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En la mañana sale el sol,
despertamos con una ilusión,
ver a nuestra isla ser una nación,
lucharemos por nuestra tierra después de la puesta del sol.

Ya es de noche, reina la oscuridad,
vestidos de negros, jamás nos verán,
con las sombras nos confundirán
y cuando menos lo esperan muy tarde será,
porque ya pronto tendremos nuestra libertad.

Mi pueblo está cansado de ser oprimido,
y ustedes invasores pagarán por lo que ha sucedido,
nuestra tierra la han destruido
pero de nuestro corazón se siente un latido,
aún no estamos en el olvido.

Nuestra cultura quisiste eliminar,
pero la mancha de plátano es difícil de borrar,
armados con fusiles y machetes iremos a luchar,
y en esta noche la muerte de Filiberto y Albizu vamos a vengar,
ya pronto la supremacía americana va a terminar,
por fin mi pueblo podrá respirar.

Escrito por: Yamil Rosario Vázquez (16-feb-2012)

Este poema es dedicado a todas las personas que en sus vidas han puesto un granito de arena para lograr la independencia de Puerto Rico, y a aquellos que han muerto luchando por ella.

En especial a:

Pedro Albizu Campos, Filiberto Ojeda Ríos, Ramón Emeterio Betances, y los a los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras.
For my people... I'm a freshman at the University of Puerto Rico, Rio Piedras Campus, studying Pure Mathematics. I 'm also an elite gymnast with dreams of one day winning an Olympic Medal.
En el fondo del mar profundo,
en la noche de largas listas,
como un caballo cruza corriendo
tu callado callado nombre.

Alójame en tu espalda, ay refúgiame,
aparéceme en tu espejo, de pronto,
sobre la hoja solitaria, nocturna,
brotando de lo oscuro, detrás de ti.

Flor de la dulce luz completa,
acúdeme tu boca de besos,
violenta de separaciones,
determinada y fina boca.

Ahora bien, en lo largo y largo,
de olvido a olvido residen conmigo
los rieles, el grito de la lluvia:
lo que la oscura noche preserva.

Acógeme en la tarde de hilo
cuando el anochecer trabaja
su vestuario, y palpita en el cielo
una estrella llena de viento.

Acércame tu ausencia hasta el fondo,
pesadamente, tapándote los ojos,
crúzame tu existencia, suponiendo
que mi corazón está destruido.
Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.
Verdura de las eras,
¿qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de asechanzas
y hace brotar la sombra más sombría.
El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro encuentro.
Y una vez más al callejón del llanto
lluviosamente entro.
Siempre me veo dentro
de esta sombra de acíbar revocada,
amasado con ojos y bordones,
que un candil de agonía tiene puesto a la entrada
y un rabioso collar de corazones.
Llorar dentro de un pozo,
en la misma raíz desconsolada
del agua, del sollozo,
del corazón quisiera:
donde nadie me viera la voz ni la mirada,
ni restos de mis lágrimas me viera.
Entro despacio, se me cae la frente
despacio, el corazón se me desgarra
despacio, y despaciosa y negramente
vuelvo a llorar al pie de una guitarra.
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.
Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.
¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!
Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres,
de tus dientes arrancas y sacudes,
y ya te pones triste, y sólo quieres
ya el paraíso de los ataúdes.
Vestido de esqueleto,
durmiéndote de plomo,
de indiferencia armado y de respeto,
te veo entre tus cejas si me asomo.
Se ha llevado tu vida de palomo,
que ceñía de espuma
y de arrullos el cielo y las ventanas,
como un raudal de pluma
el viento que se lleva las semanas.
Primo de las manzanas,
no podrá con tu savia la carcoma,
no podrá con tu muerte la lengua del gusano,
y para dar salud fiera a su poma
elegirá tus huesos el manzano.
Cegado el manantial de tu saliva,
hijo de la paloma,
nieto del ruiseñor y de la oliva:
serás, mientras la tierra vaya y vuelva,
esposo siempre de la siempreviva,
estiércol padre de la madreselva.
¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla,
pero qué injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia cuchillada.
Tú, el más firme edificio, destruido,
tú, el gavilán más alto, desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado.
Caiga tu alegre sangre de granado,
como un derrumbamiento de martillos feroces,
sobre quien te detuvo mortalmente.
Salivazos y hoces
caigan sobre la mancha de su frente.
Muere un poeta y la creación se siente
herida y moribunda en las entrañas.
Un cósmico temblor de escalofríos
mueve temiblemente las montañas,
un resplandor de muerte la matriz de los ríos.
Oigo pueblos de ayes y valles de lamentos,
veo un bosque de ojos nunca enjutos,
avenidas de lágrimas y mantos:
y en torbellino de hojas y de vientos,
lutos tras otros lutos y otros lutos,
llantos tras otros llantos y otros llantos.
No aventarán, no arrastrarán tus huesos,
volcán de arrope, trueno de panales,
poeta entretejido, dulce, amargo,
que al calor de los besos
sentiste, entre dos largas hileras de puñales,
largo amor, muerte larga, fuego largo.
Por hacer a tu muerte compañía,
vienen poblando todos los rincones
del cielo y de la tierra bandadas de armonía,
relámpagos de azules vibraciones.
Crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y gitanos,
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.
Pero el silencio puede más que tanto instrumento.
Silencioso, desierto, polvoriento
en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.
Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.
He caído en pozos oscuros
donde la claridad no existe,
donde mis ojos no tienen brillo
y no se distinguen de la niebla.

He tropezado con rocas más grandes que mi ego
y destruido posibilidades con fracasos.
Un día caí y no recordé nada,
se esfumó mi retentiva y con el golpe en la cabeza;
rebotó mi alma, dejando mi cuerpo frío azul.

La piel en el piso rozaba la mugre
que se desprendía de mis poros,
me fui aclarando como si alguna presión
de vapor celestial me bañara.

Todos los fantasmas a mi alrededor se espantaron con la luz,
flotaron en los gritos y se llevaron el miedo.
Era una luz azul tibia
que sanaba mi cicatrices con su canto,
suturaba mis heridas aún abiertas con sus palabras,
transformaba mis huesos en cimientos.

De pronto, detrás de ella, se encontraba mi alma,
abrazándola, amarrada a su espalda
como huérfana hambrienta,
y era tan amable y tan gentil
que se tornaba roja ternura.

La niebla salió de mis ojos
y brillaron como nunca al verte,
me ofreciste mi alma de vuelta
y me negué rotundamente.

No necesito mi alma
porque sólo contigo existe,
no necesito mi cuerpo
sin tu luz que me llene
de mar sabio que me empuja,
de tus ojos claros tenues.
Cogiome sin prevención
Amor, astuto y tirano:
con capa de cortesano
se me entró en el corazón.
Descuidada la razón
y sin armas los sentidos,
dieron puerta inadvertidos;
y él, por lograr sus enojos,
mientras suspendió los ojos
me salteó los oídos.

Disfrazado entró y mañoso;
mas ya que dentro se vio
del Paladión, salió
de aquel disfraz engañoso;
y, con ánimo furioso,
tomando las armas luego,
se descubrió astuto Griego
que, iras brotando y furores,
matando los defensores,
puso a toda el Alma fuego.

Y buscando sus violencias
en ella al príamo fuerte,
dio al Entendimiento muerte,
que era Rey de las potencias;
y sin hacer diferencias
de real o plebeya grey,
haciendo general ley
murieron a sus puñales
los discursos racionales
porque eran hijos del Rey.

A Casandra su fiereza
buscó, y con modos tiranos,
ató a la Razón las manos,
que era del Alma princesa.
En prisiones su belleza
de soldados atrevidos,
lamenta los no creídos
desastres que adivinó,
pues por más voces que dio
no la oyeron los sentidos.

Todo el palacio abrasado
se ve, todo destruido;
Deifobo allí mal herido,
aquí Paris maltratado.
Prende también su cuidado
la modestia en Polixena;
y en medio de tanta pena,
tanta muerte y confusión,
a la ilícita afición
sólo reserva en Elena.

Ya la Ciudad, que vecina
fue al Cielo, con tanto arder,
sólo guarda de su ser
vestigios, en su ruina.
Todo el amor lo extermina;
y con ardiente furor,
sólo se oye, entre el rumor
con que su crueldad apoya:
«Aquí yace un Alma Troya
¡Victoria por el Amor!»
rey Jul 2017
quisiera olvidarte
quisiera olvidar
tu nombre
y las manos que antes
me acariciaban

todo lo que he hecho
como una tonta
sin nada
por nada
nunca era nada

mis manos llenas de
la tierra
la leña quemada
las cenizas
de un fuego
que antes existía
dominando las colinas

las puntas de mis dedos
quemadas
un dolor extraño

nunca he sentido estos dolores

entierrio las cenizas
con todas las memórias
beso el zacate
verde y rocío

un día crecería
un arbol
lleno del amor
todo el amor
que me han rechazado
tirado, destruido
un arbol
nacido de las cenizas
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuantas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

Alza tus brazos, ellos encierran a la noche,
desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra como una campana
que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame
del dolor,
límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.
Tú destruyes el mundo para que esto suceda,
tú comienzas el mundo para que esto suceda.

Me has amado las manos y caerán con el otoño.
Has amado mi voz y está arrasada.
Mi rostro ha reventado sobre ti como una piedra
impura.
Me has amado y amado
para que huya de mí, señor de sombras.
Me has destruido para que yo sea luz humana
cantando
como las criaturas de tu sangre.

Que del recuerdo suba el olor de tu cuerpo y se
haga tu cuerpo.
Que la noche devuelva tu dulzura.
Que tus manos sean dadas por el temblor que dieron.
Que tus ojos regresen de todo lo mirado.
Paloma del amor
en vez
asciendes pura en libertad
giras y cantas como el cielo vas invadiendo el mundo.

Como un niño te canto bajo la noche oscura.

Cofre de los secretos, juegos hondos,
temblores del otoño como pañuelos rápidos,
te canto allí para que seas.
Señora del candor,
con boca limpia digo uno a uno tus nombres,
pongo mi rostro en la penumbra que de ellos
desciende,
hago un gran fuego con tus nombres bajo la
noche oscura.

En realidad quiero decir: me haces andar contra la muerte.
Leydis Jun 2017
Me pidió que le abrace,
me dijo que ya no quería más guerra.
Me dijo que estaba desintegrado,
desmoronado,
desmigado,
desecho,
triturado,
destruido,
que se le habia desintegrado el alma.

Que su alma estaba en pena,
que penando se pasaba de barra en barra,
barriendo toda la tristeza que le alberga,
entre tragos que no le embriagan,
y que solo empinan sus dolencias.

Me pidió que lo que lo abrace,  
que no me desprendiera,
que no le soltara,
que no le abandonara,
que no le hiriera de tal manera,
que ya la soledad estaba haciendo patria sobre su vida vacía y seca.

Me pidió que lo abrazara.
Me pidió una mariposa de esas que hacen alegrar la pansa.
Me pidió un beso como pide el fusilado un último deseo.

Le dije que respirara. Me tire con él a la grama.
Le pedí  que me mirara.
Le asegure de que la guerra había cesado.
Le bese en la frente paulatinamente, mientras,
le contaba la triunfante historia de la mariposa que se transforma de oruga en realeza.
Lo abrace hasta que vi el espíritu de tristeza brotar de su cuerpo.
Lo abrace hasta que el niño asustado tomara confianza.
Lo abrace como si estuviese desahuciado.
Lo abrace hasta que sentí las cadenas que lo ataban..romperse en mil pedazos.
Lo abrace hasta que se sintió hombre de nuevo.

Luego hicimos el amor, como lo hicieron Adan y Eva cuando descubrieron
sus hambrientos y desnudos cuerpos en su nirvana.

LeydisProse
6/6/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
Confiaremos en la mala memoria de la gente,
ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.

Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,
pero instauramos la paz,
consolidamos las instituciones;
los comerciantes están con nosotros,
los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,
los colegios particulares,
las personas respetables.
Hemos destruido la conjura,
aumentamos nuestro poder:
ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.

Tenemos Secretarios de Estado capaces
de transformar la mierda en esencias aromáticas,
diputados y senadores alquimistas,
líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.

Aquí no ha pasado nada.
Comienza nuestro reino.
Oh Maligna, ya habrás hallado la carta, ya habrás llorado de furia,
y habrás insultado el recuerdo de mi madre
llamándola perra podrida y madre de perros,
ya habrás bebido sola, solitaria, el té del atardecer
mirando mis viejos zapatos vacíos para siempre,
y ya no podrás recordar, mis enfermedades, mis sueños nocturnos, mis comidas
sin maldecirme en voz alta como si estuviera allí aún,
quejándome del trópico, de los coolies coringhis,
de las venenosas fiebres que me hicieron tanto daño
y de los espantosos ingleses que odio todavía.

Maligna, la verdad, qué noche tan grande, qué tierra tan sola!
He llegado otra vez a los dormitorios solitarios,
a almorzar en los restaurantes comida fría, y otra vez
tiro al suelo los pantalones y las camisas,
no hay perchas en mi habitación, ni retratos de nadie en las paredes.
Cuánta sombra de la que hay en mi alma daría por recobrarte,
y qué amenazadores me parecen los nombres de los meses,
y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene.

Enterrado junto al cocotero hallarás más tarde
el cuchillo que escondí allí por temor de que me mataras,
y ahora repentinamente quisiera oler su acero de cocina
acostumbrado al peso de tu mano y al brillo de tu pie:
bajo la humedad de la tierra, entre las sordas raíces,
de los lenguajes humanos el pobre sólo sabría tu nombre,
y la espesa tierra no comprende tu nombre
hecho de impenetrables substancias divinas.

Así como me aflige pensar en el claro día de tus piernas
recostadas como detenidas y duras aguas solares,
y la golondrina que durmiendo y volando vive en tus ojos,
y el perro de furia que asilas en el corazón,
así también veo las muertes que están entre nosotros desde ahora,
y respiro en el aire la ceniza y lo destruido,
el largo, solitario espacio que me rodea para siempre.

Daría este viento del mar gigante por tu brusca respiración
oída en largas noches sin mezcla de olvido,
uniéndose a la atmósfera como el látigo a la piel del caballo.
Y por oírte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,
como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada,
cuántas veces entregaría este coro de sombras que poseo,
y el ruido de espadas inútiles que se oye en mi alma,
y la paloma de sangre que está solitaria en mi frente
llamando cosas desaparecidas, seres desaparecidos,
substancias extrañamente inseparables y perdidas.
En su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.

Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.

Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.

Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
del círculo que en ***** y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.
LKenzo Dec 2020
La lluvia ha dejado goteras en los arboles
el trueno ha destruido medio bosque
las tres lunas anuncian la noche
alumbran a las criaturas, alertan sus voces
aullidos de violines despiertan a los habitantes
la mujer pantera sale a cazar
sangrientos corazones.
Pelaje de terciopelo con ligero movimiento
acaricia con sus garras el suave viento
colmillos crema de afilado marfil
que asoman de su rostro violento
ensuciando y devorando a un conejo muerto.
El olor ha atraído a otros entre la bruma
en busca de delicado alimento
jaguares en la colina se disputan
en un felino enfrentamiento
mientras los pájaros huyen y se asustan.

Un disparo seco y lento
anuncia de los cazadores
provenientes del desierto,
monstruos de mis adentros
escapar de este infierno
no merece la pena vivir en mi interior
pues todo aquí ya esta muerto,
criaturas de los bosques
no os lo pedí cuando me hicisteis
para siempre vuestro rey
ahora viviremos bajo la tierra
hasta que la noche llegue.

El gruñido del animal rompió el silencio
la manada de jaguar con piel de leopardo
y alma de cordero huye con desespero
se refugian entre las ramas con anhelo
entierran su cuerpo en el caliente suelo
La orquesta comienza su crescendo
Los fogonazos de fuegos golpean el firmamento
rebotando y estrellándose contra el riachuelo
y las garras de la pantera
arañan el rostro del animal-hombre
sumiéndolo en un eterno sueño
devorado por las fieras.
No fue capaz de vivir por siempre.

Lluvia de espíritus en el claro del bosque
los dioses enfurecidos susurran su nombre
la sangre de líquido hierro brota por el suelo
el alma de la vida y la muerte alza su vuelo.

Dos de las tres lunas permanecen en el cielo
mientras dos soles asoman
tímidos por las montañas,
las flores se balancean haciendo sonar
las campanas que son sus semillas
el aire es frío y huele a mañanas
comienza un día nuevo, se consume el fuego
la arena se levanta escurridiza en el desierto
y los arboles dejan sus colores morados
para otro tiempo.
La reina del bosque, la mujer pantera,
se refugia junto a sus hermanas en la cueva
y la hierba y la maleza
tapan los restos del cuerpo despedazado
otra presa, pasto de las bestias.
Cierro los ojos para disuadirme.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Está el escarabajo a tropezones,
mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.

De veras está todo como antes:
el cielo tan inerme,
la misma soledad tan maciza,
la luz que se devora y no comprende.
Todo está como antes
de tu rostro sin nubes,
todo aguarda como antes la anunciada
estación en suspenso,
pero también estaba entonces este pánico
de no saber huir y no saber
alejarme del odio.

De veras todo está
destruido, indescifrable,
como verdad caída inesperadamente
del cielo o del olvido
y si alguien, algo, me golpea los párpados
es una lenta gota empecinada.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Abro los ojos para convencerme.
es frecuente que un hombre se detenga a pensar en su polvo
al que seguramente llevará tu claridad o el ejercicio de tu claridad
y se verá diseminado en el agua en el aire en la abeja en el sol
con gestos parecidos a tu doble persona
es frecuente que un hombre se revise la frente hallándote debajo
encendida apagada es frecuente
que sucedan estas cosas mi dios
con un hombre que será destruido
y no te arrancarán de su sed
Lxi
La gota viva del azogue
corre hacia abajo o hacia siempre?

Mi poesía desdichada
mirará con los ojos míos?

Tendré mi olor y mis dolores
cuando yo duerma destruido?
Gerardo Manllo Jan 2018
aqui estoy
acostado pensando en ti
donde todo empezo
un año ha pasado
y solo tengo tu recuerdo enjaulado

un sueño cumplido
no deje de ser tu mejor amigo
solo me converti en tu mejor motivo

viajamos juntos
descubrimos juntos
el mundo en nuestras manos
destruido por tus pensamientos vagos

pensar en ti
el sol de la mañana
entrando en la ventana
despertandonos de un sueño
para verme en tu mirada

dormir contigo
despertar a tu lado
vivir el sueño
para siempre enamorados

nunca entendere que paso
nunca podre sacarte de mi corazon

mi mejor amiga
convertida en mi novia
y en menos de un año
te rendiste con nuestra historia
6/12/17
en la noche importante
orino bebo tengo huesos
manos atadas como perros
labios razas oscuras
como desastres como escombros
¿los arrastran tus pies?
¿o en qué violenta dulce
contracción de tu olvido
paso yo deseado
acariciado
destruido
por tus muslos sin ojos?
LKenzo Dec 2020
Tuve el valor, tuve la gloria
a las puertas de tu destruido reino
Diamantes, en las espadas, desafiantes
Los dragones y las mazmorras.
Y las calurosas noches en los valles
antes de las guerras, cuando tu seguías viva
más allá del corazón en las montañas
Los días en palacio, en los que las princesas
envidiaban tu apalabrado amor atado al mío.
Ahora la sombra de la atalaya nubla mi mirada
no puedo ver a través de ella
me cuesta entender.
Entre el bosque, cerca del baluarte
con telas de araña que encapotan el cielo,
la ***** de los árboles
que lamen el firmamento con sus picudas ramas
y los rápidos caballos rojos
que correrán en tu búsqueda,
desbocando en la certeza
gritando en nuestras cabezas
derrubiando la verdad
palpitando en nuestros corazones.
En mi fresca memoria, seguías muriendo
expulsada del paraíso como un ave rapaz.
Creo que todo esto ya terminó
temo que tu no seas mi problema nunca más.
Apagué el cigarrillo en mi muslo entre las medias
y lloré
este cuerpo lo parió mi madre
y hoy soy yo quien me traiciono
quien lo maltrata.
Dime como se ve el suelo desde el firmamento,
la tierra desde el cielo.
Conviertes el mármol en seda,
la noche entera.
Tocaré para ti, reina de todos mis torneos.
Cogeré la espada por el filo.
Te recordaré cuando desvista a otras mujeres
me arrodillaré ante el enemigo.
Escogeré la elección del poeta
antes que la del caballero
cuando, de espaldas, pronuncies mi nombre.
Si seguir queriéndote destruye mis murallas
¿porque debería amarte?
velaré armas
Si allá dónde estés estás sola, cerraré mis ojos
y estaré justo ahí, reinando sobre tus abrazos
El triunfo de la muerte
El cantar de los cantares.
En una carta al cielo,
dame tus razones
dame tus motivos
cuando la esperanza esta perdida
solo me queda rezar
para que todo vaya bien de verdad.
Coge mi mano una última vez
y vámonos, allá donde
ni siquiera la muerte
pueda encontrarte.
Aunque ya no estés. Te quiero.
Hazme un favor y no digas nada.
Te quiero.
Deja esas palabras sueltas por ahí un segundo.
En el aire, en el tiempo
Solo un segundo.

— The End —