

Solamente las aguas rechazan su influencia,
su color y su olor de olvidado fantasma,
y frescas y profundas desarrollan su baile
como vidas de fuego, como sangre o perfume,
nuevas y fuertes surgen, unidas y reunidas.

Sin gastarse las aguas, sin costumbre ni tiempo,
verdes de cantidad, eficaces y frías,
tocan el ***** estómago del buque y su materia
lavan, sus costras rotas, sus arrugas de hierro:
roen las aguas vivas la cáscara del buque,
traficando sus largas banderas de espuma
y sus dientes de sal volando en gotas.

Mira el mar el fantasma con su rostro sin ojos:
el círculo del día, la tos del buque, un pájaro
en la ecuación redonda y sola del espacio,
y desciende de nuevo a la vida del buque
cayendo sobre el tiempo muerto y la madera,
resbalando en las negras cocinas y cabinas,
lento de aire y atmósfera, y desolado espacio.
Ven a Guadalajara, dictador de cadenas,
carcelaria mandíbula de canto:
verás la retiradas miedosa de tu hienas,
verás el apogeo del espanto.

Rumoras provincia de colmenas,
la patria del panal estremecido,
la dulce Alcarria, amarga como el llanto,
amarga te ha sabido.

Ven y verás, mortífero bandido,
ruedas de tus cañones,
banderas de tu ejército, carne de tus soldados,
huesos de tus legiones,
trajes y corazones destrozados.

Una extensión de muertos humeantes:
muertos que humean ante la colina,
muertos bajo la nieve,
muertos sobre los páramos gigantes,
muertos junto a la encina,
muertos dentro del agua que les llueve.

Sangre que no se mueve
de convertida en hielo.
Vuela sin pluma un ala numerosa,
rojo y audaz, que abarca todo el cielo
y abre a cada italiano la explosión de una fosa.

Un titánico vuelo
de aeroplanos de España
te vence, te tritura,
ansiosa telaraña,
con su majestuosa dentadura.

Ven y verás sobre la gleba oscura
alzarse como un fósforo glorioso,
sobreponerse al hambre, levantarse del barro,
desprenderse del barro con emoción y brío
vívidas esculturas sin reposo,
españoles del bronce más bizarro,
con el cabello blanco de rocío.

Los verás rebelarse contra el frío,
de no beber la boca dilatada,
mas vencida la sed con la sonrisa:
de no dormir extensa la mirada,
y destrozada a tiros la camisa.

Manda plomo y acero
en grandes emisiones combativas,
con esa voluntad de carnicero
digna de que la entierren las más sucias salivas.

Agota las riquezas italianas,
la cantidad preciosa de sus seres,
deja exhaustas sus minas, sin nadie sus ventanas,
desiertos sus arados y mudos sus talleres.

Enviuda y desangra sus mujeres:
nada podrás contra este pueblo mío,
tan sólido y tan alto de cabeza,
que hasta sobre la muerte mueve su poderío,
que hasta del junco saca fortaleza.

Pueblo de Italia, un hombre te destroza:
repudia su dictamen con un gesto infinito.
Sangre unánime viertes que ni roza,
ni da en su corazón de teatro y granito.
Tus muertos callan clamorosamente
y te indican un grito
liberador, valiente.

Dictador de patíbulos, morirás bajo el diente
de tu pueblo y de miles.
Ya tus mismos cañones van contra tus soldados,
y alargan hacia ti su hierro los fusiles
que contra España tienes vomitados.

Tus muertos a escupirnos se levanten:
a escupirnos el alma se levanten los nuestros
de no lograr que nuestros vivos canten
la destrucción de tantos eslabones siniestros.
Nos han contado a todos
cómo eran los crepúsculos
de hace noventa o novecientos años

cómo al primer disparo los arrepentimientos
echaban a volar como palomas
cómo hubo siempre trenzas que colgaban
un poco sucias pero siempre hermosas
cómo los odios eran antiguos y elegantes
y en su barbaridad venturosa latían
cómo nadie moría de cáncer o de asco
sino de tisis breves o de espinas de rosa

otro tiempo otra vida otra muerte otra tierra
donde los pobres héroes iban siempre a caballo
y no se apeaban ni en la estatua propia

otro ocaso otro nunca otro siempre otro modo
de quitarle a la hembra su alcachofa de ropas

otro fuego otro asombro otro esclavo otro dueño
que tenía el derecho y además del derecho
la propensión a usar sus látigos sagrados

abajo estaba el mundo
abajo los de abajo
los borrachos de hambre
los locos de miseria
los ciegos de rencores
los lisiados de espanto

comprenderán ustedes que en esas condiciones
eran imprescindibles los puentos movedizos.
No sé si es el momento
de decirlo
en este punto muerto
en este año desgracia

por ejemplo
decírselo a esos mansos
que no pueden
resignarse a la muerte
y se inscriben a ciegas
caracoles de miedo
en la resurrección
qué garantía

por ejemplo
a esos ásperos
no exactamente ebrios
que alguna vez gritaron
y ahora no aceptan
la otra
la imprevista
reconvención del eco

o a los espectadores
casi profesionales
esos viciosos
de la lucidez
esos inconmovibles
que se instalan
en la primera fila
así no pierden
ni un solo efecto
ni el menor indicio
ni un solo espasmo
ni el menor cadáver

o a los sonrientes lúgubres
los exiliados de lo real
los duros
metidos para siempre en su campana
de pura sílice
egoísmo insecto
ésos los sin hermanos
sin latido
los con mirada acero de desprecio
los con fulgor y labios de cuchillo

en este punto muerto
en este año desgracia
no sé si es el momento
de decirlo
con los puentes a medio descender
o a medio levantar
que no es lo mismo.
Puedo permanecer en mi baluarte
en ésta o en aquella soledad sin derecho
disfrutando mis últimos
racimos de silencio
puedo asomarme al tiempo
a las nubes al río
perderme en el follaje que está lejos

pero me consta y sé
nunca lo olvido
que mi destino fértil voluntario
es convertirme en ojos boca manos
para otras manos bocas y miradas

que baje el puente y que se quede bajo

que entren amor y odio y voz y gritos
que venga la tristeza con sus brazos abiertos
y la ilusión con sus zapatos nuevos
que venga el frío germinal y honesto
y el verano de angustias calcinadas
que vengan los rencores con su niebla
y los adioses con su pan de lágrimas
que venga el muerto y sobre todo el vivo
y el viejo olor de la melancolía

que baje el puente y que se quede bajo

que entren la rabia y su ademán oscuro
que entren el mal y el bien
y lo que media
entre uno y otro
o sea
la verdad ese péndulo
que entre el incendio con o sin la lluvia
y las mujeres con o sin historia
que entre el trabajo y sobre todo el ocio
ese derecho al sueño
ese arco iris

que baje el puente y que se quede bajo

que entren los perros
los hijos de perra
las comadronas los sepultureros
los ángeles si hubiera
y si no hay
que entre la luna con su niño frío

que baje el puente y que se quede bajo

que entre el que sabe lo que no sabemos
y amasa pan
o hace revoluciones
y el que no puede hacerlas
y el que cierra los ojos

en fin
para que nadie se llame a confusiones
que entre mi prójimo ese insoportable
tan fuerte y frágil
ese necesario
ése con dudas sombra rostro sangre
y vida a término
ese bienvenido

que sólo quede afuera
el encargado
de levantar el puente

a esta altura
no ha de ser un secreto
para nadie

yo estoy contra los puentes levadizos.
Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
como se llega al sur de Río Grande

Padre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver la uñas
sucias de la miseria

en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo

cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad

sin embargo una vez cada
tanto tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omnipresencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora

pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a su pájara
en los cancilleres que murmuran yes sir
en cada mano que se convierte en puño

claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día

ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos

a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro

poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores

todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta

no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido

ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y el amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.
Monique Matheson Jun 2015
Fresas partidas en la cocina
Rojas y dulces como cuando
Me cojes con sentimiento

Las ventanas no se habren
Cortinas sucias
Con diseños de manzanas
Mordidas, secas de su jugo de vida
Asi como ayer

No entra luz en este silencio tan
Medida.
William Jul 2017
Hoy quiero drogarme y cortarme
porque me gusta cómo se ve así
mi sangre, colorida.
Hoy quiero drogarme y que mi sangre me ahogue,
y que los alucinógenos te traigan de vuelta.
Hoy quiero ahorcarme con
mis sábanas sucias y vomitar
colores.
Hoy quisiera ver muchos
colores.
Leydis Jun 2017
He did not care,
He did not hesitate,
not for a second did he ponder on the consequences of
risking his own life…..
to save that of a stranger.

He did not hesitate
to immerse himself in the violent waves of my life.

He did not care to find me,
lifeless, ethereal,
with my swollen stomach from all the bitter fluids imbibed throughout my life.

Did not care,
to find me with numbed hands,
my lifeless eyelids,
caused by the cruel cataracts of my life.

He did not care to find me without a pulse,
impulses nailed in tumbled dreams,
impetuously begging God for a little bit of oxygen…
for mercy,
I just need to breath!!

He did not care,
He just didn't think!
He threw himself in without hesitation,
to save an empty life,
without thinking about it,
he administered first aids,
watching my puffed chest, he closed in,
placed a kiss on my lips,
transferring all the oxygen from him to me,
causing me to expel all that poisoned water,
all those ungrateful fluids that sickened my body,
harassed my soul,
destroyed my fragile heart from all tsunamis, I’ve endured;
From torrential waters,
stagnant waters, where life doesn’t happen at all,
contaminated waters that poison the soul,
violent waters-that destroy homes.

He did not care
he did not hesitate
he thought to himself
“that lifeless woman..deep in the waters..
                                I will bring back to life”

I breathe with the verses and kisses he daily administers!

LeydisProse
6/20/2017
__________________

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A él no le importo,
en ningún momento pensó
que posiblemente perdería su vida, rescatando la mía.
A él no le importo hundirse en las profundidades de
los escombros de las oleadas de la vida.  

A él no le importo,
que me encontró cadavérica,
con la barriga crecida por los estragos
de todos los tragos amargos
que por no saber nadar, tuve que tragar en la vida.

A él no le importo encontrarme con las manos adormecida
con los párpados sin vida,
palpando las crueles torrentes que azotaban mi vida.

A él no le importo encontrarme sin pulso,
con impulsos clavados en sueños caídos,
a pulso rogando ¡que Dios me diera oxígeno!

¡A él no le importo!
Él no pensó,
él se arrojó a salvar una vida vacía,
él socorrió a mi sin pensarlo,
me dio los primeros auxilios,
viendo mi pecho inflado,
acerco su mejilla a mi boca,
con un beso lento, transfirió de su ser todo su oxigeno
hasta que de mí se expulsara;
toda esa agua envenenada
todos esos flujos ingratos que mareaban mi cuerpo,
hostigaban mi alma,
destruían mi corazón, por tantos maremotos que naufrague,
por las torrentes aguas,
las aguas estancadas donde no pasa nada,
las aguas tan sucias que envenenan el alma,
las aguas violentas que derrumban casas.

¡A él no le importo!
el solo pensó,
“esa mujer…casi muerta,
¡la revivo yo!.

Hoy respiro en los besos y versos
que él me suministra todos los días!
LeydisProse
6/20/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/about/
Aquella esperanza que cabía en un dedal,
aquella alta vereda junto al barro,
aquel ir y venir del sueño,
aquel horóscopo de un larguísimo viaje
y el larguísimo viaje con adioses y gente
y países de nieve y corazones
donde cada kilómetro es un cielo distinto,
aquella confianza desde nos cuándo,
aquel juramento hasta nos dónde,
aquella cruzado hacia nos qué,
ese aquel que uno hubiera podido ser
con otro ritmo y alguna lotería,
en fin, para decirlo de una vez por todas,
aquella esperanza que cabía en un dedal
evidentemente no cabe en este sobre
con sucios papeles de tantas manos sucias
que me pagan, el lógico, en cada veintinueve
por tener los libros rubricados al día
y dejar que la vida transcurra,
gotee simplemente
como un aceite rancio.
El viento que entra en la cocina sacude el cartelón con el rostro de alguna actriz del cine mudo. Mary Pickford tal vez. Es bella, sus ojos brillan
suavemente y con la boca construyen una semisonrisa tiernísima, callada

También nosotros, aquí, somos actores mudos. Tenemos brillos suaves, ternuras sucias de sangre seca como niños, mucho silencio alrededor.

La platea prefiere el film sonoro. ¿Quién hizo esta película? De este lado de la pantalla, el nuestro, se oyen muertos soltando vida de a poquito como un crujir de sueños, los torturados gritan,
crepita gente en la prisión, bajo el estruendo de las botas militares la injusticia es un rugido infernal. Del otro lado, parece que ven pasar fantasmas pálidos y ningún piano los anuncia.

Te amo, Mary Pickford, sé que ahora me amás. Entra el viento y sacude nuestros amores de papel.
ConnectHook Apr 2023
No quiero culito mierdoso
Con fragancia fea del pecado.
Mejor un trasero glorioso
Con belleza y vida mostrado.

No me gustan las nalgas sucias;
Con olor a humanidad–
Yo las quiero con ricas astucias
Y fragancia de la libertad.
Unos versos piadosos para Uds.
Ciudad de sucias tejas soleadas:
casi eres realidad, apenas nido
sólo un rumor, un humo desprendido,
de las praderas verdes y asombradas.

Luego hay hombres de vidas apretadas
a tu destino semiderruido
y muchachas que crecen entre el ruido
cual si estuvieran entre amor sembradas.

A casi todas miro tiernamente,
y los viejos alegran tus afueras
con sus traviesas cabelleras blancas.

Yo estoy contento y, cariñosamente,
caballo gris me gustaría que fueras
para darte palmadas en las ancas.
Amo esta calle, y amo sus tristes casas
en las que se entristecen cumpleaños y bodas,
porque esta calle triste, se alegra cuando pasas
tú, mujer preferida entre todas.

Amo esta calle acaso porque en ella subsiste
no sé qué somnolencia de arrabal provinciano.
Pero a veces la odio, porque aunque siempre es triste
me parece más triste cuando te espero en vano.

Y yo bien sé que esta calle nunca podrá ser bella
con sus fachadas sucias y sus portales viejos.
Pero sé que es distinta cuando pasas por ella
y te miro pasar... desde lejos.

Por eso amo esta calle de soledad y hastío
que ensancha sus aceras para alejar las casas.
Mientras te espera en vano mi corazón vacío,
¡que es una calle triste por donde nunca pasas!
Victor D López Nov 2019
Estoy solo en la oscura estación de metro de Fulton Street,
Respirando el aire con olor a orina,
Exhalando nubes de vapor,
Un tren subterráneo se precipita a lo largo del anden,
No se detiene,
Muerde mis tímpanos,
Con la percusión dolorosa,
De miles de personas,
Gritando en silencio,

Yo no quiero ver,
     Yo no quiero ver,
          Yo no quiero ver,

El aire avivado por cada vagón de metro,
Me empuja,
Propulsa el ozono y el olor de frenos quemados,
En mis fosas nasales,
Junto con el aire,
Introducido a través de las rejillas de hierro,
A lo largo de kilómetros de las aceras de Brooklyn,
Llevando el olor de las llagas supurantes de una prostituta,
Y los gritos de un niño hambriento, sin padre en pañales sucios,
Y el gemido ronco de un concejal de la ciudad educando a un paje joven,
Y el perfume barato de una niña de catorce años de edad fugitiva,
Vendiendo su cuerpo por $20 en un callejón,
Oliendo de comida china rancia y perros humedos,
Y . . .

Yo no quiero ver,
     Yo no quiero ver,
          Yo no quiero ver,

. . . el olor de la sopa de repollo podrida,
Y los restos rancios de un perrito caliente enterrado en chucrut,
Y lirios putrefactos acostados en una alcantarilla,
Todos agrediéndome, obligándome hacia atrás,
Hasta que mi espalda presiona contra,
Las una vez blancas baldosas sucias, que queman fríamente sus grafitis en mi columna vertebral:

Dios está muerto,
Asa a un judío,
Los blancos chupan,
Mata a los negros,

Yo no quiero ver,
     Yo no quiero ver,
          Yo no quiero ver,

El tren finalmente pasa,
Sus ojos rojos retrocediendo en el túnel,
Húmedo y oscuro más allá de la plataforma,
Los gritos y chillidos lentamente mueren,
Sus ecos aspirando detrás de ellos,
El olor,
De mi,
Vomito,
Caliente.
Spanish translation of my free verse poem "The Subway"
Eyen F Dec 2019
Besar a la tierra
me da un asco tremendo;
no me dejen dormir,
no paren de menear mi elegante recinto
con tal de hacerme abrir los ojos;
no insistan en aliviarme
ni alegrarme
ni vestirme
ni alabarme
entre la pureza de sus flores
y la hipocresía,
descaro y audacia
de sus plegarias de resurrección,
sus estorbosos berrinches insípidos;
dejadme entre los dedos de mi madre morena;
permitid el abrazo
de sus diminutas uñas blancas y cosquillosas
que masticarán mi elemento,
fructuoso, caníbal ritual;
dejadla manosearme
y atraparme entre sus uñas purablancas,
inmóvil;
siendo pura mugre,
suciedad,
tierra;
quitadme mi alta, arránquenmela;
soltadla,
dejadla caer, dejadla reventarse
en el rudo seno del pavimento
donde lo inútil, lo desechable y lo desvalido
reposa junto al amor de su vida,
durmiendo
juntando sus sucias, frías mejillas,
sonrojándose y quemando el gris labiopar
al arcoíris derrotado y pestilente,
marcando al animal
con su beso
soñando despiertos,
mirando hacia otros mundos
que nos esperan en globos de harto visto.

...derramen, derramen
háganme olvidar
háganme olvidar
que se fue,
se fue
se fue
se fueron...
as much as i’d wanted to believe it,
they weren’t two boys
with too much pomade in their hair
and too much denim between them;

no, just a blonde with a pixie cut
and her boyfriend
and her overbearing boyfriend
and her tattooed troublemaker boyfriend
and her bad boy book trope boyfriend
(my mind wanted to fill in these blanks
perhaps a little unfairly)

the gelatin silver photograph at once
lost its candor and its truth:
they were outsiders like us (were they really?),
but what did they know of hair slicked back
into greasy jet-black sine curves
and sun-dappled leather car seats
and whorling tobacco smoke,
hazy streetlight-lit trysts marked by
tucked-in cotton twill chinos,
ribbed wifebeater tank tops,
the brownstone monoliths of brooklyn;
these were not their glory days
(nor were they mine).

there was never art in the norm:
this beholder saw no beauty to behold

for what could they know,
of the fall of the great constantinople,
besieged and opulent,
the overland journey of a fleet,
to quench the ravenous whims of war?
what could they know,
of primitive andalusian
cante jondo and flamenco,
scottish-gaelic folk songs
what could they know—
of babel and babylon ,
tarnished daguerrotypes
of the selma march,
pacific islander funerary rites,
polynesian bark cloth,
of grecian frescoes and the rhetoric
of the orators of roman antiquity?

they too, much like myself,
know of labyrinths and afterglows:
what nobility, what patriotism lies
in aimless violence? in blood spilled?

i have vowed to write about it all,
with prose that tastes of morning-after mouths;
dry, astringent, greasy, salty-acidic like olive brine
left on ***** dishes in the sink overnight,
and poetry that sounds like what i'd imagine
scabs ripped from skin to sound like,
our wounds hissing from the heat of daylight,
the ugly undead-unliving poultice
torn from the gruesome truth:

about the startling gait of my dogs that
always seems to make me question
the limits of sentience,
but also their fur-sheathed bodies
dormant on hardwood floors:
their sleep, an unseemly schrödinger’s
superposition of rigor mortis and rest;

about the boyish indignation—no, fury—i felt
at having you order the same glasses frames,
i wear, because oversized lens, gold and tortoise shell,
champagne-colored acetate and dark gunmetal
belong to me because i found it first,
because i staked my claim to this identity
and way of life before you could grit your teeth
and claim your own queerness for yourself;

i hate it when you wait for me
during passing periods, armed always
with a patronizing compliment and a hug;
i hate that you can hold car keys
without fear or apprehension
and learned to drive (confidently)
far before i did;
i hate that you too, want ampules
upon ampules of oils and serums and creams
resting on your bathroom vanity,
in hopes of assuaging the invisible
angry red lumps framing your face;
i can spare no more peroxide for your countenance
because you refuse to realize that it takes
one to sting before they heal;

how many times have you
much like myself, vuestra elocuencia,
(unsung martyr of my elegies, clavel temprano
verde, gesto de rosa y de azucena)
much like myself, appraised those
tempting porcelain figures
with careful eye and quick-witted tongue,
a façade of feigned indifference
but hunger that ached to
keep you alive not on food nor drink,
but adrenaline, poring over pores
polaroids, and presagios,
head clenched between your knees in fetal pose
whispering mantras of "hermoso, hermoso"
and "are you too, like me?"
over and over with the sporadic breath
clenched in the colic chasm of your gut,
with monastic allegiance to your burden;

sé de un amor que no se atreve a decir su nombre—
i know of a love that dare not speak its name—
(but i am not love and love is not me,
so i will shout my nocturnes and sonnets
to the burgeoning night—without fear

all the words of english and spanish
would not even begin to describe
our doleful plight, dios mío:

i will have flesh shiny and taut as apples
between my jaws like a suckling pig
on the table of our feasting;

i will have the coarse-grained driftwood
of your pleasure shred and splinter my throat raw,
until voice hoarse and breath ragged,
your name is the only one that
comes to my lips;

tan largo me lo fiáis.

might i find port and asylum in your shallows?
might i find deception and deceit in your craggy promontories?
might i find barbed wire in your jungle and poison in your tributaries?
might my lágrimas sucias find rest in your age-old cobbles?

when our crystal cruets run empty,
we will press oil from our own olives;
perhaps more bitter than herbaceous,
maybe more astringent than fruit-like,
but it will be ours and ours alone
to anoint our hands and feet
and our hands and feet alone.

before you ask a poet for
counsel, friendship, love…
be certain you can brave
our collateral damage,
before you too, are nothing
but tephra, the shards that
remain after cataclysm

there is blood on my fingers
and i am unsure of where it is from
there is not even a pyrrhic victory,
not art nor vanguardism
in a war of attrition:
only decay, surreally ever-constant.

~fin.
inspired by the art of the menil collection, the life of federico garcía lorca, our fields of study in spanish v literature, 50s postwar greaser culture, the photography of bruce davidson, and s.e. hinton’s the outsiders.

— The End —