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Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.
Conocí a un millonario.
Era estanciero, rey
de llanuras grises
en donde se perdían
los caballos.

Paseábamos su casa,
sus jardines,
la piscina con una torre blanca
y aguas
como para bañar a una ciudad.
Se sacó los zapatos,
metió los pies
con cierta
severidad sombría
en la piscina verde.

No sé por qué
una a una
fue descartando
todas sus mujeres.
Ellas
bailaban en Europa
o atravesaban rápidas la nieve
en trineo, en Alaska.

S. me contó cómo
cuando niño
vendía diarios
y robaba panes.
Ahora sus periódicos
asaltaban las calles temblorosas,
golpeaban a la gente con noticias
y decían con énfasis
sólo sus opiniones.

Tenía bancos, naves,
pecados y tristezas.

A veces con papel,
pluma, memoria,
se hundía en su dinero,
contaba,
sumando, dividiendo,
multiplicando cosas,
hasta que se dormía.

Me parece
que el hombre nunca
pudo salir de su riqueza
-lo impregnaba,
le daba
aire, color abstracto-,
y él se veía
adentro
como un molusco ciego
rodeado
de un muro impenetrable.

A veces, en sus ojos,
vi un fuego
frío, lejos,
algo desesperado que moría.

Nunca supe si fuimos enemigos.

Murió una noche
cerca de Tucumán.
En la catástrofe
ardió su poderoso Rolls
como cerca del río
el catafalco
de una
religión oscura.

Yo sé
que todos
los muertos son iguales,
pero no sé, no sé,
pienso
que aquel
hombre, a su modo, con la muerte
dejó de ser un pobre prisionero.
EME Dec 2014
Las opiniones sobran, las acciones faltan.
Estoy harto de esta represión en la cual vivo, una enfermedad de nuestro gobierno sin síntomas mi dolores que llamamos corrupción. Hace 3 meses, 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa desaparecieron y fueron asesinados otras 7 personas a manos de nuestra propia policía en conjunto con el narcotráfico y me duele que estemos tan acostumbrados a esta realidad que el decir "simplemente así es México" es algo común cuando han muerto miles de personas en una guerra civil fomentada, apoyada y financiada por nuestro gobierno. No soporto el enterarme de cuantos reporteros han desaparecido y como es que nuestros propios medios de comunicación nos controlan, no puedo ni quiero quedarme callado ante esto, tenemos que hacer algo, actuar de forma pasiva no es una opción después de todos los acontecimientos represores y genocidas que el gobierno Mexicano ordena, estamos en pleno siglo XXI y esa minoría cómodamente colocada en palacio de gobierno actúa tal cual GESTAPO o la S.S.
Ya me canse de ver como la ignorancia y mediocridad en las decisiones de una persona de un solo mandatario nos está llevando a una crisis social inmensa.  
La mediocridad es un parámetro importante que marca la pauta entre los individuos, hace la diferencia entre alguien inteligente, justo y con valor moral a alguien que sólo le interesa su imagen de poder y que sólo aparenta tener inteligencia.
El hombre mediocre es una persona incapaz de usar su imaginación para forjar ideales que planteen un futuro por el cual luchar.
This is not a poem i know it, forgive my language is the spanish and i dont write in any other one. Just is a small critique no the facts that have affected my country for which they make weep to my people and bleed to the nation.
Zara Sky Feb 2012
Una y otra vez,
Mi percepción falló.
Las opiniones que antes tuve,
Se escondieron.
Tu voz ganó.

¿Qué será del mañana
y dónde guardo el ayer?
La mente da vueltas
Intentando comprender.
Si en verdad eran mentiras,
¿Entonces, a quién logré conocer?

Eras tú quien me tocaba con placer,
¿Eras tú quien amanecía en mi piel?
Eras tú quien prometía eternidad,
¿O sólo estabas jugando con mi debilidad?
Si todo era una mentira,
¿Entonces, a quién logré conocer?

Una y otra vez,
El corazón me falló.
Las morales que antes tuve,
Me dijeron adiós,
Tu risa ganó.

Yo aquí con más ganas de ti,
Tú allá como un mago
Haciendo desaparecer todo de mí.
Yo aquí escribiendo la historia sobre este papel,
Tú allá con tijeras, escondiendo el ayer.
¿A quién logré conocer?

Una y otra vez,
Me doy cuenta muy tarde
Que fue mi pura ignorancia,
A la quien logré conocer.
Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá prodréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,

que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.

Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es *****
el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censura
al alegre de liviano;
y el que esta alegre se burla
de ver al triste penando.

Los dos filósofos griegos
bien esta verdad probaron:
pues lo que en el uno risa,
causaba en el otro llanto.

Célebre su oposición
ha sido por siglos tantos,
sin que cuál acertó, esté
hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderas
el mundo todo alistado,
conforme el humor le dicta,
sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa
sólo es digno el mundo vario;
y otro, que sus infortunios
son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba
y razón en qué fundarlo;
y no hay razón para nada,
de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;
y siendo iguales y varios,
no hay quien pueda decidir
cuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,
¿por qué pensáis, vos, errado,
que os cometió Dios a vos
la decisión de los casos?

O ¿por qué, contra vos mismo,
severamente inhumano,
entre lo amargo y lo dulce,
queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,
¿por qué siempre he de encontrarlo
tan torpe para el alivio,
tan agudo para el daño?

El discurso es un acero
que sirve para ambos cabos:
de dar muerte, por la *****,
por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la ***** usarlo,
¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer
discursos sutiles, vanos;
que el saber consiste sólo
en elegir lo más sano.

Especular las desdichas
y examinar los presagios,
sólo sirve de que el mal
crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,
la atención, sutilizando,
más formidable que el riesgo
suele fingir el amago.

Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!

 No siempre suben seguros
 vuelos del ingenio osados,
que buscan trono en el fuego
y hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,
que si no se va atajando,
cuando menos se conoce
es más nocivo el estrago;

y si el vuelo no le abaten,
en sutilezas cebado,
por cuidar de lo curioso
olvida lo necesario.

Si culta mano no impide
crecer al árbol copado,
quita la sustancia al fruto
la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera
no estorba lastre pesado,
sirve el vuelo de que sea
el precipicio más alto.

En amenidad inútil,
¿qué importa al florido campo,
si no halla fruto el otoño,
que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenio
el producir muchos partos,
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza
ha de seguirse el fracaso
de quedar el que produce,
si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,
que, con la materia ingrato,
tanto la consume más
cuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señor
tan rebelado vasallo,
que convierte en sus ofensas
las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,
este duro afán pesado,
a los ojos de los hombres
dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿de qué sirve saber tanto?

¡Oh, si como hay de saber,
hubiera algún seminario
o escuela donde a ignorar
se enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente viviera
el que, flojamente cauto,
burlara las amenazas
del influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,
pensamiento, pues hallamos
que cuanto añado al discurso,
tanto le usurpo a los años.
Como esto ha de seguir -al decir de las gentes-
oh las intonsas gentes dando siempre opiniones!
yo habré de liar mis bártulos para ignotas regiones,
regiones muy lejanas, raras y diferentes...

Y será por los lados de mágicos Orientes,
o tal vez más allá..., donde los aquilones
surgen para abismar birremes y galeones
en el ávido océano de las fauces potentes!

O será hacia Occidente, o hacia el Sur o hacia el Norte:
de ese Norte recóndito vinieron mis abuelos, 1
bravos escandinavos de gigantesco porte,

con los ojos azules, y orgullosos y apáticos...
Acaso mis nostalgias vendrán de aquellos hielos, 2
y mis soberbias, y mis vicios aristocráticos!
Mira como agacha la cabeza aquella mujer,
tierna e inocente.
como apaga el fuego que sintió
por convicción y credo
Incapaz de sostenerse cae sobre su propio entierro,
el que ya estaba escrito.

No recorrió largas distancias ni respiro aire de mar,
no quitó el manto de sus ojos.
Fue cambiante en todo en su interior
y nunca supo proyectarlo;
el temor ardía como hiel.

Las historias en su lengua reposaron,
ardientes y misteriosas.
Sus rabias quedaron pavimentadas en su pecho,
sus senos nunca vieron luz.
"Oh padre, ¿qué me has hecho?"
Muerta en su juventud.

Sus opiniones dudaron de ser válidas
y de su existencia,
quedan pedazos de almas desgarradas.
"Oh padre, ¿Qué me has hecho?
que me has cocido las palabras.”
De cuando en cuando y a lo lejos
hay que darse un baño de tumba.

Sin duda todo está muy bien
y todo está muy mal, sin duda.

Van y vienen los pasajeros,
crecen los niños y las calles,
por fin compramos la guitarra
que lloraba sola en la tienda.

Todo está bien, todo está mal.

Las copas se llenan y vuelven
naturalmente a estar vacías
y a veces en la madrugada,
se mueren misteriosamente.

Las copas y los que bebieron.

Hemos crecido tanto que ahora
no saludamos al vecino
y tantas mujeres nos aman
que no sabemos cómo hacerlo.

Qué ropas hermosas llevamos!
Y qué importantes opiniones!

Conocí a un hombre amarillo
que se creía anaranjado
y a un ***** vestido de rubio.

Se ven y se ven tantas cosas.

Vi festejados los ladrones
por caballeros impecables
y esto se pasaba en inglés.
Y vi a los honrados, hambrientos,
buscando pan en la basura.

Yo sé que no me cree nadie.
Pero lo he visto con mis ojos.

Hay que darse un baño de tumba
y desde la tierra cerrada
mirar hacia arriba el orgullo.

Entonces se aprende a medir.
Se aprende a hablar, se aprende a ser.
Tal vez no seremos tan locos,
tal vez no seremos tan cuerdos.
Aprenderemos a morir.
A ser barro, a no tener ojos.
A ser apellido olvidado.

Hay unos poetas tan grandes
que no caben en una puerta
y unos negociantes veloces
que no recuerdan la pobreza.
Hay mujeres que no entrarán
por el ojo de una cebolla
y hay tantas cosas, tantas cosas,
y así son, y así no serán.

Si quieren no me crean nada.

Sólo quise enseñarles algo.

Yo soy profesor de la vida,
vago estudiante de la muerte
y si lo que sé no les sirve
no he dicho nada, sino todo.
samara lael Apr 2019
después de tanto tiempo con la puerta entreabierta
(discutiendo silenciosamente sobre quién lo iba a dejar),
la cerraste en mi cara.

& por fin tuve esa paz
en saber si esa puerta pudiera llevarnos a otro sitio
o dejarnos donde estábamos en la casa de lo conocido.

aunque cambiamos de opiniones
mil veces,
nuestras manos ya no agarran la manija.

no me importa
si pusiste el pestillo o no.
ya no se mueve la puerta.
i have translated this into english too.

— The End —