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Gira
la negra,
gira
la luna,
gira
la negra luna,
sobre sí propia,
gira
la negra
luna
de ebonita,
gira la negra luna de ebonita
-sobre sí propia- y canta:

-¡Bah! ¡Canciones! Y músicas abstractas...!

Y, lo que canta, es la Música Viva!
Oye el Viaje de Invierno, de Franz Schubert,
y el Rey de los Alisos,
y El Doble y Ganímedes y Ante el mar,
y de Schumann, Amores de un poeta,
y de Dupare, Invitación al viaje
y La vida anterior...,
y de Chopín, Preludios y Nocturnos:

tú, soñador romántico; tú, doliente elegíaco.
Oye la voz serena,
la voz profunda oye
de Bach -añosa encina,
inmensurable selva, órgano él mismo y templo
de la harmonía-:

tú, sereno y profundo.

Y de Mozart el diáfano y sortílego,
y de Haydn y Franck, la cortesana
y la mística voz, inconfundibles,

tú, gustador de lo pulcro y etéreo.
Los Cánticos y Danzas de la Muerte,
y Sin sol, de Musorgski,

tú, angustiado, febril, hiperestésico;

y Borís Godunov, Borís Godunov, oye,
(bárbara gesta, miedo, sangre, lujuria y fausto)

tú, Sátrapa en los sueños...
Y, catador sutil de quintaesencias,
gusta la mediatinta debussyana,
pesquisidora de inusados timbres
y lontanos acordes, 1
en un dorado ambiente de calígine.
Y, borracho de lumbres y colores,
Óye, de Rímski, Antar y Xeherazada
y el Gallo de oro -vértigo y lascivia-:

mas, si de ritmos ebrio, tú, frenético
danzarín, danza todas las furias de Stravínski
-del sabio y del bufón mezcladas dósis-:
fino humor ricos timbres, forma clara 2
(sobria, o en concertado cataclismo).
Y oye, en la noche, y en Tristán e Iseo,
la voz vigía de Brangane, plena
de lo fatal, o el corno quejumbroso;
si no los Funerales de Sigfrido;
o el Tránsito al Valhalla, milagroso tumulto.
Y tú, plasmado en bronce, los vastos himnos oye,
óye las soberanas sinfonías
con que la voz del Sordo el orbe nutre!

Las acendradas síntesis:
sonatas y quátuors, insólito prodigio, filtros puros:

la Misa en re, misterio panteísta,
denso peán a la Naturaleza!

Y el trágico clangor de Coriolano...:

oye la voz del Indomado Prometeo,
oye la voz del Sordo, oye la voz del Sordo!
Gira la negra luna,
gira
sobre sí propia,
gira la negra luna de ebonita,
gira
la negra
luna
de ebonita
-sobre sí propia- y canta:
-Bah! Ficciones! Y músicas abstractas...!

Y, lo que canta, es la Música Misma!
De pasión sobrante y sueños de ceniza
un pálido palio llevo, un cortejo evidente,
un viento de metal que vive solo,
un sirviente mortal vestido de hambre,
y en lo fresco que baja del árbol, en la esencia del sol
que su salud de astro implanta en las flores,
cuando a mi piel parecida al oro llega el placer,
tú, fantasma coral con pies de tigre,
tú, ocasión funeral, reunión ígnea,
acechando la patria en que sobrevivo
con tus lanzas lunares que tiemblan un poco.

Porque la ventana que el mediodía vacío atraviesa
tiene un día cualquiera mayor aire en sus alas,
el frenesí hincha el traje y el sueño al sombrero,
una abeja extremada arde sin tregua.
Ahora, qué imprevisto paso hace crujir los caminos?
Qué vapor de estación lúgubre, qué rostro
de cristal,
y aún más, qué sonido de carro viejo con espigas?
Ay, una a una, la ola que llora y la sal que se triza,
y el tiempo del amor celestial que pasa volando,
han tenido voz de huéspedes y espacio en la espera.

De distancias llevadas a cabo, de resentimientos infieles,
de hereditarias esperanzas mezcladas con sombra,
de asistencias desgarradoramente dulces
y días de transparente veta y estatua floral,
qué subsiste en mi término escaso, en mi débil
producto?
De mi lecho amarillo y de mi substancia estrellada,
quién no es vecino y ausente a la vez?
Un esfuerzo que salta, una flecha de trigo
tengo, y un arco en mi pecho manifiestamente espera,
y un latido delgado, de agua y tenacidad,
como algo que se quiebra perpetuamente,
atraviesa hasta el fondo mis separaciones,
apaga mi poder y propaga mi duelo.
Hermano:
hay cuatro o cinco nombres obscuros
que sangran la poesía.
El exterminio asiste a los amantes.
Hay quien sin darse cuenta camina en el suicidio
como si visitara la muerte de un extraño.
El hombre dice polvo y soledad y angustia.
La esperanza, asustada, se refugia en los niños
y en los tontos
y en nosotros, los que todavía, por la gracia del verbo, somos desgraciados.
La tierra ignora, el hombre trata
de conocer, levanta la cabeza en que los ojos brillan.
Hermano: estoy enfermo, estamos
bebiendo diariamente vida y muerte mezcladas,
en nuestro pan hay piedras,
tenemos sucio el llanto,
acudimos a nuestro corazón como a una casa limpia,
pero tenemos que dormir sobre montones de basura
y cuando llega el día no podemos tomar leche al pie de la vaca
sino brebajes de perdición en manos de brujas.
Amanecer no es hoy darse cuenta del día.
La sangre a veces se congela en los ojos
que quieren ver el mundo.
Tu mano de amor se hará de piedra
si tratas de secar el llanto a tu vecino.
No hables, no escuches nada, no socorras,
no llames en tu auxilio,
que cada quien se ahogue bajo sus propios gritos,
en sus gestos de espanto para la mímica universal.
Hermano: tu desaliento no tiene sentido,
óyeme hablar de la primavera.
Yo siento a veces que los pulmones se me quiebran,
que la carne toda se me quiebra
igual que un vidrio golpeado por un martillo;
siento que alguien les aprieta el pescuezo a los pájaros dentro de las jaulas,
que alguien mete un perro y un gato en un costal,
que les dan con un mazo en la nuca a los corderos,
que degüellan niñas, juntándoles la cabeza a la espalda,
pero óyeme hablar de la primavera.
La miel se cosecha todavía en las bodegas
y en los libros. La ternura existe.
Vamos a morirnos cada quien en su sitio
calladamente. No hay que darle importancia.
Luna Aug 2018
El domingo, el día en el que esto de la soledad me afecta más, extraño las risas, el calor de otras personas, la voces mezcladas con la música, el olor del cigarrillo, despertar en un cuarto donde dormiamos todos amontonados.

Hace unos cuantos meses que me volví un animal que no sale de su cueva, en un largo letargo del que parece no haber escapatoria, las memorias se amotonan en los ojos en estado líquido sin que pueda controlarlas.

Extraño esa época en la que mi única preocupación era tener suficiente dinero en los bolsillos para fumarme un cigarrillo en el terminal mientras esperaba por un bus que me llevaría a donde era feliz.
cuando ost maloney en Carville Louisiana vio el mar
se revisó la memoria de sus días
como árbol verde lento
que sacudieron hacia el sur

encontró:
piedra negra sobre mañanas en Dakota cuando era libre sobre la
tierra y el sol
piedra negra sobre madre acostada dulce bajo la tierra y el sol
piedra negra sobre piedra negra y no blanca

así
ost maloney decidió beberse el mar todo
para que nada fuese otra cosa
que Dakota devorada por la mañana suave

¡oh madre acostada sobre maloney como pedazos de alelí!
ost perfumaba todo el mar de la siesta y el ciclón de sus tardes
le cerraba la boca
le cerraba la boca en realidad

pocas veces hubo más valiente comboi en Carville:
enlazó al sol para alumbrarse
se tomó el mar como un whisky
guardó a su madre vivamuerta sin paz

claro que eso le comió la sombra
y donde come uno comen dos
ost que pacía en el Atlántico
maloney con las velas mezcladas en el viento

todos los marineros quieren al compañero
todos los marineros saben que ost maloney
sudó caballos como quien
abre los brazos al mar

no fue en yerba que se convirtió maloney en perla o coral
sino en cosa con mucho mal olor
que ojalá metan en la tierra algún día
ojalá teja la sombra podrida del aéreo alelí

"quiero ser bello" repetía ost maloney mirándose caer
mientras un brillo le subía
de la boca o valor
para los sucesores

— The End —