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Mujer de la falda larga,
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa

Tu falda como el manto de la Guadalupana,
Cúbrenos a tus hermanas,
Y entre llantos y despedidas
Sabemos que las grandes como tú nunca se olvidan,

Que cada llanto es un poema de vida
Que allá en la casa del cielo
Tú sigues cambiando vidas.

Mujer de la falda larga,
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa

Fronteras de piel y construcciones sociales
Madre de los desacatos radicales
Eterna reina
Entre adioses terrenales
Te conviertes en santa solidarizada con nosotros:
Los marginales

Los pobres, los inmigrantes, los jotos, los que no somos “normales”

Mujer de la falda larga,
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa

Confidente y adversaria
Mujer revolucionaria
Mujer de la falda larga
Cúbrenos bajo tu manto
Y llévanos a ese mundo
Ese mundo que tú imaginaste
A esa tierra por la que luchaste
Grande, dulce, poderosa
Diosa
Diosa.
Piramidal, funesta de la tierra
nacida sombra, al cielo encaminaba
de vanos obeliscos ***** altiva,
escalar pretendiendo las estrellas;
si bien sus luces bellas
esemptas siempre, siempre rutilantes,
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la vaporosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes,
que su atezado ceño
al superior convexo aún no llegaba
del orbe de la diosa
que tres veces hermosa
con tres hermosos rostros ser ostenta;
quedando sólo dueño
del aire que empañaba
con el aliento denso que exhalaba.
Y en la quietud contenta
de impero silencioso,
sumisas sólo voces consentía
de las nocturnas aves
tan oscuras tan graves,
que aún el silencio no se interrumpía.
Con tardo vuelo, y canto, de él oído
mal, y aún peor del ánimo admitido,
la avergonzada Nictímene acecha
de las sagradas puertas los resquicios
o de las claraboyas eminentes
los huecos más propicios,
que capaz a su intento le abren la brecha,
y sacrílega llega a los lucientes
faroles sacros de perenne llama,
que extingue, sino inflama
en licor claro la materia crasa
consumiendo; que el árbol de Minerva
de su fruto, de prensas agravado,
congojoso sudó y rindió forzado.
Y aquellas que su casa
campo vieron volver, sus telas yerba,
a la deidad de Baco inobedientes
ya no historias contando diferentes,
en forma si afrentosa transformadas
segunda forman niebla,
ser vistas, aun temiendo en la tiniebla,
aves sin pluma aladas:
aquellas tres oficiosas, digo,
atrevidas hermanas,
que el tremendo castigo
de desnudas les dio pardas membranas
alas, tan mal dispuestas
que escarnio son aun de las más funestas:
éstas con el parlero
ministro de Plutón un tiempo, ahora
supersticioso indicio agorero,
solos la no canora
componían capilla pavorosa,
máximas negras, longas entonando
y pausas, más que voces, esperando
a la torpe mensura perezosa
de mayor proporción tal vez que el viento
con flemático echaba movimiento
de tan tardo compás, tan detenido,
que en medio se quedó tal vez dormido.
Este. pues, triste son intercadente
de la asombrosa turba temerosa,
menos a la atención solicitaba
que al suelo persuadía;
antes si, lentamente,
si su obtusa consonancia espaciosa
al sosiego inducía
y al reposo los miembros convidaba,
el silencio intimando a los vivientes,
uno y otro sellando labio obscuro
con indicante dedo, Harpócrates la noche silenciosa;
a cuyo, aunque no duro, si bien imperioso
precepto, todos fueron obedientes.
El viento sosegado, el can dormido:
éste yace, aquél quedo,
los átomos no mueve
con el susurro hacer temiendo leve,
aunque poco sacrílego ruido,
violador del silencio sosegado.
El mar, no ya alterado,
ni aún la instable mecía
cerúlea cuna donde el sol dormía;
y los dormidos siempre mudos peces,
en los lechos 1amosos
de sus obscuros senos cavernosos,
mudos eran dos veces.
Y entre ellos la engañosa encantadora
Almone, a los que antes
en peces transformó simples amantes,
transformada también vengaba ahora.
En los del monte senos escondidos
cóncavos de peñascos mal formados,
de su esperanza menos defendidos
que de su obscuridad asegurados,
cuya mansión sombría
ser puede noche en la mitad del día,
incógnita aún al cierto
montaraz pie del cazador experto,
depuesta la fiereza
de unos, y de otros el temor depuesto,
yacía el vulgo bruto,
a la naturaleza
el de su potestad vagando impuesto,
universal tributo.
Y el rey -que vigilancias afectaba-
aun con abiertos ojos no velaba.
El de sus mismos perros acosado,
monarca en otro tiempo esclarecido,
tímido ya venado,
con vigilante oído,
del sosegado ambiente,
al menor perceptible movimiento
que los átomos muda,
la oreja alterna aguda
y el leve rumor siente
que aun le altera dormido.
Y en 1a quietud del nido,
que de brozas y lodo instable hamaca
formó en la más opaca
parte del árbol, duerme recogida
la leve turba, descansando el viento
del que le corta alado movimiento.
De Júpiter el ave generosa
(como el fin reina) por no darse entera
al descanso, que vicio considera
si de preciso pasa, cuidadosa
de no incurrir de omisa en el exceso,
a un sólo pie librada fía el peso
y en otro guarda el cálculo pequeño,
despertador reloj del leve sueño,
porque si necesario fue admitido
no pueda dilatarse continuado,
antes interrumpido
del regio sea pastoral cuidado.
¡Oh de la majestad pensión gravosa,
que aun el menor descuido no perdona!
Causa quizá que ha hecho misteriosa,
circular denotando la corona
en círculo dorado,
que el afán es no menos continuado.
El sueño todo, en fin, lo poseía:
todo. en fin, el silencio lo ocupaba.
Aun el ladrón dormía:
aun el amante no se desvelaba:
el conticinio casi ya pasando
iba y la sombra dimidiaba, cuando
de las diurnas tareas fatigados
y no sólo oprimidos
del afán ponderosos
del corporal trabajo, más cansados
del deleite también; que también cansa
objeto continuado a 1os sentidos
aún siendo deleitoso;
que la naturaleza siempre alterna
ya una, ya otra balanza,
distribuyendo varios ejercicios,
ya al ocio, ya al trabajo destinados,
en el fiel infiel con que gobierna
la aparatosa máquina del mundo.
Así pues, del profundo
sueño dulce los miembros ocupados,
quedaron los sentidos
del que ejercicio tiene ordinario
trabajo, en fin, pero trabajo amado
-si hay amable trabajo-
si privados no, al menos suspendidos.
Y cediendo al retrato del contrario
de la vida que lentamente armado
cobarde embiste y vence perezoso
con armas soñolientas,
desde el cayado humilde al cetro altivo
sin que haya distintivo
que el sayal de la púrpura discierna;
pues su nivel, en todo poderoso,
gradúa por esemptas
a ningunas personas,
desde la de a quien tres forman coronas
soberana tiara
hasta la que pajiza vive choza;
desde la que el Danubio undoso dora,
a la que junco humilde, humilde mora;
y con siempre igual vara
(como, en efecto, imagen poderosa
de la muerte) Morfeo
el sayal mide igual con el brocado.
El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da el día por gastado,
solamente dispensa,
remota, si del todo separada
no, a los de muerte temporal opresos,
lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo,
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
un cadáver con alma,
muerto a la vida y a la muerte vivo,
de lo segundo dando tardas señas
el de reloj humano
vital volante que, sino con mano,
con arterial concierto, unas pequeñas
muestras, pulsando, manifiesta lento
de su bien regulado movimiento.
Este, pues, miembro rey y centro vivo
de espíritus vitales,
con su asociado respirante fuelle
pulmón, que imán del viento es atractivo,
que en movimientos nunca desiguales
o comprimiendo yo o ya dilatando
el musculoso, claro, arcaduz blando,
hace que en él resuelle
el que le circunscribe fresco ambiente
que impele ya caliente
y él venga su expulsión haciendo activo
pequeños robos al calor nativo,
algún tiempo llorados,
nunca recuperados,
si ahora no sentidos de su dueño,
que repetido no hay robo pequeño.
Estos, pues, de mayor, como ya digo,
excepción, uno y otro fiel testigo,
la vida aseguraban,
mientras con mudas voces impugnaban
la información, callados los sentidos
con no replicar sólo defendidos;
y la lengua, torpe, enmudecía,
con no poder hablar los desmentía;
y aquella del calor más competente
científica oficina
próvida de los miembros despensera,
que avara nunca v siempre diligente,
ni a la parte prefiere más vecina
ni olvida a la remota,
y, en ajustado natural cuadrante,
las cuantidades nota
que a cada cual tocarle considera,
del que alambicó quilo el incesante
calor en el manjar que medianero
piadoso entre él y el húmedo interpuso
su inocente substancia,
pagando por entero
la que ya piedad sea o ya arrogancia,
al contrario voraz necio la expuso
merecido castigo, aunque se excuse
al que en pendencia ajena se introduce.
Esta, pues, si no fragua de Vulcano,
templada hoguera del calor humano,
al cerebro enviaba
húmedos, mas tan claros los vapores
de los atemperados cuatro humores,
que con ellos no sólo empañaba
los simulacros que la estimativa
dio a la imaginativa,
y aquesta por custodia más segura
en forma ya más pura
entregó a la memoria que, oficiosa,
gravó tenaz y guarda cuidadosa
sino que daban a la fantasía
lugar de que formase
imágenes diversas y del modo
que en tersa superficie, que de faro
cristalino portento, asilo raro
fue en distancia longísima se veían,
(sin que ésta le estorbase)
del reino casi de Neptuno todo,
las que distantes le surcaban naves.
Viéndose claramente,
en su azogada luna,
el número, el tamaño y la fortuna
que en la instable campaña transparente
arriesgadas tenían,
mientras aguas y vientos dividían
sus velas leves y sus quillas graves,
así ella, sosegada, iba copiando
las imágenes todas de las cosas
y el pincel invisible iba formando
de mentales, sin luz, siempre vistosas
colores. las figuras,
no sólo ya de todas las criaturas
sublunares, mas aun también de aquellas
que intelectuales claras son estrellas
y en el modo posible
que concebirse puede lo invisible,
en sí mañosa las representaba
y al alma las mostraba.
La cual, en tanto, toda convertida
a su inmaterial ser y esencia bella,
aquella contemplaba,
participada de alto ser centella,
que con similitud en sí gozaba.
I juzgándose casi dividida
de aquella que impedida
siempre la tiene, corporal cadena
que grosera embaraza y torpe impide
el vuelo intelectual con que ya mide
la cuantidad inmensa de la esfera,
ya el curso considera
regular con que giran desiguales
los cuerpos celestiales;
culpa si grave, merecida pena,
torcedor del sosiego riguroso
de estudio vanamente juicioso;
puesta a su parecer, en la eminente
cumbre de un monte a quien el mismo Atlante
que preside gigante
a los demás, enano obedecía,
y Olimpo, cuya sosegada frente,
nunca de aura agitada
consintió ser violada,
aun falda suya ser no merecía,
pues las nubes que opaca son corona
de la más elevada corpulencia
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra,
apenas densa zona
de su altiva eminencia
o a su vasta cintura
cíngulo tosco son, que mal ceñido
o el viento lo desata sacudido
o vecino el calor del sol, lo apura
a la región primera de su altura,
ínfima parte, digo, dividiendo
en tres su continuado cuerpo horrendo,
el rápido no pudo, el veloz vuelo
del águila -que puntas hace al cielo
y el sol bebe los rayos pretendiendo
entre sus luces colocar su nido-
llegar; bien que esforzando
mas que nunca el impulso, ya batiendo
las dos plumadas velas, ya peinando
con las garras el aire, ha pretendido
tejiendo de los átomos escalas
que su inmunidad rompan sus dos alas.
Las pirámides dos -ostentaciones
de Menfis vano y de la arquitectura
último esmero- si ya no pendones
fijos, no tremolantes, cuya altura
coronada de bárbaros trofeos,
tumba y bandera fue a los Ptolomeos,
que al viento, que a las nubes publicaba,
si ya también el cielo no decía
de su grande su siempre vencedora
ciudad -ya Cairo ahora-
las que, porque a su copia enmudecía
la fama no contaba
gitanas glorias, menéficas proezas,
aun en el viento, aun en el cielo impresas.
Estas que en nivelada simetría
su estatura crecía
con tal disminución, con arte tanto,
que cuánto más al cielo caminaba
a la vista que lince la miraba,
entre los vientos se desaparecía
sin permitir mirar la sutil *****
que al primer orbe finge que se junta
hasta que fatigada del espanto,
no descendida sino despeñada
se hallaba al pie de la espaciosa basa.
Tarde o mal recobrada
del desvanecimiento,
que pena fue no escasa
del visual alado atrevimiento,
cuyos cuerpos opacos
no al sol opuestos, antes avenidos
con sus luces, si no confederados
con él, como en efecto confiantes,
tan del todo bañados
de un resplandor eran, que lucidos,
nunca de calurosos caminantes
al fatigado aliento, a los pies flacos
ofrecieron alfombra,
aun de pequeña, aun de señal de sombra.
Estas que glorias ya sean de gitanas
o elaciones profanas,
bárbaros hieroglíficos de ciego
error, según el griego,
ciego también dulcísimo poeta,
si ya por las que escribe
aquileyas proezas
o marciales, de Ulises, sutilezas,
la unión no le recibe
de los historiadores o le acepta
cuando entre su catálogo le cuente,
que gloría más que número le aumente,
de cuya dulce serie numerosa
fuera más fácil cosa
al temido Jonante
el rayo fulminante
quitar o la pescada
a Alcídes clava herrada,
que un hemistiquio solo
-de los que le: dictó propicio Apolo-
según de Homero digo, la sentencia.
Las pirámides fueron materiales
tipos solos, señales exteriores
de las que dimensiones interiores
especies son del alma intencionales
que como sube en piramidal *****
al cielo la ambiciosa llama ardiente,
así la humana mente
su figura trasunta
y a la causa primera siempre aspira,
céntrico punto donde recta tira
la línea, si ya no circunferencia
que contiene infinita toda esencia.
Estos pues, montes dos artificiales,
bien maravillas, bien milagros sean,
y aun aquella blasfema altiva torre,
de quien hoy dolorosas son señales
no en piedras, sino en lenguas desiguales
porque voraz el tiempo no ]as borre,
los idiomas diversos que escasean
el sociable trato de las gentes
haciendo que parezcan diferentes
los que unos hizo la naturaleza,
de la lengua por solo la extrañeza; .
si fueran comparados
a la mental pirámide elevada,
donde, sin saber como colocada
el alma se miró, tan atrasados
se hallaran que cualquiera
graduara su cima por esfera,
pues su ambicioso anhelo,
haciendo cumbre de su propio vuelo,
en lo más eminente
la encumbró parte de su propia mente,
de sí tan remontada que creía
que a otra nueva región de sí salía.
En cuya casi elevación inmensa,
gozosa, mas suspensa,
suspensa, pero ufana
y atónita, aunque ufana la suprema
de lo sublunar reina soberana,
la vista perspicaz libre de antojos
de sus intelectuales y bellos ojos,
sin que distancia tema
ni de obstáculo opaco se recele,
de que interpuesto algún objeto cele,
libre tendió por todo lo criado,
cuyo inmenso agregado
cúmulo incomprehensible
aunque a la vista quiso manifiesto
dar señas de posible,
a la comprehensión no, que entorpecida
con la sobra de objetos y excedida
de la grandeza de ellos su potencia,
retrocedió cobarde,
tanto no del osado presupuesto
revocó la intención arrepentida,
la vista que intentó descomedida
en vano hacer alarde
contra objeto que excede en excelencia
las líneas visuales,
contra el sol, digo, cuerpo luminoso,
cuyos rayos castigo son fogoso,
de fuerzas desiguales
despreciando, castigan rayo a rayo
el confiado antes atrevido
y ya llorado ensayo,
necia experiencia que costosa tanto
fue que Icaro ya su propio llanto
lo anegó enternecido
como el entendimiento aquí vencido,
no menos de la inmensa muchedumbre
de tanta maquinosa pesadumbre
de diversas especies conglobado
esférico compuesto,
que de las cualidades
de cada cual cedió tan asombrado
que, entre la copia puesto,
pobre con ella en las neutralidades
de un mar de asombros, la elección confusa
equívoco las ondas zozobraba.
Y por mirarlo todo; nada veía,
ni discernir podía,
bota la facultad intelectiva
en tanta, tan difusa
incomprensible especie que miraba
desde el un eje en que librada estriba
la máquina voluble de la esfera,
el contrapuesto polo,
las partes ya no sólo,
que al universo todo considera
serle perfeccionantes
a su ornato no más pertenecientes;
mas ni aun las que ignorantes;
miembros son de su cuerpo dilatado,
proporcionadamente competentes.
Mas como al que ha usurpado
diuturna obscuridad de los objetos
visibles los colores
si súbitos le asaltan resplandores,
con la sombra de luz queda más ciego:
que el exceso contrarios hace efectos
en la torpe potencia, que la lumbre
del sol admitir luego
no puede por la falta de costumbre;
y a la tiniebla misma que antes era
tenebroso a la vista impedimento,
de los agravios de la luz apela
y una vez y otra con la mano cela
de los débiles ojos deslumbrados
los rayos vacilantes,
sirviendo va piadosa medianera
la sombra de instrumento
para que recobrados
por grados se habiliten,
porque después constantes
su operación más firme ejerciten.
Recurso natural, innata ciencia
que confirmada ya de la experiencia,
maestro quizá mudo,
retórico ejemplar inducir pudo
a uno y otro galeno
para que del mortífero veneno,
en bien proporcionadas cantidades,
escrupulosamente regulando
las ocultas nocivas cualidades,
ya por sobrado exceso
de cálidas o frías,
o ya por ignoradas simpatías
o antipatías con que van obrando
las causas naturales su progreso,
a la admiración dando, suspendida,
efecto cierto en causa no sabida,
con prolijo desvelo y remirada,
empírica
Madrid quedó vacía
sólo estamos los otros
y por eso
se siente la presencia de las plazas
los jardines y fuentes
los parques y glorietas

como siempre en verano
madrid se ha convertido
en una calma unánime
pero agradece nuestra permanencia
a contrapelo de los más

es un agosto de eclosión privada
sin mercaderes ni paraguas
sin comitivas ni mitines
en ningún otro mes del larguísimo año
existe enlace tan sutil
entre la poderosa
metrópoli
y nosotros pecadores afortunadamente
los árboles han vuelto a ser
protagonistas del aire gratuito
como antes
cuando los ecologistas
no eran todavía imprescindibles

también los pájaros disfrutan
ala batiente de una urbe
que inesperadamente se transforma
en vivible y volable

los madrileños han huido
a la montaña y a marbella
a ciudadela y benidorm
a formentor y tenerife

y nos entregan sin malicia
a los otros que ahora
por fin somos nosotros
un madrid sorprendente
casi vacante       despejado
limpio de hollín y disponible
en él andamos como dueños
tercermundistas del arrobo
en solidarias pulcras avenidas
sudando con unción la gota gorda

el verano no es tiempo de fragor
sino de verde tregua

empalagados del rencor insomne
estamos como nunca
dispuestos a la paz

en el rato estival
la historia se detiene
y todos descubrimos una vida postiza
pero cuando el asueto se termine
volverán a sonar
las bocinas los gritos las sirenas los mueras y los vivas
bombas y zambombazos
y las dulces metódicas campanas
durante tres fecundas estaciones
nadie se acordará
de pájaros y árboles
Victor Marques May 2014
A palavra amor é mágica e exala perfume em todas as suas vertentes. O amor não pode servir de veículo para conseguir aquilo que se pode fazer ou através dele obter. ?
O amor que vivemos neste mundo é sermos felizes e fazer os outros também. Existem amores que se complementam, que unem raças, religiões, pessoas, e que acima de tudo prevalecem mesmo depois da morte.
    Um amor sem contrapartidas, sem limites, sem contratos que parecem ofuscar a leveza do amor. Existem amores nobres, solidários, palpáveis, celestiais,  universais que nos faz pensar, sempre sentir o verdadeiro significado do amor.  Existem tantos acontecimentos na nossa sociedade em que o ser humano procura desmesuradamente um trabalho fácil, um abraço, um obrigado, um amor amigo. O ser humano se abandona por vezes ao capricho de ser amado, bajulado sem no entanto,  se aperceber que o amor é algo muito bem mais importante, grandioso aos olhos de todos aqueles que se dedicam com pureza aos outros seres.
    Por vezes nada podemos fazer para conseguir amar quem queremos amar...
Demos voltas e voltas e procuramos amigos, amor em tantos deleites que o mundo nos oferece materialmente. Deixámos o amor espiritual num patamar nunca lembrado. As crianças têm uma grande predisposição para dar um beijo,  um salto, um abraço,  um sorriso, para dar amor de uma forma livre,  linda e gratuita. Elas são puras, sinceras, choram , riem, prostestam e amam descaradamente tudo o que as rodeia.  Vêem nos animais ternura, carinho, e porque não amor....
    Existem algumas pessoas que não deixam entrar nelas o verdadeiro significado da palavra amor. Existem tantos acontecimentos na nossa vida em que o amor se manifesta de uma forma muito simples e familiar: casamento, baptizado, comunhão, morte ...
    Amor parece existir desde sempre. Quantas noites na vida do ser humano parece que tudo se perdeu!
Até o próprio amor se consome, se esvazia como um balão de ar que rebenta com uma alfinetada. O amor é uma arte de se comprometer com tudo o que existe, com o universo preciso, e respeitar as leis sublimes de um Deus Criador?
     Tantos seres humanos que parecendo insignificantes tem tanto amor para dar, para partilhar.  Nascemos e nem sequer sabemos se foi por amor ou por um desejo egoísta da busca de simples prazer....
O amor deveria ser um elevar da alma,  uma força poderosa de tudo conciliar e amar.

Com amor

Victor Marques
Amor, palavra, vida, seres
quiero escribirte mil gordas,
gordas formadas en líneas,
gordas tiradas en el pasto,
gordas con sus lonjas libres y sin fajas ni pantalones dos tallas menos que asfixien los tejidos de mi piel:
quiero cantarte una gorda canción.

gordas pinches gordas,
gordo el culo gordo el corazón,
gordas las piernas y los muslos,
las caderas.... tentación.

gordas !gordas son las anchas glorietas de la avenida gorda de la ciudad gorda donde todos los gordos y las gordas bailan un son que dice:

tu eres golosa golosa y glotona, tu eres golosa golosa y glotona,
pinche gorda poderosa
tu eres fuerte tu eres diosa
tus curvas son deliciosas
templo lavado con miel
para mi tu eres sagrada
dulce, fuerte y cotizada

gorda tu eres toda gorda,
vos sos toda gorda,
amante gorda,
gorda estudiante,
gorda madre,
gorda hija,
gorda espíritu santa.

¡bienvenidos a gordaztlan!
donde mandamos las gordas
y nuestro proceso de colonización conlleva amar nuestras lonjas,
nuestra panza, nuestras chichotas.

¡donde nada es imperfecto!
ni el lunar bajo del labio,
ni los pelos de la panocha.

¡pasen pasen! por las anchas puertas de nuestro gordo destino,
dicen que la vida es flaca
pero gordo es el camino,
en una mano el elote
en la otra mano el pepino,

con tortillas, chile gordo,
gordolagas con tocino.

¡gorda! ¡gorda!
sube tallas
¡y ven a bailar conmigo!
Miguel Serrano Dec 2015
Existe una ciudad de cuarzo exquisita
cuyas rosadas calles yo recorrí
siguiendo su sinuosidad caprichosa
en ensoñaciones o tiempos de ensueño;
contemplé su nimbada altura de sol
en un baño de anochecientes tinturas
que raro artista podrá nunca pintar.

Mis ojos velados de recuerdos hoy
reflejan las puertas cerradas, oscuras;
los muros, cercantes con custodio rol,
que se alzan, fieros y hostiles, ante mí.
Yo hago frente, y grito con voz poderosa
mas no caen los muros y voy a quedar
fuera de la ciudad de cuarzo exquisita.
I wrote this poem quite a long time ago, never uploaded it cause it was written in Spanish though; but I don´t care anymore. It was meant to be longer, but the circumstances changed and I couldn't finish it, not as it was supposed to be.
[ ]
mira los objetos
dispuestos tan orgánicamente

míralos ahí
castos y sumisos

míralos desde esa luz
servicial que nos devela
la poderosa mirada propia

mira la luz
eterna en su carácter
de signo y energía

mírala anidar
en los objetos que miramos

mira cómo germina
en nuestro conocimiento del mundo
(un viejo poema del 2008 o 2009)
América, de un grano
de maíz te elevaste
hasta llenar
de tierras espaciosas
el espumoso
océano.
Fue un grano de maíz tu geografía.
El grano
adelantó una lanza verde,
la lanza verde se cubrió de oro
y engalanó la altura
del Perú con su pámpano amarillo.

Pero, poeta, deja
la historia en su mortaja
y alaba con tu lira
al grano en sus graneros:
canta al simple maíz de las cocinas.

Primero suave barba
agitada en el huerto
sobre los tiernos dientes
de la joven mazorca.
Luego se abrió el estuche
y la fecundidad rompió sus velos
de pálido papiro
para que se desgrane
la risa del maíz sobre la tierra.

A la piedra
en tu viaje, regresabas.
No a la piedra terrible,
al sanguinario
triángulo de la muerte mexicana,
sino a la piedra de moler,
sagrada
piedra de nuestras cocinas.
Allí leche y materia,
poderosa y nutricia
pulpa de los pasteles
llegaste a ser movida
por milagrosas manos
de mujeres morenas.

Donde caigas, maíz,
en la olla ilustre
de las perdices o entre los fréjoles
campestres, iluminas
la comida y le acercas
el virginal sabor de tu substancia.

Morderte,
panocha de maíz, junto al océano
de cantara remota y vals profundo.
Hervirte
y que tu aroma
por las sierras azules
se despliegue.

Pero, dónde
no llega
tu tesoro?

En las tierras marinas
y calcáreas,
peladas, en las rocas
del litoral chileno,
a la mesa desnuda
del minero
a veces sólo llega
la claridad de tu mercadería.

Puebla tu luz, tu harina, tu esperanza
la soledad de América,
y el hambre
considera tus lanzas
legiones enemigas.

Entre tus hojas como
suave guiso
crecieron nuestros graves corazones
de niños provincianos
y comenzó la vida
a desgranarnos.
Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel.Murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder.Deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como al través de un tul.Colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris
que nadan en la luz.Ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás.Memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar.Actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin riendas que le guíen,
caballo volador.Locura que el espíritu
exalta y desfallece,
embriaguez divina
del genio creador...
                                        Tal es la inspiración.Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro
y entre las sombras hace
la luz aparecer.Brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel.Hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el zenít.Inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir.Armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás.Cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal.Atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción.Raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga,
oasis que al espíritu
devuelve su vigor...
Tal es nuestra razón.Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan sólo al genio es dado
a un yugo atar las dos.
Fabio, las esperanzas cortesanas
Prisiones son do el ambicioso muere
Y donde al más astuto nacen canas.

El que no las limare o las rompiere,
Ni el nombre de varón ha merecido,
Ni subir al honor que pretendiere.

El ánimo plebeyo y abatido
Elija, en sus intentos temeroso,
Primero estar suspenso que caído;

Que el corazón entero y generoso
Al caso adverso inclinará la frente
Antes que la rodilla al poderoso.

Más triunfos, más coronas dio al prudente
Que supo retirarse, la fortuna,
Que al que esperó obstinada y locamente.

Esta invasión terrible e importuna
De contrario sucesos nos espera
Desde el primer sollozo de la cuna.

Dejémosla pasar como a la fiera
Corriente del gran Betis, cuando airado
Dilata hasta los montes su ribera.

Aquel entre los héroes es contado
Que el premio mereció, no quien le alcanza
Por vanas consecuencias del estado.

Peculio propio es ya de la privanza
Cuanto de Astrea fue, cuando regía
Con su temida espada y su balanza.

El oro, la maldad, la tiranía
Del inicuo procede y pasa al bueno.
¿Qué espera la virtud o qué confía?

Ven y reposa en el materno seno
De la antigua Romúlea, cuyo clima
Te será más humano y más sereno.

Adonde por lo menos, cuando oprima
Nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno:
«Blanda le sea», al derramarla encima;

Donde no dejarás la mesa ayuno
Cuando te falte en ella el pece raro
O cuando su pavón nos niegue Juno.

Busca pues el sosiego dulce y caro,
Como en la obscura noche del Egeo
Busca el piloto el eminente faro;

Que si acortas y ciñes tu deseo
Dirás: «Lo que desprecio he conseguido;
Que la opinion ****** es devaneo».

Más precia el ruiseñor su pobre nido
De pluma y leves pajas, más sus quejas
En el bosque repuesto y escondido,

Que halagar lisonjero las orejas
De algun príncipe insigne; aprisionado
En el metal de las doradas rejas.

Triste de aquel que vive destinado
A esa antigua colonia de los vicios,
Augur de los semblantes del privado.

Cese el ansia y la sed de los oficios;
Que acepta el don y burla del intento
El ídolo a quien haces sacrificios.

Iguala con la vida el pensamiento,
Y no le pasarás de hoy a mañana,
Ni quizá de un momento a otro momento.

Casi no tienes ni una sombra vana
De nuestra antigua Itálica, y ¿esperas?
¡Oh error perpetuo de la suerte humana!

Las enseñas grecianas, las banderas
Del senado y romana monarquía
Murieron, y pasaron sus carreras.

¿Qué es nuestra vida más que un breve día
Do apena sale el sol cuando se pierde
En las tinieblas de la noche fría?

¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
Seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!
¿Será que de este sueño me recuerde?

¿Será que pueda ver que me desvío
De la vida viviendo, y que está unida
La cauta muerte al simple vivir mío?

Como los ríos, que en veloz corrida
Se llevan a la mar, tal soy llevado
Al último suspiro de mi vida.

De la pasada edad ¿qué me ha quedado?
O ¿qué tengo yo, a dicha, en la que espero,
Sin ninguna noticia de mi hado?

¡Oh, si acabase, viendo cómo muero,
De aprender a morir antes que llegue
Aquel forzoso término postrero;

Antes que aquesta mies inútil siegue
De la severa muerte dura mano,
Y a la común materia se la entregue!

Pasáronse las flores del verano,
El otoño pasó con sus racimos,
Pasó el invierno con sus nieves cano;

Las hojas que en las altas selvas vimos
Cayeron, ¡y nosotros a porfía
En nuestro engaño inmóviles vivimos!

Temamos al Señor que nos envía
Las espigas del año y la hartura,
Y la temprana pluvia y la tardía.

No imitemos la tierra siempre dura
A las aguas del cielo y al arado,
Ni la vid cuyo fruto no madura.

¿Piensas acaso tú que fue criado
El varón para rayo de la guerra,
Para surcar el piélago salado,

Para medir el orbe de la tierra
Y el cerco donde el sol siempre camina?
¡Oh, quien así lo entiende, cuánto yerra!

Esta nuestra porción, alta y divina,
A mayores acciones es llamada
Y en más nobles objetos se termina.

Así aquella que al hombre sólo es dada,
Sacra razón y pura, me despierta,
De esplendor y de rayos coronada;

Y en la fría región dura y desierta
De aqueste pecho enciende nueva llama,
Y la luz vuelve a arder que estaba muerta.

Quiero, Fabio, seguir a quien me llama,
Y callado pasar entre la gente,
Que no afecto los nombres ni la fama.

El soberbio tirano del Oriente
Que maciza las torres de cien codos
Del cándido metal puro y luciente

Apenas puede ya comprar los modos
Del pecar; la virtud es más barata,
Ella consigo misma ruega a todos.

¡Pobre de aquel que corre y se dilata
Por cuantos son los climas y los mares,
Perseguidor del oro y de la plata!

Un ángulo me basta entre mis lares,
Un libro y un amigo, un sueño breve,
Que no perturben deudas ni pesares.

Esto tan solamente es cuanto debe
Naturaleza al simple y al discreto,
Y algún manjar común, honesto y leve.

No, porque así te escribo, hagas conceto
Que pongo la virtud en ejercicio:
Que aun esto fue difícil a Epicteto.

Basta al que empieza aborrecer el vicio,
Y el ánimo enseñar a ser modesto;
Después le será el cielo más propicio.

Despreciar el deleite no es supuesto
De sólida virtud; que aun el vicioso
En sí propio le nota de molesto.

Mas no podrás negarme cuán forzoso
Este camino sea al alto asiento,
Morada de la paz y del reposo.

No sazona la fruta en un momento
Aquella inteligencia que mensura
La duración de todo a su talento.

Flor la vimos primero hermosa y pura,
Luego materia acerba y desabrida,
Y perfecta después, dulce y madura;

Tal la humana prudencia es bien que mida
Y dispense y comparta las acciones
Que han de ser compañeras de la vida.

No quiera Dios que imite estos varones
Que moran nuestras plazas macilentos,
De la virtud infames histriones;

Esos inmundos trágicos, atentos
Al aplauso común, cuyas entrañas
Son infaustos y oscuros monumentos.

¡Cuán callada que pasa las montañas
El aura, respirando mansamente!
¡Qué gárrula y sonante por las cañas!

¡Qué muda la virtud por el prudente!
¡Qué redundante y llena de ruido
Por el vano, ambicioso y aparente!

Quiero imitar al pueblo en el vestido,
En las costumbres sólo a los mejores,
Sin presumir de roto y mal ceñido.

No resplandezca el oro y los colores
En nuestro traje, ni tampoco sea
Igual al de los dóricos cantores.

Una mediana vida yo posea,
Un estilo común y moderado,
Que no lo note nadie que lo vea.

En el plebeyo barro mal tostado
Hubo ya quien bebió tan ambicioso
Como en el vaso múrrimo preciado;

Y alguno tan ilustre y generoso
Que usó, como si fuera plata neta,
Del cristal transparente y luminoso.

Sin la templanza ¿viste tú perfeta
Alguna cosa? ¡Oh muerte! ven callada,
Como sueles venir en la saeta,

No en la tonante máquina preñada
De fuego y de rumor; que no es mi puerta
De doblados metales fabricada.

Así, Fabio, me muestra descubierta
Su esencia la verdad, y mi albedrío
Con ella se compone y se concierta.

No te burles de ver cuánto confío,
Ni al arte de decir, vana y pomposa,
El ardor atribuyas de este brío.

¿Es por ventura menos poderosa
Que el vicio la virtud? ¿Es menos fuerte?
No la arguyas de flaca y temerosa.

La codicia en las manos de la suerte
Se arroja al mar, la ira a las espadas,
Y la ambición se ríe de la muerte.

Y ¿no serán siquiera tan osadas
Las opuestas acciones, si las miro
De más ilustres genios ayudadas?

Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
De cuanto simple amé; rompí los lazos.
Ven y verás al alto fin que aspiro,
Antes que el tiempo muera en nuestros brazos.
Sí, yo amaba lo azul con ardimiento:
las montañas excelsas, los sutiles
crespones de zafir del firmamento,
el piélago sin fin, cuyo lamento
arrulló mis ensueños juveniles.

Callaba mi laúd cuando despliega
cada estrella purísima su broche,
el universo en la quietud navega,
y la luna, hoz de plata, surge y siega
el haz d'espesas sombras de la noche.

Cantaba, si l'aurora descorría
en el Oriente sus rosados velos,
si el aljófar al campo descendía,
y el sol, urna de oro que se abría,
inundaba de luz todos los cielos.

Mas hoy amo la noche, la galana,
de dulce majestad, horas tranquilas
y solemnes, la nubia soberana,
la d'espléndida pompa americana:
¡la noche tropical de tus pupilas!

Hoy esquivo del alba los sonrojos,
su saeta de oro me maltrata,
y el corazón, sin pena y sin enojos,
tan sólo ante lo ***** de tus ojos
como el iris del búho se dilata.

¿Qu'encanto hubiera semejante al tuyo,
oh, noche mía? ¡Tu beldad me asombra!
Yo, qu'esplendores matutinos huyo,
¡dejo el alma que agite, cual cocuyo,
sus alas coruscantes en tu sombra!

Si siempre he de sentir esa mirada
fija en mi rostro, poderosa y tierna,
¡adiós, por siempre adiós, rubia alborada!;
doncella de la veste sonrosada:
¡que reine en mi redor la noche eterna!

¡Oh, noche! Ven a mí llena d'encanto;
mientras con vuelo misterioso avanzas,
nada más para ti será mi canto,
y en los brunos repliegues de tu manto,
su cáliz abrirán mis esperanzas...
Sobre la piel del cielo, sobre sus precipicios
se remontan los hombres. ¿Quién ha impulsado el vuelo?
Sonoros, derramados en aéreos ejercicios,
              raptan la piel del cielo.

Más que el cálido aceite, sí, más que los
motores,
el ímpetu mecánico del aparato alado,
cóleras entusiastas, geológicos rencores,
              iras les han llevado.

Les han llevado al aire, como un aire rotundo
que desde el corazón resoplara un plumaje.
Y ascienden y descienden sobre la piel del mundo
              alados de coraje.

En un avance cósmico de llamas y zumbidos
que aeródromos de pueblos emocionados lanzan,
los soldados del aire, veloces, esculpidos,
              acerados avanzan.

El azul se enardece y adquiere una alegría,
un movimiento, una juventud libre y clara,
lo mismo que si mayo, la claridad del día
              corriera, resonara.

Los estremecimientos del valor y la altura,
los enardecimientos del azul y el vacío:
el cielo retrocede sintiendo la hermosura
              como un escalofrío.

Impulsado, asombrado, perseguido, regresa
al aire al torbellino nativo y absorbente,
mientras evolucionan los héroes en su empresa
              inverosímilmente.

Es el mundo tan breve para un ala atrevida,
para una juventud con la audacia por pluma;
reducido es el cielo, poderosa la vida,
              domada y con espuma.

El vuelo significa la alegría más alta,
la agilidad más viva, la juventud más firme.
En la pasión del vuelo truena la luz, y exalta
              alas con que batirme.

Hombres que son capaces de volar bajo el suelo,
para quienes no hay ámbitos ni grandes ni imposibles,
con la mirada tensa, prorrumpen en el vuelo
              gladiadores, temibles.

Arrebatados, tensos, peligrosos, tajantes,
igual que una colmena de soles extendidos,
de astros motorizados, de cigarras tremantes,
              cruzan con sus bramidos.

Ni un paso de planetas, ni un tránsito de toros
batiéndose, volcándose por un desfiladero,
darán al universo ni acentos más sonoros
              ni resplandor más fiero.

Todos los aviadores tenéis este trabajo:
echar abajo el pájaro fraguador de cadenas,
las ciudades podridas abajo, y más abajo
              las cárceles, las penas.

En vuestra mano está la libertad del ala,
la libertad del mundo, soldados voladores:
y arrancaréis del cielo la codiciosa y mala
              hierba de otros motores.

El aire no os ofrece ni escudos ni barreras:
el esfuerzo ha de ser todo de vuestro impulso.
Y al polvo entregaréis el vuelo de las fieras
              abatido, convulso.

Si ardéis, si eso es posible, poseedores del fuego,
no dejaréis ceniza ni rastro, sino gloria.
Espejos sobrehumanos, iluminaréis luego
              la creación, la historia.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Marion Feb 2021
Todo lo que pude ser, tantas posibilidades como un nuevo y brillante verano,
La combinación perfecta, todo lo que pude ser, espontánea, deseada, copiada, querida.
Poderosa.
Llénate del sentimiento de todo lo que pudiste ser y ahora empieza a serlo.
Como el día que madura de hora en hora hasta no ser sino un instante inmenso,
Gran vasija de tiempo que zumba como una colmena, gran mazorca compacta de horas vivas,
Gran vasija de luz hasta los bordes henchida de su propia y poderosa sustancia,
Fruto violento y resonante que se mece entre la tierra y el cielo, suspendido como el trueno,
Entre la tierra y el cielo abriéndose como una flor gigantesca de pétalos invisibles,
Como el surtidor que al abrirse se derrumba en un blanco clamor de pájaros heridos,
Como la ola que avanza y se hincha y se despliega en una ancha sonrisa,
Como el perfume que asciende en una columna y se esparce en círculos,
Como una campana que tañe en el fondo de un lago,
Como el día y el fruto y la ola, como el tiempo que madura un año para dar un instante de belleza y colmarse a sí mismo con esa dicha instantánea,
La vi una tarde y una mañana y un mediodía y otra tarde y otra y otra
(Porque lo inesperado se repite y los milagros son cotidianos y están a nuestro alcance

Como el sol y la espiga y la ola y el fruto: basta abrir bien los ojos) y desde entonces creo en los árboles
Y a veces, bajo su sombra, he comido sin miedo los frutos de una amistad parecida a las manzanas
Y he conversado con ella y con su marido y su cuñado como hablan entre sí el agua y las hojas y las raíces.
Escondida debajo de tu armada,
Gime la mar, la vela llama al viento,
Y a las Lunas del Turco el firmamento
Eclipse les promete en tu jornada.

Quiere en las venas del Inglés tu espada
Matar la sed al Español sediento,
Y en tus armas el Sol desde su asiento
Mira su lumbre en rayos aumentada.

Por ventura la Tierra de envidiosa
Contra ti arma ejércitos triunfantes,
En sus monstruos soberbios poderosa;

Que viendo armar de rayos fulminantes,
O Júpiter, tu diestra valerosa,
Pienso que han vuelto al mundo los Gigantes.
William May 2018
Con zarcillos resaltantes
y una mirada penetrante
que me ruboriza
que me atemoriza

Una reina poderosa
gladiadora llena de gloria
con una coronita de dientes premolares
adornada con colillas de cigarros
que llevaba en el bolsillo

Fortalecida con un clítoris enorme
del tamaño de un dedo meñique
que a veces toco
y me baña
me baña de alegría
de pudor

De poesía
Es un horror sin nombre y un silencio profundo
el día del pecado se amortajaba el mundo;
y Adán, tras de cerrarse la puerta del Edén,
viendo que Eva lloraba, dijo: -«No temas, ven,
acércame tus labios y penetra en mi amor,
y ofrécele a mi carne toda tu carne en flor.
Ven y oprime mi pecho con tu pecho agitado,
y aprende a amar la vida renovando el pecado.

»¿Ves? Todo nos rechaza. Toda la creación
repudia nuestro crimen, vibra de indignación:
Dios retuerce los árboles con cólera funesta,
como un vaho de fuego que cruza la floresta,
y hace brotar volcanes y desborda los ríos;
los astros se estremecen llenos de escalofríos,
y el trueno y el relámpago turban la paz del cielo.
Vamos... ¿Qué importa? Desata como un velo
sobre el cuerpo desnudo tu hermosa cabellera;
que arda el bosque a tu paso, que la espina te hiera,
que el sol queme tu espalda, que te injurien los nidos,
que el animal salvaje te acuse con rugidos,
y que al ver como sangras en el zarzal, después
se enmarañen serpientes hambrientas a tus pies…

»Y no importa, no importa, pues si el amor te llena
se ilumina el destierro, se perfuma la arena;
y yo no puedo nada con este Edén perdido,
pues me lo llevo todo con tu cuerpo querido.

»Y aunque Dios destruyera la flor, el viento, el mar,
todo renacería cantando en tu mirar;
todo; rosas y estrellas; árboles y montañas,
pues la vida infinita florece en tus entrañas;
y, si las cosas mueren en torno a tu belleza,
tú eres más poderosa que la Naturaleza,
ahora que ya pecaste, ahora que eres mujer.

»Bendito aquel momento cuando vi amanecer
la vida en tu pecado y el amor en tu crimen.
Ahora que Dios nos odia, los besos nos redimen;
y, al amarte en la tierra, y al besarnos los dos,
¡la Tierra es más que el Cielo y el Hombre es más que Dios!»
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del *****! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
La gloria, con arrugas dejó su huella hundida
De ese gran Caballero sobre la faz, severa,
Y fulgor en su frente, que siempre irguió altanera,
Lleva, de las batallas en que jugó la vida.

En Costa-Firme, en valles y cumbres, su aguerrida
Y poderosa mano plantó la cruz doquiera,
Y del Ande condujo su familiar bandera
Hasta el golfo en que blanca se eleva la Florida.

Tu pincel en la tela, para los de su raza
Hace que surja ahora, bajo férrea coraza,
El noble antepasado, con su marcial decoro;

Y parece, anhelante, que su mirada busca,
En un cielo metálico cuyo fulgor ofusca,
El gran deslumbramiento de la Castilla de Oro.
Louise May 31
He cruzado los mares,
mientras cargaba mi propia cruz pesada.
He escalado los valles,
mientras cargo mis propias montañas.
Todo esto y más,
dudo que puedas hacerlo por tu cuenta.
Y es por eso que tú y yo somos diferentes.
No puedes ganar una guerra,
sin ser tu propio paraíso e isla.
No se puede saborear la victoria
sin lamer los terrenos del Gólgota.
Todo esto y más,
seguro de que no lo sabrías si no te lo dijera.
Y es por eso que tú y yo no somos iguales.
He surcado mares de fuego,
mis dientes salieron más fuertes
que cien coronas.
He cavado mi propia tumba,
y regresé más poderosa
que mil mesías.
Y por eso soy reina, una eterna.
Y por qué eres sólo un hombre, un mortal.
"Santa Cruz de Siquijor" trilogy, 3 of 3
Benjamin Rain May 2023
Hay ocasiones en las que contemplamos la belleza de la noche y nos inspiramos en su magnitud para reflexionar sobre la simplicidad de las cosas más básicas en la vida. Tal vez, mirando hacia el cielo estrellado, nos damos cuenta de la importancia de las matemáticas en nuestra existencia.

La suma, por ejemplo, es uno de los conceptos más básicos de la matemática, pero a veces lo pasamos por alto. ¿Quién hubiera pensado que al sumar el número uno consigo mismo, obtendríamos como resultado dos? Parece tan simple, pero es una verdad innegable.

En un mundo donde a menudo nos complicamos la vida con cosas innecesarias, es importante recordar la importancia de lo básico y simple. La suma es una herramienta poderosa en la vida cotidiana, desde el manejo de nuestras finanzas hasta la resolución de problemas complejos.

Así que, la próxima vez que estemos mirando al cielo estrellado, podemos recordar que la suma de uno más uno siempre será dos, sin importar cuán complejas sean las cosas que nos rodean.

— The End —