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Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda Ronsard.

Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.

Si los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400 odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...

Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.

Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las "Meninas" que -siendo las propias "Meninas" de carne y hueso- colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular milagro de su inmortalidad.

Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.

Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.

¡La "Olimpia" de Manet está enferma de "mal de Pott"! ¡Necesita aire de mar!... ¡Urge que Goya la examine!...

En ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos, la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.

¡Las lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un "régimen mejorado", ¿tenemos derecho a reclamar una "ley seca" para la poesía... para una poesía "extra dry", gusto americano?

Todo el talento del "douannier" Rousseau estribó en la convicción con que, a los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.

La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto.

Las frases de Oscar Wilde no necesitan red. ¡Lástima que al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la incertidumbre de su ****!

El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón -allí está la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril -que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.

Es necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del contacto demasiado brusco con lo sobrenatural), antes de aproximarnos a los rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.

No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.

Entre otras... ¡la más irreductible disidencia ortográfica! Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.

Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre todo y ante todo, poesía.

Los cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.

¡Sin pie, no hay poesía! -exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa confidencia para reconocerlos.

Esos tinteros con un busto de Voltaire, ¿no tendrán un significado profundo? ¿No habrá sido Voltaire una especie de Papa (*****) de la tinta?

En música, al pleonasmo se le denomina: variación.

Seurat compuso los más admirables escaparates de juguetería.

La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia.

El silencio de los cuadros del Greco es un silencio ascético, maeterlinckiano, que alucina a los personajes del Greco, les desequilibra la boca, les extravía las pupilas, les diafaniza la nariz.

Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.

No hay que admirar a Wagner porque nos aburra alguna vez, sino a pesar de que nos aburra alguna vez.

Europa comienza a interesarse por nosotros. ¡Disfrazados con las plumas o el chiripá que nos atribuye, alcanzaríamos un éxito clamoroso! ¡Lástima que nuestra sinceridad nos obligue a desilusionarla... a presentarnos como somos; aunque sea incapaz de diferenciarnos... aunque estemos seguros de la rechifla!

Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta.

Renán es un hombre tan bien educado que hasta cuando cree tener razón, pretende demostrarnos que no la tiene.

Las Venus griegas tienen cuarenta y siete pulsaciones. Las Vírgenes españolas, ciento tres.

¡Sepamos consolarnos! Si las mujeres de Rubens pesaran 27 kilos menos, ya no podríamos extasiarnos ante los reflejos nacarados de sus carnes desnudas.

Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.

El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan ustedes... ¡Señores poetas!

¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?... "Seamos argentinos", gritan algunos... sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto.

Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.

Lo primero que nos enseñan las telas de Chardin es que, para llegar a la pulcritud, al reposo, a la sensatez que alcanzó Chardin, no hay más remedio que resignarnos a pasar la vida en zapatillas.

Facilísimo haber previsto la muerte de Apollinaire, dado que el cerebro de Apollinaire era una fábrica de pirotecnia que constantemente inventaba los más bellos juegos de artificio, los cohetes de más lindo color, y era fatal que al primero que se le escapara entre el fango de la trinchera, una granada le rebanara el cráneo.

Los esclavos miguelangelescos poseen un olor tan iodado, tan acre que, por menos paladar que tengamos basta gustarlo alguna vez para convencerse de que fueron esculpidos por la rompiente. (No me refiero a los del Louvre; modelados por el mar, un día de esos en que fabrica merengues sobre la arena).

¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!

¡Impongámosnos ciertas normas para volver a experimentar la complacencia ingenua de violarlas! La rehabilitación de la infidelidad reclama de nosotros un candor semejante. ¡Ruboricémonos de no poder ruborizarnos y reinventemos las prohibiciones que nos convengan, antes de que la libertad alcance a esclavizarnos completamente!

El cemento armado nos proporciona una satisfacción semejante a la de pasarnos la mano por la cara, después de habernos afeitado.

¡Los vidrios catalanes y las estalactitas de Mallorca con que Anglada prepara su paleta!

Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero -al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo- le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto.

Hay poetas demasiado inflamables. ¿Pasan unos senos recién inaugurados? El cerebro se les incendia. ¡Comienza a salirles humo de la cabeza!

"La Maja Vestida" está más desnuda que la "maja desnuda".

Las telas de Velázquez respiran a pleno pulmón; tienen una buena tensión arterial, una temperatura normal y una reacción Wasserman negativa.

¡Quién hubiera previsto que las Venus griegas fuesen capaces de perder la cabeza!

Hay acordes, hay frases, hay entonaciones en D'Annunzio que nos obligan a perdonarle su "fiatto", su "bella voce", sus actitudes de tenor.

Azorín ve la vida en diminutivo y la expresa repitiendo lo diminutivo, hasta darnos la sensación de la eternidad.

¡El Arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas.

Lo que molesta más en Cézanne es la testarudez con que, delante de un queso, se empeña en repetir: "esto es un queso".

El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte.

La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer.

Hasta el advenimiento de Hugo, nadie sospechó el esplendor, la amplitud, el desarrollo, la suntuosidad a que alcanzaría el genio del "camelo".

Es tanta la mala educación de Pió Baroja, y es tan ingenua la voluptuosidad que siente Pío Baroja en ser mal educado, que somos capaces de perdonarle la falta de educación que significa llamarse: Pío Baroja.

No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.

El estilo de Barres es un estilo de onda, un estilo que acaba de salir de la peluquería.

Lo único que nos impide creer que Saint Saens haya sido un gran músico, es haber escuchado la música de Saint Sáéns.

¿Las Vírgenes de Murillo?

Como vírgenes, demasiado mujeres.

Como mujeres, demasiado vírgenes.

Todas las razones que tendríamos para querer a Velázquez, si la única razón del amor no consistiera en no tener ninguna.

Los surtidores del Alhambra conservan la versión más auténtica de "Las mil y una noches", y la murmuran con la fresca monotonía que merecen.

Si Rubén no hubiera poseído unas manos tan finas!... ¡Si no se las hubiese mirado tanto al escribir!...

La variedad de cicuta con que Sócrates se envenenó se llamaba "Conócete a ti mismo".

¡Cuidado con las nuevas recetas y con los nuevos boticarios! ¡Cuidado con las decoraciones y "la couleur lócale"! ¡Cuidado con los anacronismos que se disfrazan de aviador! ¡Cuidado con el excesivo dandysmo de la indumentaria londinense! ¡Cuidado -sobre todo- con los que gritan: "¡Cuidado!" cada cinco minutos!

Ningún aterrizaje más emocionante que el "aterrizaje" forzoso de la Victoria de Samotracia.

Goya grababa, como si "entrara a matar".

El estilo de Renán se resiente de la flaccidez y olor a sacristía de sus manos... demasiado aficionadas "a lavarse las manos".

La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas.

Nada puede darnos una certidumbre más sensual y un convencimiento tan palpable del origen divino de la vida, como el vientre recién fecundado de la Venus de Milo.

El problema más grave que Goya resolvió al pintar sus tapices, fue el dosaje de azúcar; un terrón más y sólo hubieran podido usarse como tapas de bomboneras.

Los rizos, las ondulaciones, los temas "imperdibles" y, sobre todo, el olor a "vera violetta" de las melodías italianas.

Así como un estiló maduro nos instruye -a través de una descripción de Jerusalén- del gesto con que el autor se anuda la corbata, no existirá un arte nacional mientras no sepamos pintar un paisaje noruego con un inconfundible sabor a carbonada.

¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?

¡El encarnizamiento con que hundió sus pitones, el toro aquél, que mató a todos los Cristos españoles!

Rodin confundió caricia con modelado; espasmo con inspiración; "atelier" con alcoba.

Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello.

Nos aproximamos a los retratos del Greco, con el propósito de sorprender las sanguijuelas que se ocultan en los repliegues de sus golillas.

Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón.

Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.

Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo.

Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario.

¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la tartamudez es preferible al plagio!

Tanto en arte, como en ciencia, hay que buscarle las siete patas al gato.

El barroco necesitó cruzar el Atlántico en busca del trópico y de la selva para adquirir la ingenuidad candorosa y llena de fasto que ostenta en América.

¿Cómo dejar de admirarla prodigalidad y la perfección con que la mayoría de nuestros poetas logra el prestigio de realizar el vacío absoluto?

A fuerza de gritar socorro se corre el riesgo de perder la voz.

En los mapas incunables, África es una serie de islas aisladas, pero los vientos hinchan sus cachetes en todas direcciones.

Los paréntesis de Faulkner son cárceles de negros.

Estamos tan pervertidos que la inhabilidad de lo ingenuo nos parece el "sumun" del arte.

La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.

En vez de recurrir al whisky, Turner se emborracha de crepúsculo.

Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.

La vida es un largo embrutecimiento. La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas; poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario; los mosquitos pueden volar tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles, y cuando deseamos viajar nos dirigimos a una agencia de vapores en vez de metamorfosear una silla en un trasatlántico.

Ningún Stradivarius comparable en forma, ni en resonancia, a las caderas de ciertas colegialas.

¿Existe un llamado tan musicalmente emocionante como el de la llamarada de la enorme gasa que agita Isolda, reclamando desesperadamente la presencia de Tristán?

Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.

Ante la exquisitez del idioma francés, es comprensible la atracción que ejerce la palabra "merde".

El adulterio se ha generalizado tanto que urge rehabilitarlo o, por lo menos, cambiarle de nombre.

Las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido.

Tras todo cuadro español se presiente una danza macabra.

Lo prodigioso no es que Van Gogh se haya cortado una oreja, sino que conservara la otra.

La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.

Hasta Darío no existía un idioma tan rudo y maloliente como el español.

Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado.

Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos capaces de ascender hacia nuestra propia nada.

La serie de sarcófagos que encerraban a las momias egipcias, son el desafío más perecedero y vano de la vida ante el poder de la muerte.

Los pintores chinos no pintan la naturaleza, la sueñan.

Hasta la aparición de Rembrandt nadie sospechó que la luz alcanzaría la dramaticidad e inagotable variedad de conflictos de las tragedias shakespearianas.

Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos.

Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
Tengo el pecho lleno de calor,
el aire me lo dijo y me canto una canción.
Tengo el alma y grita a veces,
aveces me oculto entre la gente,
no por que tema a mostrarme,
es que prefiero pasar inadvertido,
para cuando el viento me señale,
haberlo antes sorprendido.

Las voces en mi mente
susurran como las ramas de un arbol,
me lo digo a mi mismo,
y en mi interior resueno;
aveces solo aveces
sueño con ella,
aún que ya no recuerdo su voz.
Aún recuerdo la lluvia,
el camino a mi casa,
un suspiro, un minuto de alavanza
y el dibujo de un sonrisa en mi cara.

Si escribo es para romperme en pedazos,
para que alguien, tan solo alguien
comparta mi canto,
por que no quiero volar solo,
quiero surcar los cielos
con un coro de voces que brillen
voces oscuras,
otros matices,
que sigan mi vuelo
o que me muestren el suyo.
¿Por qué volvéis a la memoria mía,
Tristes recuerdos del placer perdido,
A aumentar la ansiedad y la agonía
De este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría
Le quedó al corazón sólo un gemido,
Y el llanto que al dolor los ojos niegan
Lágrimas son de hiel que el alma anegan.

¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
De juventud, de amor y de ventura,
Regaladas de músicas sonoras,
Adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras.
Sus alas de carmín y nieve pura,
Al sol de mi esperanza desplegando,
Pasaban ¡ay! a mi alredor cantando.

Gorjeaban los dulces ruiseñores,
El sol iluminaba mi alegría,
El aura susurraba entre las flores,
El bosque mansamente respondía,
Las fuentes murmuraban sus amores...
ilusiones que llora el alma mía!
¡Oh, cuán suave resonó en mi oído
El bullicio del mundo y su ruido!

Mi vida entonces, cual guerrera nave
Que el puerto deja por la vez primera,
Y al soplo de los céfiros suave
Orgullosa desplega su bandera,
Y al mar dejando que sus pies alabe
Su triunfo en roncos cantos, va velera,
Una ola tras otra bramadora
Hollando y dividiendo vencedora.

¡Ay! en el mar del mundo, en ansia ardiente
De amor velaba; el sol de la mañana
Llevaba yo sobre mi tersa frente,
Y el alma pura de su dicha ufana:
Dentro de ella el amor, cual rica fuente
Que entre frescuras y arboledas mana,
Brotaba entonces abundante río
De ilusiones y dulce desvarío.

Yo amaba todo: un noble sentimiento
Exaltaba mi ánimo, Y sentía
En mi pecho un secreto movimiento,
De grandes hechos generoso guía:
La libertad, con su inmortal aliento,
Santa diosa, mi espíritu encendía,
Contino imaginando en mi fe pura
Sueños de gloria al mundo y de ventura.

El puñal de Catón, la adusta frente
Del noble Bruto, la constancia fiera
Y el arrojo de Scévola valiente,
La doctrina de Sócrates severa,
La voz atronadora y elocuente
Del orador de Atenas, la bandera
Contra el tirano Macedonio alzando,
Y al espantado pueblo arrebatando:

El valor y la fe del caballero,
Del trovador el arpa y los cantares,
Del gótico castillo el altanero
Antiguo torreón, do sus pesares
Cantó tal vez con eco lastimero,
¡Ay!, arrancada de sus patrios lares,
Joven cautiva, al rayo de la luna,
Lamentando su ausencia y su fortuna:

El dulce anhelo del amor que guarda,
Tal vez inquieto y con mortal recelo;
La forma bella que cruzó gallarda,
Allá en la noche, entre medroso velo;
La ansiada cita que en llegar se tarda
Al impaciente y amoroso anhelo,
La mujer y la voz de su dulzura,
Que inspira al alma celestial ternura:

A un tiempo mismo en rápida tormenta
Mi alma alborotaban de contino,
Cual las olas que azota con violenta
Cólera impetuoso torbellino:
Soñaba al héroe ya, la plebe atenta
En mi voz escuchaba su destino:
Ya al caballero, al trovador soñaba,
Y de gloria y de amores suspiraba.

Hay una voz secreta, un dulce canto,
Que el alma sólo recogida entiende,
Un sentimiento misterioso y santo,
Que del barro al espíritu desprende;
Agreste, vago y solitario encanto
Que en inefable amor el alma enciende,
Volando tras la imagen peregrina
El corazón de su ilusión divina.

Yo, desterrado en extranjera playa,
Con los ojos extático seguía
La nave audaz que en argentado raya
Volaba al puerto de la patria mía:
Yo, cuando en Occidente el sol desmaya,
Solo y perdido en la arboleda umbría,
Oír pensaba el armonioso acento
De una mujer, al suspirar del viento.

¡Una mujer!  En el templado rayo
De la mágica luna se colora,
Del sol poniente al lánguido desmayo
Lejos entre las nubes se evapora;
Sobre las cumbres que florece Mayo
Brilla fugaz al despuntar la aurora,
Cruza tal vez por entre el bosque umbrío,
Juega en las aguas del sereno río.

¡Una mujer!  Deslizase en el cielo
Allá en la noche desprendida estrella,
Si aroma el aire recogió en el suelo,
Es el aroma que le presta ella.
Blanca es la nube que en callado vuelo
Cruza la esfera, y que su planta huella,
Y en la tarde la mar olas le ofrece
De plata y de zafir, donde se mece.

Mujer que amor en su ilusión figura,
Mujer que nada dice a los sentidos,
Ensueño de suavísima ternura,
Eco que regaló nuestros oídos;
De amor la llama generosa y pura,
Los goces dulces del amor cumplidos,
Que engalana la rica fantasía,
Goces que avaro el corazón ansía:

¡Ay! aquella mujer, tan sólo aquélla,
Tanto delirio a realizar alcanza,
Y esa mujer tan cándida y tan bella
Es mentida ilusión de la esperanza:
Es el alma que vívida destella
Su luz al mundo cuando en él se lanza,
Y el mundo, con su magia y galanura
Es espejo no más de su hermosura:

Es el amor que al mismo amor adora,
El que creó las Sílfides y Ondinas,
La sacra ninfa que bordando mora
Debajo de las aguas cristalinas:
Es el amor que recordando llora
Las arboledas del Edén divinas:
Amor de allí arrancado, allí nacido,
Que busca en vano aquí su bien perdido.

¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo!
¡Sentimiento purísimo! ¡memoria
Acaso triste de un perdido cielo,
Quizá esperanza de futura gloria!
¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo!
¡Oh qué mujer! ¡qué imagen ilusoria
Tan pura, tan feliz, tan placentera,
Brindó el amor a mi ilusión primera!...

¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías,
¡Ah! ¿dónde estáis que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días,
No consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh! los que no sabéis las agonías
De un corazón que penas a millares
¡Ay! desgarraron y que ya no llora,
¡Piedad tened de mi tormento ahora!

¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos
Los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura
De mí, que entre suspiros angustiosos
Ahogar me siento en infernal tortura.
¡Retuércese entre nudos dolorosos
Mi corazón, gimiendo de amargura!
También tu corazón, hecho pavesa,
¡Ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!

¿Quién pensara jamás, Teresa mía,
Que fuera eterno manantial de llanto,
Tanto inocente amor, tanta alegría,
Tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
En que perdido el celestial encanto
Y caída la venda de los ojos,
Cuanto diera placer causara enojos?

Aun parece, Teresa, que te veo
Aérea como dorada mariposa,
Ensueño delicioso del deseo,
Sobre tallo gentil temprana rosa,
Del amor venturoso devaneo,
Angélica, purísima y dichosa,
Y oigo tu voz dulcísima y respiro
Tu aliento perfumado en tu suspiro.

Y aún miro aquellos ojos que robaron
A los cielos su azul, y las rosadas
Tintas sobre la nieve, que envidiaron
Las de Mayo serenas alboradas:
Y aquellas horas dulces que pasaron
Tan breves, ¡ay! como después lloradas,
Horas de confianza y de delicias,
De abandono y de amor y de caricias.

Que así las horas rápidas pasaban,
Y pasaba a la par nuestra ventura;
Y nunca nuestras ansias la contaban,
Tú embriagada en mi amor, yo en tu hermosura.
Las horas ¡ay! huyendo nos miraban
Llanto tal vez vertiendo de ternura;
Que nuestro amor y juventud veían,
Y temblaban las horas que vendrían.

Y llegaron en fin: ¡oh! ¿quién impío
¡Ay! agostó la flor de tu pureza?
Tú fuiste un tiempo cristalino río,
Manantial de purísima limpieza;
Después torrente de color sombrío
Rompiendo entre peñascos y maleza,
Y estanque, en fin, de aguas corrompidas,
Entre fétido fango detenidas.

¿Cómo caiste despeñado al suelo,
Astro de la mañana luminoso?
Ángel de luz, ¿quién te arrojó del cielo
A este valle de lágrimas odioso?
Aún cercaba tu frente el blanco velo
Del serafín, y en ondas fulguroso
Rayos al mando tu esplendor vertía,
Y otro cielo el amor te prometía.

Mas ¡ay! que es la mujer ángel caído,
O mujer nada más y lodo inmundo,
Hermoso ser para llorar nacido,
O vivir como autómata en el mundo.
Sí, que el demonio en el Edén perdido,
Abrasara con fuego del profundo
La primera mujer, y ¡ay! aquel fuego
La herencia ha sido de sus hijos luego.

Brota en el cielo del amor la fuente,
Que a fecundar el universo mana,
Y en la tierra su límpida corriente
Sus márgenes con flores engalana.
Mas ¡ay! huid: el corazón ardiente
Que el agua clara por beber se afana,
Lágrimas verterá de duelo eterno,
Que su raudal lo envenenó el infierno.

Huid, si no queréis que llegue un día
En que enredado en retorcidos lazos
El corazón con bárbara porfía
Luchéis por arrancároslo a pedazos:
En que al cielo en histérica agonía
Frenéticos alcéis entrambos brazos,
Para en vuestra impotencia maldecirle,
Y escupiros, tal vez, al escupirle.

Los años ¡ay! de la ilusión pasaron,
Las dulces esperanzas que trajeron
Con sus blancos ensueños se llevaron,
Y el porvenir de oscuridad vistieron:
Las rosas del amor se marchitaron,
Las flores en abrojos convirtieron,
Y de afán tanto y tan soñada gloria
Sólo quedó una tumba, una memoria.

¡Pobre Teresa! ¡Al recordarte siento
Un pesar tan intenso!  Embarga impío
Mi quebrantada voz mi sentimiento,
Y suspira tu nombre el labio mío.
Para allí su carrera el pensamiento,
Hiela mi corazón punzante frío,
Ante mis ojos la funesta losa,
Donde vil polvo tu bondad reposa.

Y tú, feliz, que hallastes en la muerte
Sombra a que descansar en tu camino,
Cuando llegabas, mísera, a perderte
Y era llorar tu único destino:
¡Cuando en tu frente la implacable suerte
Grababa de los réprobos el sino!
Feliz, la muerte te arrancó del suelo,
Y otra vez ángel, te volviste al cielo.

Roída de recuerdos de amargura,
Árido el corazón, sin ilusiones,
La delicada flor de tu hermosura
Ajaron del dolor los aquilones:
Sola, y envilecida, y sin ventura,
Tu corazón secaron las pasiones:
Tus hijos ¡ay! de ti se avergonzaran
Y hasta el nombre de madre te negaran.

Los ojos escaldados de tu llanto,
Tu rostro cadavérico y hundido;
único desahogo en tu quebranto,
El histérico ¡ay! de tu gemido:
¿Quién, quién pudiera en infortunio tanto
Envolver tu desdicha en el olvido,
Disipar tu dolor y recogerte
En su seno de paz? ¡Sólo la muerte!

¡Y tan joven, y ya tan desgraciada!
Espíritu indomable, alma violenta,
En ti, mezquina sociedad, lanzada
A romper tus barreras turbulenta.
Nave contra las rocas quebrantada,
Allá vaga, a merced de la tormenta,
En las olas tal vez náufraga tabla,
Que sólo ya de sus grandezas habla.

Un recuerdo de amor que nunca muere
Y está en mi corazón: un lastimero
Tierno quejido que en el alma hiere,
Eco suave de su amor primero:
¡Ay de tu luz, en tanto yo viviere,
Quedará un rayo en mí, blanco lucero,
Que iluminaste con tu luz querida
La dorada mañana de mi vida!

Que yo, como una flor que en la mañana
Abre su cáliz al naciente día,
¡Ay, al amor abrí tu alma temprana,
Y exalté tu inocente fantasía,
Yo inocente también ¡oh!, cuán ufana
Al porvenir mi mente sonreía,
Y en alas de mi amor, ¡con cuánto anhelo
Pensé contigo remontarme al cielo!

Y alegre, audaz, ansioso, enamorado,
En tus brazos en lánguido abandono,
De glorias y deleites rodeado
Levantar para ti soñé yo un trono:
Y allí, tú venturosa y yo a tu lado.
Vencer del mundo el implacable encono,
Y en un tiempo, sin horas ni medida,
Ver como un sueño resbalar la vida.

¡Pobre Teresa!  Cuando ya tus ojos
Áridos ni una lágrima brotaban;
Cuando ya su color tus labios rojos
En cárdenos matices se cambiaban;
Cuando de tu dolor tristes despojos
La vida y su ilusión te abandonaban,
Y consumía lenta calentura,
Tu corazón al par de tu amargura;

Si en tu penosa y última agonía
Volviste a lo pasado el pensamiento;
Si comparaste a tu existencia un día
Tu triste soledad y tu aislamiento;
Si arrojó a tu dolor tu fantasía
Tus hijos ¡ay! en tu postrer momento
A otra mujer tal vez acariciando,
Madre tal vez a otra mujer llamando;

Si el cuadro de tus breves glorias viste
Pasar como fantástica quimera,
Y si la voz de tu conciencia oíste
Dentro de ti gritándole severa;
Si, en fin, entonces tú llorar quisiste
Y no brotó una lágrima siquiera
Tu seco corazón, y a Dios llamaste,
Y no te escuchó Dios, y blasfemaste;

¡Oh! ¡cruel! ¡muy cruel! ¡martirio horrendo!
¡Espantosa expiación de tu pecado,
Sobre un lecho de espinas, maldiciendo,
Morir, el corazón desesperado!
Tus mismas manos de dolor mordiendo,
Presente a tu conciencia lo pasado,
Buscando en vano, con los ojos fijos,
Y extendiendo tus brazos a tus hijos.

¡Oh! ¡cruel! ¡muy cruel!... ¡Ay! yo entretanto
Dentro del pecho mi dolor oculto,
Enjugo de mis párpados el llanto
Y doy al mundo el exigido culto;
Yo escondo con vergüenza mi quebranto,
Mi propia pena con mi risa insulto,
Y me divierto en arrancar del pecho
Mi mismo corazón pedazos hecho.

Gocemos, sí; la cristalina esfera
Gira bañada en luz: ¡bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
Del mundo hermoso que al placer convida?
Brilla radiante el sol, la primavera
Los campos pinta en la estación florida;
Truéquese en risa mi dolor profundo...
Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
jg Aug 2022
Desde que nací, he mirado a miles de personas a los ojos,
miles de iris con diferentes matices, verdes, cafés y hasta azules.

Soy amante del café, aunque confieso no saber mucho, no sé qué grado de acidez exacto deba tener, como para que se considere un buen café, pero siempre me ha gustado simple; oscuro y sin azúcar.

Pero, cuando te conocí, me di cuenta que el café que siempre me ha gustado, ahora lo encontraba en tu mirada.
Si, así es. Tienes unos ojos del color café perfecto, del color de la tierra y de la arena, del color de aquellas tazas de café que me calentaban en las mañanas frías, del color que combina con tu piel morena.  Ahora tu mirada era mi taza de café, mi nicotina, mi adicción, mi necesidad por calor y energía.

Pero no me acordaba que las cosas cambian, que la vida es fría, y que igual que con mis tazas de café, nuestras mirada se volvieron frías, aguadas y sin sabor

Ahora, me gusta el café un poco más oscuro y con un toque de azúcar para endulzar mi pobre alma, aquella que solo busca el desvelo de cada noche, una más fría que la otra….
Sputnik Andrade Jul 2013
Los fantasmas iluminados de las casas que son museos se han despertado. El viento huele a lluvia cálida, las escaleras mueren en la más completa oscuridad, ¿cómo una casa se convierte en museo? preguntamos, resguardados en la dulce bruma del vino, no rojo, sino exótico púrpura de tierras lejanas.

¿Cómo las casas se hacen museos, entonces? Ilustres sombras se pasean a nuestro alrededor. No tienen nombres ni rostros. No hay cadenas, ni ruidos, ni matices. Sabemos que están ahí porque tocamos la piedra (tibia, tibia, nunca muy fría) e inferimos su presencia. Son ellos edificios ahora. Son techos y puertas y columnas. Ideas primigenias de resguardo contra la vida. Con o sin caballerizas.

La casa es museo. El museo antes fue una casa. Sea como sea, los gatos se escabullen entre los barrotes de las verjas. Tranquilos, casi elegantes, con los ojos fijos en destinos que nadie puede adivinar, porque ¿qué piensan los gatos? ¿en la vida? ¿en la vida que es suya o qué es nuestra? ¿cuál es más vida, la suya o la nuestra? Delgados y amigos de la sombra, se escabullen. No temen a los muertos, a los vivos, a los carros o a la poesía. Ni a los tejados verdes muy altos, ni a las ventanas de cristal muy grueso.

Somos, entonces, gatos que se escabullen (yo el gris, tú el ***** y la luciérnaga el pardo) y que crean mundos en las casas ahora museos. El vino en los labios, las manos en los bolsillos. Mundos instantáneos, como una mirada fugaz; mundos invisibles, como la idea de una casa o la idea de un museo.

Casas, museos, jardines solitarios, funerarias, escaleras, túneles. La arquitectura de un mundo gatuno. El mundo, vasto edificio, visto desde los ojos temerarios de dos sombras, ágiles y acostumbradas a confundirse entre la muchedumbre, que se refugian en una esquina de una casa que es museo. Pero una Casa y un Hogar después de todo.

Hogar de respiraciones agitadas, de luciérnagas intermitentes, de bocas que son más como estrellas que se dirigen a su inminente destrucción, que son más como olas que se estrellan contra las rocas. Manos y labios violentos. Cuerpos encima de un pedestal. Resguardados, protegidos, venerados. Pedazos de un todo que se han vuelto invaluables y sagrados.

Gatos salvajes, creadores del arte más empíreo, más absoluto. Arte que será puesto a perpetuidad (y por fin encontramos la respuesta a nuestra pregunta) en el museo que antes era una casa.
Levanten sus copas
que hoy la suerte
se cierne a la botella

Dionisio pagó con sangre
el trago amargo de la pérdida.
Laureada la seda que envuelve
el óbito de tu destino,

sobre el tinto que ateza de luto tu pecho
atribulan sus enemigos
en la cómplice oscuridad de un bar olvidado
que arrulla en secreto la muerte bajo un mar de Ginebra

Que aguarda entre mentiras al
íntimo ritual que sienta el pulso
y añeja el vértigo de tus palabras

Petaca en mano que enciende tu aliento
desgaja tus venas de oporto y ron
y pinta de sanguinos matices
la náusea ...

que apacigua el lamento
de tu Ménade solitaria
que entre espectros alcoholizados
maldice el acre juicio del azar

Danza macabra que
funde sus lenguas profanas,
en la misma apática letanía

Maldita esa noche de julio
parda como el veneno que rezuman tus vísceras
parda como la trama endeble
que corrompe tu hígado enfermo

Maldita la sed en tus ojos vidriosos
negros como el nectar que escancian la Nísiades
en la viña de tu cárdena mortaja.

Maldito el recuerdo
que aún te ve

Sentado con beoda inocencia
donde van a morir las ratas
y un perro viejo sella
con vos su pródigo pacto secuaz

Que entre pitada y pitada
escapan a vos en susurros los versos del turco Jayyam
batiendo suspiros al aire
flotando en castillos de alquitrán

Que pensando en la muerte
borracho y con voz cansada
solías preguntar

¿Habrá allí una pizca de lima que bese
el salitre de sus dedos renegridos?
Es menester que vengas,
mi vida, con tu ausencia, se ha deshecho,
y torno a ser el hombre abandonado
que antaño fui, mujer, y tengo miedo.

¡Qué sabia dirección la de tus manos!
¡Qué alta luz la de tus ojos negros!
Trabajar a tu lado, ¡qué alegría!;
descansar a tu lado, ¡qué sosiego!

Desde que tú no estás no sé cómo andan
las horas de comer y las del sueño,
siempre de mal humor y fatigado,
ni abro los libros ya, ni escribo versos.

Algunas estrofillas se me ocurren
e indiferente, al aire las entrego.
Nadie cambia mi pluma si está vieja
ni pone tinta fresca en el tintero,
un polvillo sutil cubre los muebles
y el agua se ha podrido en los floreros.

No tienen para mí ningún encanto
a no ser los marchitos del recuerdo,
los amables rincones de la casa,
y ni salgo al jardín, ni voy al huerto.
Y eso que una violenta Primavera
ha encendido las rosas en los cercos
y ha puesto tantas hojas en los árboles
que encontrarías el jardín pequeño.

Hay lilas de suavísimos matices
y pensamientos de hondo terciopelo,
pero yo paso al lado de las flores
caída la cabeza sobre el pecho,
que hasta las flores me parecen ásperas
acostumbrado a acariciar tu cuerpo.

Me consumo de amor inútilmente
en el antiguo, torneado lecho,
en vano estiro mis delgados brazos,
tan sólo estrujo sombras en mis dedos...

Es menester que vengas;
mi vida, con tu ausencia, se ha deshecho.
Ya sabes que sin ti no valgo nada,
que soy como una viña por el suelo,
¡álzame dulcemente con tus manos
y brillarán al sol racimos nuevos.
Leydis Jun 2017
If you find yourself missing me, find me between letters.  
Letters that engraved the love I felt for you,
I believe is the only thing, I ever fully devoted to.  

If you find yourself missing my gaze...find it in nature.
In the darkest crimson rose petals.
In a cloudless sky, perhaps in different hues of an auburn sky.
Between the calm of the Savannah or the irrigated pasture.
Among the pure mountain air or between the smell of apples.
Between the hustle and bustle and the silence of my beloved city.
I think it is the only thing that, I ever fully devoted to.  

When you miss the touch of my hands,
sit in the grass, scrub the soil in your hands.
touch the texture of a wicker chair as you sit.
Touch the sweet face of a newborn baby crying.
Touch the wrinkles of an old woman – and sift her wisdom as you touch her.
I think it was all that in truth, I ever fully devoted to.  

When you miss my voice,
listen to the sway of the river humming my favorite songs.
Listen to the sound of the sea that proclaimed what my life was about.  
Listen to the whisper of the wind dancing in my favor.  
Listen to the weeping that came out of my fist and my verse.
Talk to the old man in the corner, he will teach you about my rhymes.
Find me on melodies that communed with my agonies.
I think it was, the only thing that I ever fully devoted to.  

I don't know how long I’ll be around,
but when you miss me,
when you can’t longer look, touch, kiss, or talk to me;
find me in everything, touch me in everything,
talk to me, look for me in all things.
For I belong to you as much as I have belonged to the earth,
to my letters,
to my verses,
to my kisses,
my affections,
to my trepidation,
to my daydreams,

and you, that you were my dream come true, I will live for you in perpetuity!  

Because loving you... was the only thing, that I really, and fully ever devoted and committed myself to.

LeydisProse
6/27/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
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Cuando te falte, encuéntrame entre letras.
Letras donde deje plasmado mi ser y el amor que tuve,
Creo que fue a lo único que en verdad por completo me entregue.

Cuando te falte mi mirada, encuéntrala en la naturaleza,
Entre pétalos de rosas carmesí.
Entre un cielo sin nubes, talvez entre cielos de matices naranjados.
Entre el sereno de la sabana, entre el pasto regado.
Entre el aire puro de la montaña, entre el olor a manzana.
Entre el bullicio y el silencio de mi ciudad amada,
Creo que fue a lo único que en verdad por completo me entregue.

Cuando te falte el toque de mis manos,
recuéstate en la grama, soba la tierra entre tus manos,
Toca la textura de un sillón de mimbre al sentarte.
Toca la dulce cara de un recién nacido llorando.
Toca las arrugas de una anciana-suspira su sabiduría al tocarla.
Creo que fue a lo único que en verdad, por completo me entregue.

Cuando te falte mi voz,
Escucha el vaivén del rio que pregona mis canciones favoritas.
Escucha el sonido afónico de la olas del mar que alegaron lo que fui en vida.
Escucha el susurro del viento que bailaba a mi favor.
Escucha del pueblo el lamento que salió de mi puño y mi verso.
Conversa con el anciano de la esquina, él te dirá una de mis rimas.
Búscame en melodías que compartieron mis agonías.
Creo que fue, a lo único que en verdad por completo me entregue.

No sé cuánto te dure, pero cuando te falte,
cuando ya no me puedas mirar, tocar, besar, hablar;
búscame en todo, tócame en todo, háblame en todo, mírame en todo,
Porque yo he sido de ti tanto como he sido de la tierra,
de mis letras,
de mis versos,
de mis besos,
de mis amores,
de mis aprensiones,
de mis ensueños,

Y tú que fuiste mi sueño convertido en realidad,
¡Viviré para ti en la eternidad!

Porque amarte……………………fue a lo único, que realmente,
y a lo que completamente me entregue.

LeydisProse
Leydis Sep 2017
There are many shades of truths,
absolute truths and truthful lies.
All black, all white,
grey matters in all its shades,
but, I am a strange mortal,
I seek red..,
The color of fire,
of the blood that raises my desire,
the energy that I transfer as my hips sway,
the war I begin with myself when you are away,
the dangers of my feral passion,
the strength I beckon to calm my ravenous anxiety,
the power I ooze as I step into a burning fire,
the determination in rendering you slave to my desires.
Shades matter but I prefer the intensity I perspire,
the rate in which my respiration raises my blood pressure
as I contort my body into surrender.

Red,
the color of passion,
a poets choice of poison,
the color I bled as I laid these verses,
the signature ink in the best kisses,
the color of silver linings,
as I bathe in all the shades of this desire…
of whatever kind of love this is,
whether is ephemeral or everlasting.
****************­********************­**********

La verdad viene en diferentes matices,
hay verdades absolutas
y
mentiras verdaderas.
Esta el *****
y
los tonos blancos.

Todas las tonalidades son importantes,
pero, yo soy un ser extraño,
persigo todas las tonalidades del color rojo.
El color del fuego,
de la sangre que provoca mi deseo,
la energía que transfiero cuando mis caderas se contonean,
la guerra que empiezo conmigo misma cuando estás ausente,
los peligros de mi felina y salvaje pasión,
la fuerza que requiero para calmar mis ansias,
el poder que supuro cuando entro en ese ardiente fuego,
la determinación en hacerte esclavo de mis deseos.

Los matices son importantes,
pero yo prefiero;
la intensidad que transpiro al mirarte,
la manera en que mi respiración eleva mi presión,
mientras se retuerce mi cuerpo,
queriendo evitar rendirme a esa esplendorosa manera
en la cual sorbas los néctares de mi colorada entrega.

Rojo,
el color de la pasión,
el veneno preferido de los poetas,
el color que sangraba al plasmar estos versos,
la tinta en la firma de los mejores besos,
el color de las aberturas pasionales,
donde me baño en todas las tonalidades de un deseo indomable...
no importa como resulte ser este amor…
sea efímero o transcienda eternidades.

LeydisProse
9/14/2017
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Leydis Jun 2017
VEN
Ven.
Ven, que llevo siete mundos en mi cintura,
un planeta con nueve lunas, para que te deleites con mi sabrosura.

Ven.
Ven, que tengo una estrella que se estalla en tu picara mirada.
Una estrella que quiere alumbrar tu noche oscura.

Ven.
Ven, que llevo una constelación de pasión en mis adentros.
Un borboteo con suficiente combustible para incendiar tu fuego.
Ven,
que quiero desnudarme y admirar la explosión de matices que hemos causado.

Ven,
que soy un cometa que si se acerca a su sol me derrito,
y,
en tu pasión evapora toda el agua de mi intemperancia,
de mi impaciencia,
de mis excesos.
Y al revés, me pasa si no vienes,
sin tu calor, tu que eres mi sol
mis partes más calientes se convierten nieve,
se polvorizan, cristalizan, y estancan este ardor.

Ven,
que llevo un planeta en mis caderas con místicas resonancias,
que reverberan mi estrella, en el susurro de una poesía, que comienza de tu saliva en mis labios.

Ven,
que podemos ser asteroides, meteoritos, explotando entre galaxias.
Ven, que he inventado una universo para nosotros;
escaparnos, saciarnos,
vivirnos, amarnos.

Ven que necesito eclipsarme.
Ven que necesito romper todas las ficciones sobre lo prohibido.
Ven que solo contigo, puedo romper en estallido.

Ven que te necesito.

Ven,
que tú eres de todo el universo,
el único espacio que necesito.

LeydisProse
6/8/2017
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Colecciono pronósticos
anuncios y matices
y signos
              y sospechas
                                   y señales

imagino proyectos de promesas
quisiera no perderme
un solo indicio

ayer
sin ir más lejos
ese ayer que empezó siendo aciago
se convirtió en buen día
a las nueve y catorce
cuando vos
inocente
dijiste así al pasar
que no hallabas factible
la pareja
la pareja de amor
naturalmente

no vacilé un segundo
me aferré a ese dictamen

porque vos y yo somos
                                        la despareja.
¿Decís que la rima ya ha muerto, y que es ruido
De compás monótono, muy fuerte al oído,
Y que rotos ritmos son música interna
Para los arcanos del alma moderna?

¿Música? Mas cuándo lo que no es eufónico
Por suerte ha dejado de ser inarmónico?

Descoyuntamientos y palabrería,
No serán ni han sido jamás Poesía.
Es a sus dominios áspera la ruta,
Y todo el que quiera, su don no disfruta.
Y así como el mármol a cincel se labra,
Al esfuerzo nacen idea y palabra.
Siempre el arte es largo. Poeta o artista
No con bagatelas el lauro conquista.

Grautier dijo: «Calce la Musa un estrecho
Coturno». Y os digo, que el píe que no es hecho
A molde no holgado, rehúya la ordalia
Del verso, y que lleve más libre sandalia.

Dejad a la Musa su veste radiosa:
Las trabas del verso no tiene la prosa.
¿Y cuándo el desorden, la no coherencia,
Han sido armonía y han sido cadencia?

«Son cosas sutiles, son matices trémulos»,
Decís, «y vosotros que sois nuestros émulos
No entendéis».
                                    Es cierto. Jamás lo estrambótico
Entendemos, menos lo insulso o caótico.

¿Que usáis simbolismos? Lo diáfano es norma:
Jamás lo que el hombre retuerce o deforma.
¿Queréis que os comprendan?  Sed siempre muy claros:
Que brillen los versos cual mármol de Paros,
Y en ellos, la rima cual oro en la jagua,
O rosa de fuego temblando en el agua;
Y como el poema del BJiin cruza Elsa,
Que siga la Musa radiante y excelsa,
Dejando cual huella de luz vivos rastros,
Y orladas las sienes en polvo de astros.

Ícaro, atrevido, vio vano su anhelo....
Si no tenéis alas no intentéis el vuelo.
Quedaos en tierra si la fuerza os falta.
Es duro el ascenso. La cumbre es muy alta.
Poesía es Arte, del Arte la cima,
Y la estrofa es alma, y es ritmo y es rima.
Verdad que las reglas son difícil aula,
Mas falta no hace que entréis a la jaula;
Y de Arte y de numen al soplo y al toque
Tan sólo ha surgido la estatua del bloque.
Mi virtud de sentir se acoge a la divisa
del barómetro lúbrico, que en su enagua violeta
los volubles matices de los climas sujeta
con una probidad instantánea y precisa.Mi única virtud es sentirme desollado
en el templo y la calle, en la alcoba y el prado.
Orean mi bautismo, en alma y carnes vivas,
las ráfagas eternas entre las fugitivas.Todo me pide sangre: la mujer y la estrella,
la congoja del trueno, la vejez con su báculo,
el grifo que vomita su hidráulica querella,
y la lámpara, parpadeo del tabernáculo.Todo lo que a mis ojos es limpio y es agudo
bebe de mis droláticas arterias el saludo.Mi ángel guardián y mi demonio estrafalario,
desgranando granadas fieles, siguen mi pista
en las vicisitudes de la bermeja lista
que marca, en tierra firme y en mar, mi itinerario.Como aquel que fue herido en la noche agorera
y denunció su paso goteando la acera,
yo puedo desandar mi camino rubí,
hasta el minuto y hasta la casa en que nací
místicamente armado contra la laica era.Dejo, sin testamento, su gota a cada clavo
teñido con la savia de mi ritual madera;
no recojo mi sangre, ni siquiera la lavo.Espiritual al prójimo, mi corazón se inmola
para hacer un empréstito sin usuras aciagas
a la clorosis virgen y azul de los Gonzagas
y a la cárdena quiebra del Marqués de Priola.¿En qué comulgatorio secreto hay que llorar?
¿Qué brújula se imanta de mi sino? ¿Qué par
de trenzas destronadas se me ofrecen por hijas?
¿Qué lecho esquinal pide tibieza en su tramonto?
Ánima adoratriz: a la hora que elijas
para ensalzar tus fieles granadas, estoy pronto.Mas será con el cálculo de una amena medida:
que se acaben a un tiempo el arrobo y la vida
y que del vino fausto no quedando en la mesa
ni la hez de una hez, se derrumbe en la huesa
el burlesco legado de una estéril pavesa.
Leydis Sep 2017
Él no me gusta,……. él me encanta.
Amarlo se ha convertido el motor que impulsa mis ganas.
Si, besarlo, sea en la mejilla, en la frente o en esos labios sabor a devoción, es el lema de mi alma.

No, él no me gusta...él me encanta.
Me encanta cuando el brillo de sus ojos a los míos acicalan.
Los visten de las ilusiones más pueriles,
humanizando mis esperanzas,
manifestándose en la fe en el ser humano.

Él no me gusta...él me encanta.
Cuando mis oídos escuchan su voz,
los cosmos se alinean y guiñan sus ojos,
bendiciendo una unión que pudo ser completamente frívola,
más se transformo en los incandescentes matices que viste el amor.

Nunca he amado tantos mis olfatos como ahora que él está en mi vida.
El poder oler la magia de su dignidad,
saborear los añejos sabores en cada línea de su boca tibia, tierna, y seductiva,
mirarlo con dulce encanto, y si, hasta con suspicacia por sentir el milagro de haberlo encontrado,
escuchar esa voz que inunda mis adentros de emociones inefables,
tocarlo es como cuando la tarde se besa con la madrugada,
si, ahora por fin entiendo el diseño maestro de estos olfatos,
y con él, cada uno de esos sentidos se encuentra en casa.

Si, él me gusta como para inventar nuevas maneras de saborear el café de la vida.
Pero me encanta más,
como para por siempre enlazar mi alma y mi piel a su vida.
Él no me gusta....
¡Él me encanta para redefinir la palabra…estoy completamente feliz, día tras día!!

LeydisProse
9/11/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
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Martin D Angelus Nov 2018
Semáforo del tiempo
dónde se reflejan
matices de esperanza
e ilusiones trasnochadas.
El zumbido de la manecilla
hace eco en cada pensamiento.
La inquieta corneta
irrumpe el transcurso del tiempo.
Allí se vive un desafío
entre la realidad
y la utópica fantasía.
Sumergido entre recuerdos
de lunas pasadas
y el brío de inciertos caminos.
En el semáforo del tiempo,
inmortales rotondas surcan
las avenidas del presente
con los andamios del pasado.
Semáforo del tiempo
devuélveme las noches de bohemia,
dónde la barahúnda terrenal
no erradique mis pensamientos.
Semáforo del tiempo
permíteme renacer
al compás del viento.

©MartinDAngelus
Marco Bo Aug 2018
presso queste dimenticate periferie del mondo
siamo piccoli fili
a volte ci annodiamo
è allora che sappiamo
di valere qualcosa
come alba e tramonto
e tutte le sfumature di luce
dall'inizio alla fine

......................

in these forgotten suburbs of the world
we are small threads
sometimes we get tangled up
that's when we know
we are worth something
like sunrise and sunset
and all the shades of light
from beginning to end

...........................

en estos suburbios olvidados del mundo
somos pequeños hilos
a veces nos enredamos
ahí es cuando sabemos
que valemos algo
como  amanecer y atardecer
y todos los matices de luz
de principio a fin
.................

dans ces banlieues oubliées du monde
nous sommes de petits fils
parfois nous embrouillons
il est alors que nous savons
que nous valons quelque chose
comme aube y coucher de soleil
et toutes les nuances de lumière
du début à fin

— The End —