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Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a  retoñar.

Perla que en el humo se disuelve,
peregrina de la emoción,
la ilusión que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón.

Vanamente, pretenderemos
dar a una rosa mustia color.
Así tampoco logramos
dar nueva vida a un muerto amor.

Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a  retoñar.

Cuando el amor se siente extraño
en el pecho, ya no es amor,
y retenerlo es un engaño
que tortura al engañador...

Déjalo ir... deja vacío
ese hueco en  tu corazón,
en las cenizas de tu hastío
pon la brasa de otra ilusión...

Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar...

Muerto está el amor al que envuelve
en llamas la imaginación:
La ilusión que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón.

Es ley amarga de la vida
de todo sueño despertar:
Sobre las huellas de una huida
es inútil querer soñar...

Así, triste, pero sumisa,
aceptando el dolor, mujer,
di adiós con tu mejor sonrisa
a lo que nunca ha de volver...

Enigma que si se resuelve
nos desencanta, es la pasión:
La ilusión que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón...

Juntemos, pues, las manos frías,
y digamos una oración
por las pasadas alegrías
y por la actual desilusión.

Y con humilde voz, pidamos
pronto consuelo a este dolor,
por lo mucho que nos amamos
en lo breve de nuestro amor...

Como la mar, no vuelve
al río su agua, la ilusión,
una vez que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón.

Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar!...

Hay que vivir, hay que olvidar...
Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda Ronsard.

Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.

Si los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400 odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...

Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.

Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las "Meninas" que -siendo las propias "Meninas" de carne y hueso- colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular milagro de su inmortalidad.

Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.

Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.

¡La "Olimpia" de Manet está enferma de "mal de Pott"! ¡Necesita aire de mar!... ¡Urge que Goya la examine!...

En ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos, la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.

¡Las lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un "régimen mejorado", ¿tenemos derecho a reclamar una "ley seca" para la poesía... para una poesía "extra dry", gusto americano?

Todo el talento del "douannier" Rousseau estribó en la convicción con que, a los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.

La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto.

Las frases de Oscar Wilde no necesitan red. ¡Lástima que al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la incertidumbre de su ****!

El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón -allí está la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril -que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.

Es necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del contacto demasiado brusco con lo sobrenatural), antes de aproximarnos a los rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.

No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.

Entre otras... ¡la más irreductible disidencia ortográfica! Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.

Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre todo y ante todo, poesía.

Los cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.

¡Sin pie, no hay poesía! -exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa confidencia para reconocerlos.

Esos tinteros con un busto de Voltaire, ¿no tendrán un significado profundo? ¿No habrá sido Voltaire una especie de Papa (*****) de la tinta?

En música, al pleonasmo se le denomina: variación.

Seurat compuso los más admirables escaparates de juguetería.

La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia.

El silencio de los cuadros del Greco es un silencio ascético, maeterlinckiano, que alucina a los personajes del Greco, les desequilibra la boca, les extravía las pupilas, les diafaniza la nariz.

Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.

No hay que admirar a Wagner porque nos aburra alguna vez, sino a pesar de que nos aburra alguna vez.

Europa comienza a interesarse por nosotros. ¡Disfrazados con las plumas o el chiripá que nos atribuye, alcanzaríamos un éxito clamoroso! ¡Lástima que nuestra sinceridad nos obligue a desilusionarla... a presentarnos como somos; aunque sea incapaz de diferenciarnos... aunque estemos seguros de la rechifla!

Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta.

Renán es un hombre tan bien educado que hasta cuando cree tener razón, pretende demostrarnos que no la tiene.

Las Venus griegas tienen cuarenta y siete pulsaciones. Las Vírgenes españolas, ciento tres.

¡Sepamos consolarnos! Si las mujeres de Rubens pesaran 27 kilos menos, ya no podríamos extasiarnos ante los reflejos nacarados de sus carnes desnudas.

Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.

El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan ustedes... ¡Señores poetas!

¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?... "Seamos argentinos", gritan algunos... sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto.

Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.

Lo primero que nos enseñan las telas de Chardin es que, para llegar a la pulcritud, al reposo, a la sensatez que alcanzó Chardin, no hay más remedio que resignarnos a pasar la vida en zapatillas.

Facilísimo haber previsto la muerte de Apollinaire, dado que el cerebro de Apollinaire era una fábrica de pirotecnia que constantemente inventaba los más bellos juegos de artificio, los cohetes de más lindo color, y era fatal que al primero que se le escapara entre el fango de la trinchera, una granada le rebanara el cráneo.

Los esclavos miguelangelescos poseen un olor tan iodado, tan acre que, por menos paladar que tengamos basta gustarlo alguna vez para convencerse de que fueron esculpidos por la rompiente. (No me refiero a los del Louvre; modelados por el mar, un día de esos en que fabrica merengues sobre la arena).

¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!

¡Impongámosnos ciertas normas para volver a experimentar la complacencia ingenua de violarlas! La rehabilitación de la infidelidad reclama de nosotros un candor semejante. ¡Ruboricémonos de no poder ruborizarnos y reinventemos las prohibiciones que nos convengan, antes de que la libertad alcance a esclavizarnos completamente!

El cemento armado nos proporciona una satisfacción semejante a la de pasarnos la mano por la cara, después de habernos afeitado.

¡Los vidrios catalanes y las estalactitas de Mallorca con que Anglada prepara su paleta!

Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero -al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo- le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto.

Hay poetas demasiado inflamables. ¿Pasan unos senos recién inaugurados? El cerebro se les incendia. ¡Comienza a salirles humo de la cabeza!

"La Maja Vestida" está más desnuda que la "maja desnuda".

Las telas de Velázquez respiran a pleno pulmón; tienen una buena tensión arterial, una temperatura normal y una reacción Wasserman negativa.

¡Quién hubiera previsto que las Venus griegas fuesen capaces de perder la cabeza!

Hay acordes, hay frases, hay entonaciones en D'Annunzio que nos obligan a perdonarle su "fiatto", su "bella voce", sus actitudes de tenor.

Azorín ve la vida en diminutivo y la expresa repitiendo lo diminutivo, hasta darnos la sensación de la eternidad.

¡El Arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas.

Lo que molesta más en Cézanne es la testarudez con que, delante de un queso, se empeña en repetir: "esto es un queso".

El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte.

La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer.

Hasta el advenimiento de Hugo, nadie sospechó el esplendor, la amplitud, el desarrollo, la suntuosidad a que alcanzaría el genio del "camelo".

Es tanta la mala educación de Pió Baroja, y es tan ingenua la voluptuosidad que siente Pío Baroja en ser mal educado, que somos capaces de perdonarle la falta de educación que significa llamarse: Pío Baroja.

No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.

El estilo de Barres es un estilo de onda, un estilo que acaba de salir de la peluquería.

Lo único que nos impide creer que Saint Saens haya sido un gran músico, es haber escuchado la música de Saint Sáéns.

¿Las Vírgenes de Murillo?

Como vírgenes, demasiado mujeres.

Como mujeres, demasiado vírgenes.

Todas las razones que tendríamos para querer a Velázquez, si la única razón del amor no consistiera en no tener ninguna.

Los surtidores del Alhambra conservan la versión más auténtica de "Las mil y una noches", y la murmuran con la fresca monotonía que merecen.

Si Rubén no hubiera poseído unas manos tan finas!... ¡Si no se las hubiese mirado tanto al escribir!...

La variedad de cicuta con que Sócrates se envenenó se llamaba "Conócete a ti mismo".

¡Cuidado con las nuevas recetas y con los nuevos boticarios! ¡Cuidado con las decoraciones y "la couleur lócale"! ¡Cuidado con los anacronismos que se disfrazan de aviador! ¡Cuidado con el excesivo dandysmo de la indumentaria londinense! ¡Cuidado -sobre todo- con los que gritan: "¡Cuidado!" cada cinco minutos!

Ningún aterrizaje más emocionante que el "aterrizaje" forzoso de la Victoria de Samotracia.

Goya grababa, como si "entrara a matar".

El estilo de Renán se resiente de la flaccidez y olor a sacristía de sus manos... demasiado aficionadas "a lavarse las manos".

La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas.

Nada puede darnos una certidumbre más sensual y un convencimiento tan palpable del origen divino de la vida, como el vientre recién fecundado de la Venus de Milo.

El problema más grave que Goya resolvió al pintar sus tapices, fue el dosaje de azúcar; un terrón más y sólo hubieran podido usarse como tapas de bomboneras.

Los rizos, las ondulaciones, los temas "imperdibles" y, sobre todo, el olor a "vera violetta" de las melodías italianas.

Así como un estiló maduro nos instruye -a través de una descripción de Jerusalén- del gesto con que el autor se anuda la corbata, no existirá un arte nacional mientras no sepamos pintar un paisaje noruego con un inconfundible sabor a carbonada.

¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?

¡El encarnizamiento con que hundió sus pitones, el toro aquél, que mató a todos los Cristos españoles!

Rodin confundió caricia con modelado; espasmo con inspiración; "atelier" con alcoba.

Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello.

Nos aproximamos a los retratos del Greco, con el propósito de sorprender las sanguijuelas que se ocultan en los repliegues de sus golillas.

Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón.

Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.

Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo.

Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario.

¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la tartamudez es preferible al plagio!

Tanto en arte, como en ciencia, hay que buscarle las siete patas al gato.

El barroco necesitó cruzar el Atlántico en busca del trópico y de la selva para adquirir la ingenuidad candorosa y llena de fasto que ostenta en América.

¿Cómo dejar de admirarla prodigalidad y la perfección con que la mayoría de nuestros poetas logra el prestigio de realizar el vacío absoluto?

A fuerza de gritar socorro se corre el riesgo de perder la voz.

En los mapas incunables, África es una serie de islas aisladas, pero los vientos hinchan sus cachetes en todas direcciones.

Los paréntesis de Faulkner son cárceles de negros.

Estamos tan pervertidos que la inhabilidad de lo ingenuo nos parece el "sumun" del arte.

La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.

En vez de recurrir al whisky, Turner se emborracha de crepúsculo.

Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.

La vida es un largo embrutecimiento. La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas; poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario; los mosquitos pueden volar tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles, y cuando deseamos viajar nos dirigimos a una agencia de vapores en vez de metamorfosear una silla en un trasatlántico.

Ningún Stradivarius comparable en forma, ni en resonancia, a las caderas de ciertas colegialas.

¿Existe un llamado tan musicalmente emocionante como el de la llamarada de la enorme gasa que agita Isolda, reclamando desesperadamente la presencia de Tristán?

Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.

Ante la exquisitez del idioma francés, es comprensible la atracción que ejerce la palabra "merde".

El adulterio se ha generalizado tanto que urge rehabilitarlo o, por lo menos, cambiarle de nombre.

Las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido.

Tras todo cuadro español se presiente una danza macabra.

Lo prodigioso no es que Van Gogh se haya cortado una oreja, sino que conservara la otra.

La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.

Hasta Darío no existía un idioma tan rudo y maloliente como el español.

Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado.

Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos capaces de ascender hacia nuestra propia nada.

La serie de sarcófagos que encerraban a las momias egipcias, son el desafío más perecedero y vano de la vida ante el poder de la muerte.

Los pintores chinos no pintan la naturaleza, la sueñan.

Hasta la aparición de Rembrandt nadie sospechó que la luz alcanzaría la dramaticidad e inagotable variedad de conflictos de las tragedias shakespearianas.

Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos.

Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
Hoy amanecí con los puños cerrados
pero no lo tomen al pie de la letra
es apenas un signo de pervivencia
declaración de guerra o de nostalgia
a lo sumo contraseña o imprecación
al ciclo sordomudo y nubladísimo

sucede que ya es el tercer año
que voy ele gente en pueblo
ele aeropuerto en frontera
ele solidaridad en solidaridad
de cerca en lejos
de apartado en casilla
de hotelito en pensión
de apartamentito casi camarote
a otro con teléfono y water-comedor

además
de tanto mirar hacia el país
se me fue desprendiendo la retina
ahora ya la prendieron de nuevo,
así que miro otra vez hacia el país

llena pletórica de vacíos
mártir de su destino provisorio
patria arrollada en su congoja
puesta provisoriamente a morir
guardada por sabuesos no menos provisorios

pero los hombres de mala voluntad
no serán provisoriamente condenados
para ellos no habrá paz en la tierrita
ni de ellos será el reino de los cielos
ya que como es público y notorio
no son pobres de espíritu

los hombres de mala voluntad
no sueñan con muchachas y justicia
sino con locomotoras y elefantes
que acaban desprendiéndose de un guinche ecuánime
que casualmente pende sobre sus testas
no sueñan como nosotros con primaveras y alfabetizaciones
sino con robustas estatuas al gendarme desconocido
que a veces se quiebran como mazapán

los hombres de mala voluntad
no todos sino los verdaderamente temerarios
cuando van al analista y se confiesan
somatizan el odio y acaban vomitando

a propósito
son ellos que gobiernan
gobiernan con garrotes expedientes cenizas
con genuflexiones concertadas
y genuflexiones espontáneas
minidevaluaciones que en realidad son mezzo
mezzodevaluaciones que en realidad son macro

gobiernan con maldiciones y sin malabarismos
con malogros y malos pasos
con maltusianismo y malevaje
con malhumor y malversaciones
con maltrato y malvones
ya que aman las flores como si fueran prójimos
pero no viceversa

los hombres de pésima voluntad
todo lo postergan y pretergan
tal vez por eso no hacen casi nada
y ese poco no sirve

si por ellos fuera le pondrían
un durísimo freno a la historia
tienen pánico (le que ésta se desboque
y les galopo por encima pobres
tienen otras inquinas verbigracia
no les gustan los jóvenes tú el himno
los jóvenes bah no es una sorpresa
el himno porque dice tiranos temblad
y eso les repercute en el duodeno
pero sobre todo les desagrada
porque cuando lo oyen
obedecen y tiemblan
sus enemigos son cuantiosos y tercos
marxistas economistas niños sacerdotes
pueblos y más pueblos
qué lata es imposible acabar con los pueblos
y casi cien catervas internacionales
due tienen insolentes exigencias
como pan nuestro y amnistía
no se sabe por qué
los obreros y estudiantes no los aman

sus amigos entrañables tienen
algunas veces mala entraña
digamos Pinochet y el apartheid
dime con quién andas y te diré go home

también existen leves contradicciones
algo así como una dialéctica de oprobio
por ejemplo un presidio se llama libertad
de modo que si dicen con orgullo
aquí el ciudadano vive en libertad
significa que tiene diez años de condena

es claro en apariencia nos hemos ampliado
ya que invadimos los cuatro cardinales
en venezuela hay como treinta mil
incluidos cuarenta futbolistas
en sidney oceanía
hay una librería de autores orientales
que para sorpresa de los australianos
no son confucio ni lin yu tang
sino onetti vilariño arregui espínola
en barcelona un café petit montevideo
y otro localcito llamado el quilombo
nombre que dice algo a los rioplatenses
pero muy poca cosa a los catalanes
en buenos aires setecientos mil o sea no caben más
y así en méxico nueva york porto alegre la habana
panamá quito argel estocolmo parís
lisboa maracaibo lima amsterdam madrid
roma xalapa pau caracas san francisco montreal
bogotá londres mérida goteburgo moscú
efe todas partes llegan sobres de la nostalgia
narrando cómo hay que empezar desde cero
navegar por idiomas que apenas son afluentes
construirse algún sitio en cualquier sitio
a veces           lindas
veces             con manos solidarias
y otras           amargas
veces               recibiendo en la nunca
la mirada xenófoba

de todas partes llegan serenidades
de todas partes llegan desesperaciones
oscuros silencios de voz quebrada
uño de cada mil se resigna a ser otro

y sin embargo somos privilegiados

con esta rabia melancólica
este arraigo tan nómada
este coraje hervido en la tristeza
este desorden este no saber
esta ausencia a pedazos
estos huesos que reclaman su lecho
con todo este derrumbe misterioso
con todo este fichero de dolor
somos privilegiados

después de todo amamos discutimos leemos
aprendemos sueco catalán portugués
vemos documentales sobre el triunfo
en vietnam la libertad de angola
fidel a quien la historia siempre absuelve
y en una esquina de carne y hueso
miramos cómo transcurre el mundo
escuchamos coros salvacionistas y afónicos
contemplamos viajeros y laureles
aviones que escriben en el cielo
y tienen mala letra
soportamos un ciclón de trópico
o un diciembre de nieve

podemos ver la noche sin barrotes
poseer un talismán         o en su defecto un perro
hostezar escupir lagrimear
soñar suspirar confundir
quedar hambrientos o saciados
trabajar permitir maldecir
jugar descubrir acariciar
sin que el ojo cancerbero vigile

pero
         y los otros
qué pensarán los otros
si es que tienen ánimo y espacio
para pensar en algo

qué pensarán los que se encaminan
a la máquina buitre         a la tortura hiena
qué quedará a los que jadean de impotencia
qué a los que salieron semimuertos
e ignoran cuándo volverán al cepo
qué rendija de orgullo
qué gramo de vida
ciegos en su capucha
mudos de soledad
inermes en la espera

ni el recurso les queda de amanecer puteando
no sólo oyen las paredes
también escuchan los colchones si hay
las baldosas si hay
el inodoro si hay
y los barrotes que ésos siempre hay

cómo recuperarlos del suplicio y el tedio
cómo salvarlos de la muerte sucedánea
cómo rescatarlos del rencor que carcome

el exilio también tiene barrotes

sabemos dónde está cada ventana
cada plaza cada madre cada loma
dónde está el mejor ángulo ele cíelo
cómo se mueven las dunas y gaviotas
dónde está la escuelita con el hijo
del laburante que murió sellado
dónde quedaron enterrados los sueños
de los muertos y también de los vivos
dónde quedó el resto del naufragio
y dónde están los sobrevivientes

sabemos dónde rompen las olas más agudas
y dónde y cuándo empalaga la luna
y también cuándo sirve como única linterna

sabemos todo eso y sin embargo
el exilio también tiene barrotes

allí donde el pueblo a durísimas penas
sobrevive entre la espada tan fría que da asco
y la pared que dice libertad o muer
porque el adolesente ya no pudo

allí pervierte el aire una culpa innombrable
tarde horrenda de esquinas sin muchachos
hajo un sol que se desploma como buscando
el presidente ganadero y católico
es ganadero basta en sus pupilas bueyunas
y preconciliar pero de trento
el presidente es partidario del rigor
y la exigencia en interrogatorios
hay que aclarar que cultiva el pleonasmo
ya que el rigor siempre es exigente
y la exigencia siempre es rigurosa
tal vez quiso decir algo más simple
por ejemplo que alienta la tortura

seguro el presidente no opinaría lo mismo
si una noche pasara de ganadero a perdidoso
y algún otro partidario kyric eleison
del rigor y la exigencia kyrie eleison
le metiera las bueyunas en un balde de mierda
pleonasmo sobre el que hay jurisprudencia

parece que las calles ahora no tienen baches
y después del ángelus ni baches ni transeúntes
los jardines públicos están preciosos
las estatuas sin **** de palomas

después de todo no es tan novedoso
los gobiernos musculosos siempre se jactan
de sus virtudes municipales

es cierto que esos méritos no salvan un país
tal vez haya algún coronel que lo sepa

al pobre que quedó a solas con su hambre
no le importa que esté cortado el césped
los padres que pagaron con un hijo al contado
ignoran esos hoyos que tapó el intendente

a juana le amputaron el marido
no le atañe la poda de los plátanos

los trozos de familia no valoran
la sólida unidad de las estatuas

de modo que no vale la gloria ni la pena
que gasten tanto erario en ese brillo

aclaro que no siempre
amanezco con los puños cerrados

hay mañanas en que me desperezo
y cuando el pecho se me ensancha
y abro la boca como pez en el aire
siento que aspiro una tristeza húmeda
una tristeza que me invade entero
y que me deja absorto suspendido
y mientras ella lentamente se mezcla
con mi sangre y hasta con mi suerte
pasa por viejas y nuevas cicatrices
algo así como costuras mal cosidas
que tengo en la memoria en el estómago
en el cerebro en las coronarias
en un recodo del entusiasmo
en el fervor convaleciente
en las pistas que perdí para siempre
en las huellas que no reconozco
en el rumbo que oscila como un péndulo

y esa tristeza madrugadora y gris
pasa por los rostros de mis iguales
Unos lejanos perdidos en la escarcha
otros no sé dónde       deshechos o rehechos

el viejo que aguantó y volvió a aguantar
la llaca con la boca destruida
el gordo al que castraron
y los otros los otros y los otros
otros innumerables y fraternos
mi tristeza los toca con abrupto respeto
y las otras las otras y las otras
otras esplendorosas y valientes
mi tristeza las besa una por una

no sé qué les debemos
pero eso que no sé
sé que es muchísimo

esto es una derrota
hay cine decirlo
vamos a no mentirnos nunca más
a no inventar triunfos de cartón

si quiero rescatarme
si quiero iluminar esta tristeza
si quiero no doblarme de rencor
ni pudrirme de resentimiento
tengo que excavar hondo
hasta mis huesos
tengo que excavar hondo en el pasado
y hallar por fin la verdad maltrecha
con mis manos que ya no son las mismas

pero no sólo eso
tendré que excavar hondo en el futuro
y buscar otra vez la verdad
con mis manos que tendrán otras manos

que tampoco serán ya las mismas
pues tendrán otras manos

habrá que rescatar el vellocino
que tal vez era sólo de lana
rescatar la verdad más sencilla
y una vez que la hayamos aprendido
y sea tan nuestra como
las articulaciones o los tímpanos
entonces basta basta basta
de autoflagelaciones y de culpas
todos tenemos nuestra rastra
claro
pero la autocrítica
                               no es una noria
no voy a anquilosarme en el reproche
y no voy a infamar a mis hermanos
el baldón y la ira los reservo
para los hombres de mala voluntad
para los que nos matan nos expulsan
nos cubren de amenazas nos humillan
nos cortan la familia en pedacitos
nos quitan el país verde y herido
nos quieren condenar al desamor
nos queman el futuro
nos hacen escuchar cómo crepita

el baldón y la ira
que esto quede bien claro
yo los reservo para el enemigo

con mis hermanos porfiaré
es natural
sobre planes y voces
trochas atajos y veredas
pasos atrás y pasos adelante
silencios oportunos       omisiones que no
coyunturas mejores o peores
pero tendré a la vista que son eso
hermanos

si esta vez no aprendemos
será que merecemos la derrota
y sé que merecemos la victoria

el paisito está allá
                              y es una certidumbre
a lo mejor ahora está lloviendo
allá sobre la tierra

y aquí
bajo este transparente sol de libres
aquella lluvia cala hasta mis bronquios
me empapa la vislumbre
me refresca los signos
lava mi soledad

la victoria es tan sólo
un tallito que asoma
pero esta lluvia patria
le va a hacer mucho bien
creo que la victoria estará como yo
ahí nomás germinando
digamos aprendiendo a germinar
la buena tierra artigas revive con la lluvia
habrá uvas y duraznos y vino
barro para amasar
muchachas con el rostro hacia las nubes
para que el chaparrón borre por fin las lágrimas

ojalá que perdure
hace bien este riego
a vos a mí al futuro
a la patria sin más

hace bien si llovemos mi pueblo torrencial
donde estemos
                            allá
                                   o en cualquier parte

sobre todo si somos la lluvia y el solar
la lluvia y las pupilas y los muros
la bóveda la lluvia y el ranchito
el río y los tejados y la lluvia

furia paciente
                        lluvia
                                  iracundo silencio
allá y en todas partes

ah tierra lluvia pobre
modesto pueblo torrencial

con tan buen aguacero
la férrea dictadura
acabará oxidándose

y la victoria crecerá despacio
como siempre han crecido las victorias.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
  contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
  tan callando;
  cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
  da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
  fue mejor.

  Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
  e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
  por passado.
  Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
  lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
  por tal manera.

  Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
  qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
  e consumir;
  allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
  e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
  e los ricos.

  Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
  y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
  sus sabores.
  Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
  de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
  su deidad.

  Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
  sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
  sin errar.
  Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
  e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
  descansamos.

  Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
  como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
  que atendemos.
  Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
  descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
  do murió.

  Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
  corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
  angelical,
  ¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
  e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
  descompuesta!

  Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
  y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
  las perdemos.
  Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
  que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
  desfallescen.

  Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
  de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
  ¿cuál se para?
  Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
  de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
  de senectud.

  Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
  tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
  en esta vida!
  Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
  que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
  se mantienen.

  Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
  ¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
  que se muda,
  que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
  presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
  en una cosa.

  Pero digo c'acompañen
e lleguen fasta la fuessa
  con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
  como sueño,
e los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
  temporales,
e los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
  eternales.

  Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
  que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
  en que caemos.
  Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
  sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
  no hay lugar.

  Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
  ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
  trastornadas;
  assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
  e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
  de ganados.

  Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
  ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
  sus hestorias;
  non curemos de saber
lo d'aquel siglo passado
  qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
  como aquello.

  ¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d'Aragón
  ¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
  como truxeron?
  ¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
  de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
  e çimeras?

  ¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
  sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
  d'amadores?
  ¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
  que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
  que traían?

  Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
  alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
  se le daba!
  Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
  se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
  lo que le dio!

  Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
  llenos d'oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
  del tesoro,
  los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
  tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
  de los prados?

  Pues su hermano el innocente
qu'en su vida sucesor
  se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
  le siguió!
  Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
  en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
  echaste agua.

  Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
  tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
  degollado.
  Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
  su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
  al dexar?

  E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
  como reyes,
c'a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
  a sus leyes;
  aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
  y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
  fue amatada?

  Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
  e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
  e traspones?
  E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
  y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
  e desfazes.

  Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
  e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
  e barreras,
  la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
  ¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
  con tu flecha.

  Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
  de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
  e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
  pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
  cuáles fueron.

  Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
  e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforçados
  e valientes!
  ¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
  ¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
  qué león!

  En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
  e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
  e trabajar;
  en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
  con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
  que prometía.

  Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
  del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
  e buen talante.
  Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
  de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
  de su tierra.

  Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
  ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
  e sus villas;
  y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
  se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
  que le dieron.

  Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
  ¿cómo s'hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
  se sostuvo.
  Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
  que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
  que tenía.

  Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
  en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
  en senectud.
  Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
  bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
  dell Espada.

  E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
  las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
  las cobró.
  Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
  fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
  su partido.

  Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
  al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
  verdadero;
  después de tanta hazaña
a que non puede bastar
  cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
  a su puerta,

  diziendo: "Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
  e su halago;
vuestro corazón d'azero
muestre su esfuerço famoso
  en este trago;
  e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
  por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
  que vos llama."

  "Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
  qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
  acá dexáis.
  Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
  ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
  peresçedera."

  "El vivir qu'es perdurable
non se gana con estados
  mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
  infernales;
  mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
  e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
  contra moros."

  "E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
  de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
  por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
  que tenéis,
partid con buena esperança,
qu'estotra vida tercera
  ganaréis."

  "Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
  por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
  para todo;
  e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
  clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
  es locura."

  "Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
  e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
  como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
  en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
  me perdona".

  Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
  conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
  e criados,
  dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
  en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
  su memoria.
La calle
se llenó de tomates,
mediodía,
verano,
la luz
se parte
en dos
mitades
de tomate,
corre
por las calles
el jugo.
En diciembre
se desata
el tomate,
invade
las cocinas,
entra por los almuerzos,
se sienta
reposado
en los aparadores,
entre los vasos,
las mantequilleras,
los saleros azules.
Tiene
luz propia,
majestad benigna.
Debemos, por desgracia,
asesinarlo:
se hunde
el cuchillo
en su pulpa viviente,
es una roja
víscera,
un sol
fresco,
profundo,
inagotable,
llena las ensaladas
de Chile,
se casa alegremente
con la clara cebolla,
y para celebrarlo
se deja
caer
aceite,
hijo
esencial del olivo,
sobre sus hemisferios entreabiertos,
agrega
la pimienta
su fragancia,
la sal su magnetismo:
son las bodas
del día,
el perejil
levanta
banderines,
las papas
hierven vigorosamente,
el asado
golpea
con su aroma
en la puerta,
es hora!
vamos!
y sobre
la mesa, en la cintura
del verano,
el tomate,
astro de tierra,
estrella
repetida
y fecunda,
nos muestra
sus circunvoluciones,
sus canales,
la insigne plenitud
y la abundancia
sin hueso,
sin coraza,
sin escamas ni espinas,
nos entrega
el regalo
de su color fogoso
y la totalidad de su frescura.
Nicole Apr 2015
Dicen que la vida es corta, pero depende de tu perspectiva de vista.
Unos viven la vida ajetreados, agonizando por querer que todo sea completado en un lapso de tiempo. Otros, simplemente dejan que los minutos pasen, viven cada momento de acuerdo a su reloj anatómico, sin prisa alguna. Yo creo que todos debemos tener una lista, sí, una lista de aquellas cosas que te gustarían hacer, clasificadas por las "posibles" y por las que "parecen ser imposibles". Aclaro, nada es imposible... Solo hay que trabajar más duro para alcanzarlas. Muchos, andan creando una vida según sus ideales, pretendiendo que será perfecta, pero nada lo es. Viven encerrados en una burbuja necesitada de una pequeña grieta, sí, una grieta que comenzará a marcar el futuro que los espera en el mundo real una vez su encerrona culmine.Nada es perfecto, eso hay que tenerlo en mente. Habrán días gozosos, llenos de sucesos inesperadamente increíbles, días en los que todo te habrá salido tal y como lo esperabas, le sonreirás hasta al anciano que ves en el estacionamiento, o al niño que está sosteniendo la mano de su madre, cantarás tu canción favorita y bailarás sin cesar.. y lo mencionarás como "El mejor día de tu vida." ¿Quién no ha hecho eso? Sin embargo, habrán otros días en los que sientes que tu cielo se torna gris, pasas por alguna desepción, te sientes mal humarado, tu familia o colegas no te entienden, todo te sale mal, sientes el deseo de gritar, pero te niegas, a veces utilizas el término "desearía desaparecer en estos momentos"... A ese, a ese día lo llamarás de la manera más espeluznante que se te ocurra en el instante, solo para refutar y acentuar lo mucho que lo odiaste. Ahora, pienso yo, ¿por qué a ese día no lo llamas "el mejor de tu vida", al igual que aquellos que parecen haber estado moldeados por ángeles divinos? Piénsalo, ese pudo haber sido "el mejor día de tu vida", pero no te diste la tarea a creerlo. Te encerraste en el hecho de que sentías que todo recaía sobre ti y no te sentaste un momento a pensar que "todo pasa por una razón", como recita el conocido dicho. De eso que te quejas, de esos días tan repugnantes, es cuando más uno aprende. ¿Qué tendría la vida de divertida si todo nos sale "perfecto"? Sea larga o sea corta, hay que aprender a desearla, tanto como esos que no saben si en cualquier segundo pasan a morar. Selecciona cuál es la mejor opción para ti, no para los demás. Ante nubes grises y estruendosas lluvias, resalta un arcoiris que te da esperanza y te enseña que cada día es una nueva oportunidad para alcanzar aquello que hayas anotado en tu lista, sea larga o sea corta, te haya ido bien en el día o "no". Para de quejarte;  comienza a disfrutar y a aprender de todos los ángulos y verás que, al final, cuando las generaciones hayan crecido, tendrás la dicha de contarlo y mencionarlo como uno de *"Los mejores días de mi vida"
Almendra Isabel Jun 2014
A la mitad de mi metáfora me di cuenta que rimar no tenia solución. Pero tampoco seguir escribiendo.
Extrañamente me di cuenta que lo único que calma mis ansias de muerte es escribir,
        no redactar,
sino escupir palabras que deseas borrar.
Pero no puedes. Solo las plasmas.
Y pasaban las horas, y seguía mi música.
        Café      y cigarros. Taza tras taza y cigarro tras cigarro.
Se me acabó la quincena en drogas.
Falté al trabajo y renuncié.
Y al final:      me victimzé.
¿Qué hice al respecto? -Café. Café, cigarros, cigarros. Vamos a ver cuándo se me adormece el corazón. Vamos a ver cuándo se me adormece la razón. Y pasan los cigarros y pasan las horas, y ellas ya sabían desde el momento en que llegaste que me ibas a lastimar.
Condenada al ciclo de desesperación silenciosa y vergüenza pasajera.
Y tú y yo jugábamos, reíamos, amábamos.
Y jugamos a amarnos más hasta que me perdí,
y me encontré más perdida que buscada.
Llena de mentiras y más que nada, hecha trizas.
Traté de cerrar los ojos por unos minutos,
traté de interpretarte como te veía.
             Fallé.

Se me acaba la paciencia, se me suelta la demencia.
‘Lárgate de aquí, ya no te quiero’
palabras que mi corazón sacó.
Desesperación.
Haces falta, pero destruyes.

Me abrí: me rompiste.
No me veas,
no me llames,
no me busques:          pero hazlo.
Qué me duele que me ignores, pero no quiero saber de ti. No te quiero porque me duele no ser capaz de quererte de nuevo.

Te quiero muerto en mi mente
     pero vivo en vida.

Quiero saber cada detalle de ti, cada paso que das y casa suspiro que lanzas. Pero te quiero muerto en mi mente. Salté de mis sueños, son mis pesadillas, son mis drogas, no interfieras.
Salté de mi música, no se relaciona a ti.
Salté de mi mente. Sálte. Sálte.

SÁLTE.

Eres mi cajón de dolor.
De lamentación. De decepción.
¿Autoestima? ¿Ilusión?… ¿Confianza?      No.

Tú y yo teníamos esa casa turquesa con conejos y gatos, y uno que otro perro. Tú me hacías el café en la mañana y el amor en la tarde. Nos besábamos y nos abrazábamos. Nosotros debimos estar juntos. Permanecer juntos. Tú debiste ser mi amigo, no mi enemigo. Debimos viajar juntos, perdernos juntos, pintar juntos, cantar, volar.

      Permanecer.

Y yo, yo debí conocerte mejor antes de enamorarme. Debí enamorarme más y amar menos.
Debemos tanto. Tantas cuentas pendientes. Tantos pendientes inconclusos.
           Tantos abusos de ilusión. Tanto de sin sabor.
Y yo, yo debí quedarme, pero tú no debiste defraudarme.
Coolgray Oct 2012
¿Cuantos cuentos habrán contado las montañas, las olas, las ramas?
¿Cuanta vida habrá pasado por aquí?
En cientos y miles de años.¿Cuantos han salido igual a ti?

Hoy el viento me gana el aliento
y la densidad del pensamiento,
cede por fin.

La imaginación da su verdadera cara
se encuentra desnuda, aquí parada.
Susurros del mundo me llaman,
invitándome a la vida sin más palabras.
Porque el olvido se marca en nuestra cara:
Arrugas y canas.

He de partir uno de estos días,
he de vivir uno de estos días,
he de sentir uno de estos días.
He de ser feliz.

Las ganas no se apagarán en el tenue olvido
y cuando llegue el momento de saltar,
no habrá testigo de que existimos.
No le debemos a la vida registro
y ella no nos deberá el habernos conocido.
Ii
Rafael, antes de llegar a España me salió al camino
      tu poesía, rosa literal, racimo biselado,
      y ella hasta ahora ha sido no para mí un recuerdo,
      sino luz olorosa, emanación de un mundo.

      A tu tierra reseca por la crueldad trajiste
      el rocío que el tiempo había olvidado,
      y España despertó contigo en la cintura,
      otra vez coronada de aljófar matutino.

      Recordarás lo que yo traía: sueños despedazados
      por implacables ácidos, permanencias
      en aguas desterradas, en silencios
      de donde las raíces amargas emergían
      como palos quemados en el bosque.
      Cómo puedo olvidar, Rafael, aquel tiempo?

      A tu país llegué como quien cae
      a una luna de piedra, hallando en todas partes
      águilas del erial, secas espinas,
      pero tu voz allí, marinero, esperaba
      para darme la bienvenida y la fragancia
      del alhelí, la miel de los frutos marinos.

      Y tu poesía estaba en la mesa, desnuda.

      Los pinares del Sur, las razas de la uva
      dieron a tu diamante cortado sus resinas,
      y al tocar tan hermosa claridad, mucha sombra
      de la que traje al mundo, se deshizo.

      Arquitectura hecha en la luz, como los pétalos,
      a través de tus versos de embriagador aroma
      yo vi el agua de antaño, la nieve hereditaria,
      y a ti más que a ninguno debo España.
      Con tus dedos toqué panal y páramo,
      conocí las orillas gastadas por el pueblo
      como por un océano, y las gradas
      en que la poesía fue estrellando
      toda su vestidura de zafiros.

Tú sabes que no enseña sino el hermano. Y en esa
hora no sólo aquello me enseñaste,
no sólo la apagada pompa de nuestra estirpe,
sino la rectitud de tu destino,
y cuando una vez más llegó la sangre a España
defendí el patrimonio del pueblo que era mío.

Ya sabes tú, ya sabe todo el mundo estas cosas.
Yo quiero solamente estar contigo,
y hoy que te falta la mitad de la vida,
tu tierra, a la que tienes más derecho que un árbol,
hoy que de las desdichas de la patria no sólo
el luto del que amamos, sino tu ausencia cubren
la herencia del olivo que devoran los lobos,
te quiero dar, ay!, si pudiera, hermano grande,
la estrellada alegría que tú me diste entonces.

      Entre nosotros dos la poesía
      se toca como piel celeste,
      y contigo me gusta recoger un racimo,
      este pámpano, aquella raíz de las tinieblas.

      La envidia que abre puertas en los seres
      no pudo abrir tu puerta, ni la mía. Es hermoso
      como cuando la cólera del viento
      desencadena su vestido afuera
      y están el pan, el vino y el fuego con nosotros
      dejar que aúlle el vendedor de furia,
      dejar que silbe el que pasó entre tus pies,
      y levantar la copa llena de ámbar
      con todo el rito de la transparencia.
      Alguien quiere olvidar que tú eres el primero?
      Déjalo que navegue y encontrará tu rostro.
      Alguien quiere enterrarnos precipitadamente?
      Está bien, pero tiene la obligación del vuelo.

      Vendrán, pero quién puede sacudir la cosecha
      que con la mano del otoño fue elevada
      hasta teñir el mundo con el temblor del vino?

      Dame esa copa, hermano, y escucha: estoy rodeado
      de mi América húmeda y torrencial, a veces
      pierdo el silencio, pierdo la corola nocturna,
      y me rodea el odio, tal vez nada, el vacío
      de un vacío, el crepúsculo
      de un perro, de una rana,
      y entonces siento que tanta tierra mía nos separe,
      y quiero irme a tu casa en que, yo sé, me esperas,
      sólo para ser buenos como sólo nosotros
      podemos serlo. No debemos nada.

      Y a ti sí que te deben, y es una patria: espera.

      Volverás, volveremos. Quiero contigo un día
      en tus riberas ir embriagados de oro
      hacia tus puertos, puertos del Sur que entonces no alcancé.
      Me mostrarás el mar donde sardinas
      y aceitunas disputan las arenas,
      y aquellos campos con los toros de ojos verdes
      que Villalón (amigo que tampoco
      me vino a ver, porque estaba enterrado)
      tenía, y los toneles del jerez, catedrales
      en cuyos corazones gongorinos
      arde el topacio con pálido fuego.

      Iremos, Rafael, adonde yace
      aquel que con sus manos y las tuyas
      la cintura de España sostenía.
      El muerto que no pudo morir, aquel a quien tú guardas,
      porque sólo tu existencia lo defiende.
      Allí está Federico, pero hay muchos que, hundidos, enterados,
      entre las cordilleras españolas, caídos
      injustamente, derramados,
      perdido cereal en las montañas,
      son nuestros, y nosotros estamos en su arcilla.

      Tú vives porque siempre fuiste un dios milagroso.
      A nadie más que a ti te buscaron, querían
      devorarte los lobos, romper tu poderío.
      Cada uno quería ser gusano en tu muerte.

      Pues bien, se equivocaron. Es tal vez la estructura
      de tu canción, intacta transparencia,
      armada decisión de tu dulzura,
      dureza, fortaleza, delicada,
      la que salvó tu amor para la tierra.

            Yo iré contigo para probar el agua
            del Genil, del dominio que me diste,
            a mirar en la plata que navega
            las efigies dormidas que fundaron
            las sílabas azules de tu canto.

      Entraremos también en las herrerías; ahora
      el metal de los pueblos allí espera
      nacer en los cuchillos: pasaremos cantando
      junto a las redes rojas que mueve el firmamento.
      Cuchillos, redes, cantos borrarán los dolores.
      Tu pueblo llevará con las manos quemadas
      por la pólvora, como laurel de las praderas,
      lo que tu amor fue desgranando en la desdicha.

      Sí, de nuestros destierros nace la flor, la forma
      de la patria que el pueblo reconquista con truenos,
      y no es un día solo el que elabora
      la miel perdida, la verdad del sueño,
      sino cada raíz que se hace canto
      hasta poblar el mundo con sus hojas.
      Tú estás allí, no hay nada que no mueva
      la luna diamantina que dejaste:

            la soledad, el viento en los rincones,
            todo toca tu puro territorio,
            y los últimos muertos, los que caen
            en la prisión, leones fusilados,
            y los de las guerrillas, capitanes
            del corazón, están humedeciendo
            tu propia investidura cristalina,
            tu propio corazón con sus raíces.

Ha pasado el tiempo desde aquellos días en que compartimos
dolores que dejaron una herida radiante,
el caballo de la guerra que con sus herraduras
atropelló la aldea destrozando los vidrios.
Todo aquello nació bajo la pólvora,
todo aquello te aguarda para elevar la espiga,
y en ese nacimiento se envolverán de nuevo
el humo y la ternura de aquellos duros días.

Ancha es la piel de España y en ella tu acicate
vive como una espada de ilustre empuñadura,
y no hay olvido, no hay invierno que te borre,
hermano fulgurante, de los labios del pueblo.
Así te hablo, olvidando tal vez una palabra,
contestando al fin cartas que no recuerdas
y que cuando los climas del Este me cubrieron
como aroma escarlata, llegaron
hasta mi soledad.
                            Que tu frente dorada
encuentre en esta carta un día de otro tiempo,
y otro tiempo de un día que vendrá.
                                                        Me despido
hoy, 1948, dieciséis de diciembre,
en algún punto de América en que canto.
Rodrigo Borja Oct 2019
Somos los que son difíciles de entender;
somos los que nos quedamos un instante más,
para terminar de sentir los momentos.

Nos detendremos a oler las flores, porque merecen ser apreciadas;
nos detendremos a sentir la luz de la luna, porque es sutil,
pero nosotros la sentimos.

A veces, cuando algo nos duele, nos partimos y hundimos en el fondo;
y nos damos cuenta de lo frágiles que podemos ser,
pero siempre reafirmamos nuestra fortaleza al levantarnos nuevamente.

Somos los que nos tomamos el tiempo de conocer lo que mantiene al otro despierto;
y nos esforzamos por comprender esa respuesta.
Somos los que imaginan vidas llenas de aventuras,
en recíproca compañía.

Los que damos nuestra mejor parte con la intención de hacer las cosas lo mejor que podamos.
Los que peleamos por amar más al otro, hasta perdernos en el “yo más”.

Deseamos vernos convertirnos en nuestra mejor versión, manteniendo el lazo en el proceso. Asegurarnos que siempre se sienta nuestro afecto.
Y saber que en el otro somos un refugio.

Somos una mirada cálida, una voz armoniosa, un tacto suave;
una estructura sensible para que el otro juegue en libertad.
Somos la calma que alguien más busca, en ese en el que buscamos la propia.

Pocas personas pueden sentir como nosotros;
y muy pocas pueden ser sentidas como nosotros,
por ello somos exactamente quienes deberíamos de ser.
He vencido al ángel del sueño, el funesto alegórico:
su gestión insistía, su denso paso llega
envuelto en caracoles y cigarras,
marino, perfumado de frutos agudos.

Es el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repetición de distancias, un vino de color confundido,
un paso polvoriento de vacas bramando.

A veces su canasto ***** cae en mi pecho,
sus sacos de dominio hieren mi hombro,
su multitud de sal, su ejército entreabierto
recorren y revuelven las cosas del cielo:
él galopa en la respiración y su paso es de beso:
su salitre seguro planta en los párpados
con vigor esencial y solemne propósito:
entra en lo preparado como un dueño:
su substancia sin ruido equipa de pronto,
su alimento profético propaga tenazmente.

Reconozco a menudo sus guerreros,
sus piezas corroídas por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazón a buscarlo:
él es el propietario de las mesetas inaccesibles,
él baila con personajes trágicos y cotidianos:
de noche rompe mi piel su ácido aéreo
y escucho en mi interior temblar su instrumento.

Yo oigo el sueño de viejos compañeros y mujeres amadas,
sueños cuyos latidos me quebrantan:
su material de alfombra piso en silencio,
su luz de amapola muerdo con delirio.

Cadáveres dormidos que a menudo
danzan asidos al peso de mi corazón,
qué ciudades opacas recorremos!
Mi pardo corcel de sombra se agiganta,
y sobre envejecidos tahúres, sobre lenocinios de escaleras
gastadas,
sobre lechos de niñas desnudas, entre jugadores de football,
del viento ceñidos pasamos:
y entonces caen a nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pájaros, las campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutrió de geografía pura y estremecimiento,
ése tal vez nos vio pasar centelleando.

Camaradas cuyas cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado buque prófugo, lejos,
amigos míos sin lágrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha llegado, y un gong de muerte
golpea en torno mío como el mar.
Hay en la boca el sabor, la sal del dormido.
Fiel como una condena a cada cuerpo
la palidez del distrito letárgico acude:
una sonrisa fría, sumergida,
unos ojos cubiertos como fatigados boxeadores,
una respiración que sordamente devora fantasmas.

En esa humedad de nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araña siniestra:
se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
oh Capitán, en nuestra hora de reparto
abre los mudos cerrojos y espérame:
allí debemos cenar vestidos de luto:
el enfermo de malaria guardará las puertas.

Mi corazón, es tarde y sin orillas,
el día como un pobre mantel puesto a secar
oscila rodeado de seres y extensión:
de cada ser viviente hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado
quiere trabajar su parte en nuestro interior.
Yo busco desde antaño, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino.
Una voz ancestral,
un tambor africano
y un verso elemental
peruano.
El ***** en el Perú
actualmente no sufre,
ya no hay esclavitud
ni azufre.
Le dieron tibio baño
en tina de jabón
porque en su ama dio el germen
que no tuvo el patrón.
Del seno de mi abuela
a mi madre brindó,
el hijo del amito
mamó, mamó, mamó.
Y mi abuelo con su amo
en la Casa ´e Jarana
cantujaron de alirio,
cantujaron replana.
Y en la casa ´e jarana
-con el Amito Viejo-
bailaron mis hermanas
zamacueca y festejo.
El padre de mi amito
de mi abuela gustó
y mi abuelo a su amita burló.
Yo le dijera "primo"
a ese blanco travieso
de cabello enrizao
y de labio muy grueso...
El ***** en el Perú
actualmente no sufre,
ya no hay esclavitud
ni azufre.
Más ha sufrido el *****
nuestro hermano de Cuba
descendiente directo
nagó, yoruba.
Más ha sufrido el *****
muerto en Santo Domingo
por los diarios abusos del ******.
Más ha sufrido el *****
cantor de Panamá
que el ***** jaranista
de acá.
Más ha sufrido el *****
labrador de Haití
que el zambo guaragüero
de aquí.
Más ha sufrido el *****
del morro y la favela
que mi padre y mi madre
y mi abuela.
En fin, más sufre el *****
de Harlem a Lousiana
que nuestra gente negra
peruana...
 
Y al "problema del *****"
-segregación racial-
el mundo permanece
neutral.
Quiero aguda mi rima
como ***** de lanza.
Que otra mano la esgrima
si alcanza.
Yo jamás con voz hurgo
perentoria.
Yo ja... ¡Johanesburgo!
¡Pretoria!
Cuando en Johannesburgo
llegue el "Día de Sangre"
yo quiero estar allí,
compadre.
Cuando en Johannesburgo
llegue el "Día de Sangre"
debemos estar todos
¡Hijos de negra madre!
Con la voz ancestral
el machete en la mano
y el verso elemental
hermano.
Te escribo desde un puerto.
        La mar salvaje llora.
Salvaje, y triste, y solo, te escribo abandonado.
Las olas funerales redoblan el vacío.
Los megáfonos llaman a través de la niebla.
La pálida corola de la lluvia me envuelve.
        Te escribo desolado.
        El alma a toda orquesta,
        la pena a todo trapo,
te escribo desde un puerto con un gemido largo.
¡Ay focos encendidos en los muelles sin gente!
¡Ay viento con harapos de música arrastrada,
campanas sumergidas y gargantas de musgo!
        Te escribo derrotado.
        Soy un hombre perdido.
        Soy mortal. Soy cualquiera.
Recuerdo la ceniza de su rostro de nardo,
el peso de tu cuerpo, tus pasos fatigosos,
tu luto acumulado, tu montaña de acedia,
tu carne macilenta colgando en la butaca,
        tus años carcelarios.
        Caliente y sudorosa,
        obscena, y triste, y blanda,
la butaca conserva, femenina, aquel asco.
La pesadumbre bruta, la pena ******, dulce,
las manchas amarillas con su propio olor acre,
esa huella indecente de un hombre que se entrega,
        lo impúdico: tu llanto.
        Viviendo, viendo, oyendo,
        sucediéndote a ciegas,
lamiendo tus heridas, reptabas por un fango
de dulces linfas gordas, de larvas pululantes,
letargos vegetales y muertes que fecundan.
Seguías, te seguías sin vergüenza, viviendo,
        ¡oh blando y desalmado!
        Tú, cínico, remoto,
        dulce, irónico, triste;
tú, solo en tu elemento, distante y desvelado.
No era piedad la anchura difusa en que flotabas
con tu sonrisa ambigua. Fluías torpemente,
pasivo, indiferente, cansado como el mundo,
        sin un yo, desarmado.
        Estaciones, transcursos,
        circunstancias confusas,
oceánicos hastíos, relojes careados,
eléctricos espartos, posos inconfesables,
naufragios musicales, materias espumosas
y noches que tiritan de estrellas imparciales,
        te hicieron más que humano.
        Allí todo se funde.
        Los objetos no objetan.
Liso brilla lo inmenso bajo un azul parado
y en las plumas sedantes la luz del mundo escapa,
sonríe, tú sonríes, remoto, indiferente,
*******, grotesco, triste, cruel, fatal, adorado
        como un ídolo arcaico.
        Sin intención, sin nombre,
        sin voluntad ni orgullo,
promiscuo, sucio, amable, canalla, nivelado,
capaz de darte a todo, común, diseminabas
podrido las semillas amargas que revientan
en la explosión brillante de un día sin memoria.
        No eras ni alto ni bajo.
        La doble ala del fénix:
        furor, melancolía,
el temblor luminoso de la espira absorbente;
la lluvia consentida que duerme en los pianos;
las canciones gangosas lentamente amasadas;
los ojos de paloma sexuales y difuntos;
        cargas opacas; pactos.
        Caricias o perezas,
        extensiones absortas
en donde a veces somos tan tercamente abstractos
y otras veces los pelos fosforecen sexuales,
y fría, dulce, ansiosa, la lisa piel de siempre,
serpiente, silba, sorbe y envuelve en sus anillos
        un triste cuerpo amado.
        No hay clavo último
ardiendo,
        no hay centro diamantino,
no hay dignidad posible cuando uno ha visto tanto
y está triste, está triste, sencillamente triste,
se entrega atribulado y en lo efímero sabe
ser otro con los otros, de los otros, en otros:
        seguir, seguir flotando.
        ¡Oh inmemorial,
oh amigo
        amorfo, indiferente!
Deslizándote denso de plasmas milenarios,
tardío, legamoso de vidas maceradas,
cubierto de amapolas nocturnas, indolente,
por tu anchura sin ojos ni límites, acuosa,
        te creía acabado.
        Mas hoy vuelves, proclamas,
        constructor, la alegría;
te desprendes del caos; determinas tus actos
con voluntad terrena y aliento floral, joven.
Ni más ni menos que hombre, levantas tu estatua,
recorres paso a paso tu más acá, lo afirmas,
        llenas tu propio espacio.
        Los jóvenes obreros,
        los hombres materiales,
la gloria colectiva del mundo del trabajo
resuenan en tu pecho cavado por los siglos.
Los primeros motores, las fuerzas matinales,
la explotación consciente de una nueva esperanza
        ordenan hoy tu canto.
        Contra tu propia pena,
        venciéndote a ti mismo,
apagando, olvidando, tú sabes cuánto y cuánto,
cuánta nostalgia lenta con cola de gran lujo,
cuánta triste sustancia cotidiana amasada
con sudor y costumbres de pelos, lluvias, muertes,
        escuchas un mandato.
        Y animas la confianza
        que en ti quizá no existe;
te callas tus cansancios de liquen resbalado;
te impones la alegría como un deber heroico.
¡Por las madres que esperan, por los hombres que aún ríen,
debemos de ponernos más allá del que somos,
        sirviéndolos, matarnos!
        Con rayos o herramientas,
        con iras prometeicas,
con astucia e insistencia, con crueldad y trabajo,
con la vida en un puño que golpea la hueca
cultura de una Europa que acaricia sus muertos,
con todo corazón que, valiente, aún insiste,
        del polvo nos alzamos.
        Cantemos la promesa,
        quizá tan solo un niño,
unos ojos que miran hacia el mundo asombrados,
mas no interrogan; claros, sin reservas, admiran.
¡Por ellos combatimos y a veces somos duros!
¡Bastaría que un niño cualquiera así aprobara
        para justificarnos!
        Te escribo desde un puerto,
        desde una costa rota,
desde un país sin dientes, ni párpados, ni llanto.
Te escribo con sus muertos, te escribo por los vivos,
por todos los que aguantan y aún luchan duramente.
Poca alegría queda ya en esta España nuestra.
        Mas, ya ves, esperamos.
Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
que, alto en el alba de una plaza desierta,
rige un corcel de bronce por el tiempo,
ni los otros que miran desde el mármol,
ni los que prodigaron su bélica ceniza
por los campos de América
o dejaron un verso o una hazaña
o la memoria de una vida cabal
en el justo ejercicio de los días.
Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.

Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo
cargado de batallas, de espadas y de éxodos
y de la lenta población de regiones
que lindan con la aurora y el ocaso,
y de rostros que van envejeciendo
en los espejos que se empañan
y de sufridas agonías anónimas
que duran hasta el alba
y de la telaraña de la lluvia
sobre negros jardines.

La patria, amigos, es un acto perpetuo
como el perpetuo mundo. (Si el Eterno
Espectador dejara de soñarnos
un solo instante, nos fulminaría,
blanco y brusco relámpago, Su olvido.)
Nadie es la patria, pero todos debemos
ser dignos del antiguo juramento
que prestaron aquellos caballeros
de ser lo que ignoraban, argentinos,
de ser lo que serían por el hecho
de haber jurado en esa vieja casa.
Somos el porvenir de esos varones,
la justificación de aquellos muertos;
nuestro deber es la gloriosa carga
que a nuestra sombra legan esas sombras
que debemos salvar.

Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
ese límpido fuego misterioso.
Cuando ya el cuerpo sustenta
Cerca de cuarenta abriles,
Y ya pico en los cuarenta.
La memoria se alimenta
De recuerdos infantiles.

Voy a narrar una historia
Oportuna en este mes.
Mes de recuerdos de gloria;
Es un hecho, una memoria
Que tiene algún interés.

Sano, fuerte y bullicioso,
Creyendo en muchas quimeras
Era yo un rapaz dichoso,
Como que estaba orgulloso
De mis trece primaveras.

Del mundo sólo sabía
Lo que a la inocente tropa
Enseña la geografía,
Que hay Asia, África y Europa
Y América y Oceanía.

Aun estaban en fermento
Mis gustos y mis ideas,
Juzgaba la historia un cuento
Y el amor un sentimiento
Que se apaga ante las feas.

Estudiaba sin desmayo,
Conversaba sin misterio,
Era por activo un rayo
Y así llegué a un mes de mayo
En la época del Imperio.

El pueblo a Maximiliano
Le llamaba sin temor,
En estilo liso y llano,
En lugar de «soberano»:
«Intruso y usurpador».

Los estudiantes, ajenos
A las pompas imperiales,
Escuchábamos serenos
Esos epítetos llenos
De resabios liberales.

En nuestros pechos ardía
La libertad como norma,
Como faro, como guía;
Eran nuestra idolatría
Los hombres de la reforma.

A la estudiantina grey
Nada importaba la corte
Ni los festejos del Rey;
Sabía sólo que la Ley
Andaba en Paso del Norte.

Por fin, en una ocasión
Se puso a prueba el colegio
Con una extraña función:
¡La solemne recepción
De un huésoed preclaro y regio!!

Cada cuai se disponía
A la fiesta sorprendente
Que agitados nos tenía;
¡¡El Emperador vendría
A vernos el día siguiente!!

Y era la fecha elegida
Una que en gloria reboza
De nuestra historia en la vida:
¡¡La que en Puebla dejó ungida
Con su triunfo Zaragoza!!

Convenimos con recato
En conmemorar tal hecho
Dando al gobierno un mal rato;
¿Cómo? ¡¡Ostentando el retrato
De Zaragoza en el pecho!!

Fue un complot hecho de bruces,
Cada cual tendió la mano
Jurando por las tres cruces
Ser muy digno a todas luces
De llamarse mejicano.

Y en ademán decisivo
Que mi memoria no olvida,
Juramos por el Dios vivo
Ponernos tal distintivo
A una señal convenida.

Llegó el momento anhelado,
Pusieron en un salón
Todo el colegio formado
Ya dispuesto y arreglado
Para la gran recepción.

Entra el monarca y atento
Saluda, suena un rumor
Y en un solo movimiento,
Cada cual muestra contento
La efigie del vencedor.

-¿Qué es esto?-Maximiliano
Dice, y sin temer reveses
Un chico resoonde ufano:
«¡¡Un jefe republicano
Que derrotó a los franceses!!»

El Director quedó mudo
Y los que estaban allí
Ante un responder tan rudo;
Sacó el Príncipe un escudo,
Lo dio al chico y dijo así:

«Vuestra lealtad es notoria
Y yo la debo premiar,
De los héroes es la gloria
Y en el mundo y en la historia
La debemos respetar».

Prodújose un gran rumor
Que retumbó como un rayo
Y aquel grupo encantador
En vez de «al Emperador»
Victoreó «al 5 de Mayo».
Los Oidores han citado,
En muy respetuosa carta,
Al Virrey Solís. La hora
De la cita es ya pasada
Y no llega. Desacato
Consideran la tardanza,
Y por el nuevo desaire
Han convenido en voz baja
En remitir otra enérgica
Queja a la Corte de España,
En que además de esta burla
Se haga mención detallada
De su vida censurable
Según es pública fama.

Y uno dice: «Es bien sabido
Que usando postiza barba,
De noche, por puerta oculta
Se sale, donde lo aguardan
Compañeros de jolgorio,
Y con ellos se va a casas
Que durante todo el día
Tienen la puerta cerrada,
A visitar a mujeres
De quienes todos mal hablan;
Y en Santa Fe muchos dicen
Que un día al rayar el alba
Por haber dejado en una
Casa mal vista, olvidada
La llave, se vio en el trance
De que lo vieran los guardias
Disfrazado entrar. ¡Vergüenza
Para esta ciudad cristiana,
Para quien debe enseñanza
Ser de honor y de virtudes
Pues representa al Monarca.
Y oyéronse en las iglesias
De esta cuaresma en las pláticas
Contra su libertinaje
Admoniciones muy claras,
Sin que él se cuidara de ellas…
Esa María Lugarda!...
Esa Lugarda de Ospina
De quien cuentan y no acaban,
Que se fugó de un convento
De noche, saltando tapias;
Esa Marichuela, escándalo
De toda la gente honrada,
Que al Virrey sorbiole el seso,
Que es perdición de su alma
Y con ella ¡Dios me ampare!
(Y el Oidor se santiguaba)
Olvidado de su rango,
Y pecando, a Dios le falta!...»

Los Oidores asentían
A lo que el decano hablaba,
Mientras que hacíanse cruces,
En la puerta la mirada.
El Virrey en ese instante
Entró muy grave a la sala.
Saludó con aire serio
A los señores garnachas,
Los que en pie, gran reverencia
Le hicieron, la frente baja;
Y quedó la puerta al punto
Con fuerte llave cerrada.

El Oidor decano entonces
Dijo con voz lenta y clara
(El Virrey se sonreía;
Grave el Oidor lo miraba):

-«Señor Virrey: por mandato
De nuestro augusto Monarca,
A quien vos, como nosotros,
Por la fe de nuestras almas
Acatamiento debemos
Por obediencia jurada,
Os hemos pedidos humildes,
En nombre de quien nos manda
Nuestro Rey Fernando Sexto,
Honor y gloria de España
(Y al decir esto, los ojos
Los tres Oidores bajaban
Como si allí, de rodillas,
Y rezando comulgaran),
Que vengáis, dejando a un lado
Por un momento la carga
Del gobierno, a que lectura
Oigáis, de una reservada

Cédula (el Virrey entonces
Se sonreía, y miraba
El cielo raso, adornado
Con farol de hoja de lata).

-«Señor Escribano», dijo
El Oidor, con voz pausada:
«Lectura dadle a la Cédula
En que del Virrey nos habla
Nuestro Rey Fernando Sexto»…

(El Virrey los ojos clava
Burlones de los Oidores
En las rollizas papadas).

«Al recibir esta Cédula»
-Tal decía el Rey de España-,
«Llamaréis ante vosotros
A mi Virrey, en privada
Sesión, y habréis de advertirle
Que todas sus graves faltas,
De que me habéis dado cuenta;
Sus nocturnas escapadas,
Sus disfraces y sus fiestas
Con hembras de vida mala,
Hanme causado amargura,
Y a esa oveja que mal anda,
De perdición por caminos
Que de Dios los pies le apartan,
Pedidle arrepentimiento
Para salvación de su alma.
Yo el Rey».
El Virrey entonces
Desabrochó su casaca,
Sacó un pliego, dio unos pasos,
Y alargándole la carta
Al Escribano, le dijo:

«De nuestro amado Monarca
Ya oí la Cédula. Ahora
Servíos, como posdata,
Leer lo que el Rey, mi amigo,
Me dice en carta privada:

»Querido primo: Que el cielo
Te colme de venturanza.
Yo, sin ti, muy aburrido.
¡Cómo mi vida alegrabas!
Mas siempre pienso que en ese
Nuevo Reino de Granada
Por los indios y las indias
Velas, como por España,
Para acrecentar la gloria
De mi cetro y nuestra raza.
Y de otra cosa he de hablarte,
Primo, y ríete a tus anchas.
De mi Audiencia he recibido
Una relación de faltas
De que te hace responsable,
Como si la edad y canas
De mis Oidores, acaso
Deslices no exageraran
De quien por su ardiente sangre
Necesita amor y holganza;
No hagas caso de chocheces;
Muéstrales risueña cara.
Ellos la vida gozaron;
Que para el cielo sus almas
Preparen, a Dios pidiéndole
Perdón por culpas pasadas,
Y en tanto, tú y yo gocemos
De lo que pronto se acaba».
El Escribano muy serio
Bajó al papel la mirada,
Mas se mordía los labios
Porque en ellos retozaba
La risa. Los tres Oidores
Con las manos en las calvas,
Tal vez entre sí decían:
«¡Cosas que en la vida pasan!
Trasquilados hemos vuelto
Y todos fuimos por lana;
Quien anda siempre con chismes
Lo que hemos sacado, saca;
Y todo esto por meternos
En camisa de once varas».

La carta del Rey Fernando
Otra vez puso doblada
En el bolsillo. Inclinose,
Y grave dejó la sala.
Era su vestido blanco,
Llevaba abierta la capa,
Y hacía la luz cambiantes
En su cruz de Calatrava.
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

          Sensibles a todo viento
          y bajo todos los cielos,
          poetas, nunca cantemos
          la vida de un mismo pueblo
          ni la flor de un solo huerto.
          Que sean todos los pueblos
          y todos los huertos nuestros.
MicMag Sep 2018
Colegio
Ruidoso, Bullicioso
Jugando, Riendo, Gritando
Tal vez debemos estudiar?...
...Jovenes...

School
Noisy, Rambunctious
Playing, Laughing, Shouting
Maybe we should study?...
...Youth...
Inspired by my experiences in some chaotic Colombian schools.

Spanish-English double didactic cinquain.
Pero debajo de la alfombra
y más allá del pavimento
entre dos inmóviles olas
un hombre ha sido separado
y debo bajar y mirar
hasta saber de quién se trata.
Que no lo toque nadie aún:
es una lámina, una línea:
una flor guardada en un libro:
una osamenta transparente.

El Oliverio intacto entonces
se reconstituye en mis ojos
con la certeza del cristal,
pero cuanto adelante o calle,
cuanto recoja del silencio,
lo que me cunda en la memoria,
lo que me regale la muerte,
sólo será un pobre vestigio,
una silueta de papel.

Porque el que canto y rememoro
brillaba de vida insurrecta
y compartí su fogonazo,
su ir y venir y revolver,
la burla y la sabiduría,
y codo a codo amanecimos
rompiendo los vidrios del cielo,
subiendo las escalinatas
de palacios desmoronados,
tomando trenes que no existen,
reverberando de salud
en el alba de los lecheros.

Yo era el navegante silvestre
(y se me notaba en la ropa
la oscuridad del archipiélago)
cuando pasó y sobrepasó
las multitudes Oliverio,
sobresaliendo en las aduanas,
solícito en las travesías
(con el plastrón desordenado
en la otoñal investidura),
o cerveceando en la humareda
o espectro de Valparaíso.

En mi telaraña infantil
sucede Oliverio Girondo.

Yo era un mueble de las montañas.

Él, un caballero evidente.
Barbín, barbián, hermano claro,
hermano oscuro, hermano frío,
relampagueando en el ayer
preparabas la luz intrépida,
la invención de los alhelíes,
las sílabas fabulosas
de tu elegante laberinto
y así tu locura de santo
es ornato de la exigencia,
como si hubieras dibujado
con una tijera celeste
en la ventana tu retrato
para que lo vean después
con exactitud las gaviotas.

Yo, soy el cronista abrumado
por lo que puede suceder
y lo que debo predecir
(sin contar lo que me pasó,
ni lo que a mí me pasaron),
y en este canto pasa¡ero
a Oliverio Girondo canto,
a su insolencia: matutina.

Se trata del inolvidable.

De su indeleble puntería:
cuando borró la catedral
y con su risa de corcel
clausuró el turismo de Europa,
reveló el pánico del queso
frente a la francesa golosa
y dirigió al Guadalquivir
el disparo que merecía-

Oh primordial desenfadado!
Hacia tanta falta aquí
tu iconoclasta desenfreno!

Reinaba aún Sully Prud'homme
con su redingote de lilas
y su bonhomía espantosa.
Hacía falta un argentino
que con las escuelas del tango
rompiera todos los espejos
incluyendo aquel abanico
que fue trizado por un búcaro.

Porque yo, pariente futuro
de la itálica piedra clara
o de Quevedo permante
o del nacional Aragón,
yo no quiero que espere nadie
la moneda falsa de Europa,
nosotros los pobres américos,
los dilatados en el viento,
los de metales más profundos,
los millonarios de guitarras,
no debemos poner el plato,
no mendiguemos la existencia.

Me gusta Oliverio por eso:
no se fue a vivir a otra parte
y murió junto a su caballo.
Me gustó la razón intrínseca
de su delirio necesario
y el matambre de la amistad
que no termina todavía:
amigo, vamos a encontrarnos
tal vez debajo de la alfombra
o sobre las letras del río
o en el termómetro obelisco
(o en la dirección delicada
del susurro y de la zozobra)
o en las raíces reunidas
bajo la luna de Figari.

Oh energúmeno de la miel,
patriota del espantapájaros,
celebraré, celebré, celebro
lo que cada día serás
y lo Oliverio que serías
compartiendo tu alma conmigo
si la muerte hubiera olvidado
subir una noche, y por qué?
buscando un número, y por qué?
por qué por la calle Suipacha?

De todos los muertos que amé
eres el único viviente.

No me dedico a las cenizas,
te sigo nombrando y creyendo
en tu razón extravagante!
cerca de aquí, lejos de aquí,
entre una esquina y una ola
adentro de un día redondo,
en un planeta desangrado
o en el origen de una lágrima.
Adiós, pues. ¿Nada olvidas? Está bien. Puedes irte.
Ya nada más debemos decirnos... ¿Para qué?
Te dejo. Partir puedes. Pero aguarda un momento...
está lloviendo. Espera que deje de llover.
Abrígate. Está haciendo mucho frío en la calle.
Ponte capa de invierno. Y abrígate muy bien.
¿Todo te lo he devuelto? ¿Nada tuyo me queda?
¿Tu retrato te llevas y tus cartas también?
Por última vez mírame. Vamos a separarnos.
Óyeme. No lloremos, pues necedad sería...
¡Y qué esfuerzo debemos los dos hacer ahora
para ser lo que fuimos... lo que fuimos un día!
Se habían nuestras almas tan bien compenetrado,
y hoy de nuevo su vida cada cual ha tomado.
Con un distinto nombre por senda aparte iremos,
a errar, a vivir solos... Sin duda sufriremos.
Sufriremos un tiempo. Después vendrá el olvido,
lo solo que perdona. Tú, de mí desunida,
serás lo que antes fuiste. Yo, lo que antes he sido...
Dos distintas personas seremos en la vida.
Vas a entrar desde ahora por siempre en mi pasado;
tal vez nos encontremos en la calle algún día.
Te veré desde lejos con aire descuidado,
y llevarás un traje que no te conocía.
Después pasarán meses sin que te vea. En tanto,
habrán de hablarte amigos de mí. Yo bien lo sé;
y cuando en mi presencia te recuerden, encanto
que fuiste de mi vida, «¿Cómo está?» les diré.
Y qué grandes creímos nuestros dos corazones,
¡y qué pequeños! ¡Cómo nos quisimos tú y yo!
¿Recuerdas otros días? ¡Qué gratas ilusiones!
Y mira en lo que ahora nuestra pasión quedó.
Y nosotros, lo mismo que los demás mortales,
en promesas ardientes de eterno amor creyendo.
¡Verdad que humilla! ¿Todos somos acaso iguales?
¿Somos como los otros? Mira, sigue lloviendo.
Quédate. ¡Ven! No escampa. Y en la calle hace frío.
Quizá nos entendamos. Yo no sé de qué modo.
Aunque han cambiado tanto tu corazón y el mío,
tal vez al fin digamos: «¡No está perdido todo!»
Hagamos lo posible. Que acabe este desvío.
Vencer nuestras costumbres es inútil. ¿Verdad?
¡Ven, siéntate! A mi lado recobrarás tu hastío,
y volverá a tu lado mi triste soledad.
Querido tú,
Pase horas pensando en cómo iba a empezar esta carta. Y lo único que venía a mi mente fue “Solo se honesta”.
Cuando decidiste marcharte, te llevaste una parte de mi alma contigo. Un pedazo que no me arrepiento de haberte entregado. Espero hayas aprendido de mí, de mi forma de ser y de pensar, así como yo aprendí de ti.
Aprendí que-
• Las personas son prestadas, no importa que tan grande sea la conexión.
• Que las cosas diminutas valen demasiado. Ej. La respiración de una persona.
• Que a veces, dejarse llevar  trae muchas consecuencias.
• Que la humildad y sencillez pueden llevarte alrededor del mundo.
• Que debemos aprender a dar sin esperar
• Aprender a cuidar lo que decimos y lo que hacemos ya que no sabemos cómo pueden afectar a alguien.
• Que los malos tiempos pasan.
• Que hay que llenarnos de vida y dar amor.
• Que los sentimientos aparentemente desaparecen de la noche a la mañana.

Tanto que no podría ponerlo todo en estos momentos.
Eres un alma genuina y desde el primer mensaje caí rendida a tus pies.
Que a veces, aun regreso a torturarme y leer TODO.


Ahora que han pasado semanas desde tu partida, tengo una mejor comprensión de porque las cosas pasaron tal cual.
Y no te culpo, estás en tu total derecho de vivir tu vida sin hacerme parte de lo que queda de tu historia.

Estoy eternamente agradecida por todas las bonitas palabras que te tomaste el tiempo de decirme. En su momento y aun para mi significan tanto. Me llenaron de vida. Recordare todo y lo guardare muy en mí. Marcaste un pedazo de mi vida como ninguna otra persona lo a echo. Tengo tantos recuerdos de ti. Los llevare en mi corazón por siempre. Te abrí mi alma y me hiciste decir cosas de mí que jamás le había compartido a ninguna otra persona. Todo me salía natural. Porque eres una persona con una vibra woah.

Me gustaría que  una vez en tu vida te sientes y pienses en mí, en todo lo que viviste conmigo. Que te quedes con todo lo bonito que hice para ti. La noche que estuvimos en el lago para mí fue uno de los momentos más íntimos que he compartido con una persona. Recuerdas que pedimos un deseo?  Mi deseo fue “tenerte en mi vida el mayor tiempo posible y al irte poderte dejar ir y que tu vida estuviese llena de triunfos.” Para mi cada segundo valió la pena. Te invite a mi templo. Mi espacio personal. Ese al que no dejo entrar a cualquiera y me sentí completa. Me sentí en casa. Creí hacerte sentir en casa. Recuerdas la emoción al encontrar mi poema. Te lo recite a la mañana siguiente de haber dormido a tu lado. Jamás creí poder lograrlo. Pero así fue y ese momento esta tatuado en mi mente. Tu carita tan bonita y llena de felicidad. Si pudiera tener una máquina del tiempo regresaría a ese instante y lo pausaría solo para vivir en ese recuerdo por mucho tiempo.

Si hiciera una lista de todos mis momentos favoritos contigo no podría, ya que cada día aun lleno de un poco de confusión, fueron diferentes. Todos los momentos a tu lado son mis favoritos. Qué triste no? Habernos dejado llevar tan rápido. Pero es que como no íbamos a hacerlo si nosotros llevamos la pasión en nuestro ser.

Te advertí desde el principio con mi poema sin destino, que mi forma de querer no es común. Soy explosiva y lo doy todo a las personas que lo merecen. Tal-vez di de más y te asuste. Pero eso ya no importa. Las cosas pasan como deben pasar. Y yo debo aprender a soltar. Te dije que te quería solo si eras libre. Y tu libertad es la paz que necesito. Si esta noche te veo lleno de vida y feliz sabré que la decisión que tomamos fue la correcta.

Llegaras tan lejos porque alumbras el camino con esa luz que llevas por dentro. Cuando entras a una habitación eres como ese ser mágico que se supone que no existe. El universo es tan grande y hay millones de almas en el mundo y me dejo conocerte. No tanto como me hubiese gustado. Pero estoy profundamente agradecida. Eres un ser humano tan autentico y con un corazón tan único. Siempre das y ha beses siento que te da miedo recibirlo de regreso.

Deseo con todo mí ser que un día volvamos a vibrar y creemos conexión. Volver a escucharte y tener una conversación estimulante contigo. De esas que liberan. Por lo pronto esto creo que es todo.

Sinceramente, La chica del Poema
Esta cotidiana no se apoya en ninguna mutación trascendente
hoy es tan sólo un viernes de poca monta
sin noticias o trazos demasiado malos
ni tampoco demasiado buenos funcionan normalmente
las endocrinas y los semáforos
las pompas fúnebres y las de jabón
unos llegan berreando otros parten silentes
otros más se aprontan a llegar o a partir
en líneas generales el pronóstico del tiempo
acierta por fin con las turbonadas
y es justo subrayar que hoy ha logrado
truenos corroborantes
esta cotidiana es tan sólo costumbr
apenas un viernes de pobre vestimenta
pero aquí se levantan las casas del hombre
a veces existen con un ruido infernal
y otras veces duermen en silencio amoroso
sólo interrumpido por crujiditos
que pueden ser jadeos conyugales
o también calambres de la madera
sin embargo allí crecen el trabajo y la muerte
el vientre rebosante de futuro
y el viejo que no puede con sus huesos
entran por las persianas tataguas y mosquitos
y hay un latido general que es la vida
sólo rutina y sin embargo
las manos besan
los ojos palpan
los labios ven
nosotros
es decir nuestros otros
venimos
vienen
a explorar la memoria milagrosa y austera
no hay tiempo que perder
más bien hay mucho tiempo que ganar
mientras atisbo con audacia y cautela
por entre mis dedos más o menos fogueados
y veo que entre vestigios tristes y rutinarios
nacen flores de rutinario regocijo
tan sólo hábito y querencia
el enjambre adolescente se encamina a sus clásicos manantiales
pero antes de llegar se cruza con los veteranos que regresan
y los árboles ya no saben qué hacer con las preguntas
tan sólo práctica y costumbre
y de vez en cuando un salto de prodigio
en el que algunos se desnucan y otros cambian el mundo
y con las nucas rotas y las glorias que alumbran
con mártires de un día y visionarios de medio siglo
se va armando la historia como un sueño portátil
la rutina es después de todo una crisálida
una comarca de posibilidades e imposibles
de la costumbre puede estallar lo insólito
del hábito el deshábito
por eso este viernes de opaca textura
es casi un campamento de recuerdos
un filtro de presagios
uno de los confines del futuro
tallo ritual de lo ordinario
y también bulbo de lo extraordinario
sabemos algo de lo que está muriendo
pero muy poco de lo que empieza a ser
este viernes turbio durante el cual se gestan
sórdidas guerras frías y escaramuzas ígneas
mientras el consumismo se dedica a llenar
nuestras necesidades más innecesarias
el lujo escupe dádivas sobre la miseria
y a veces la miseria escupe metralla
esta jornada sin toque de campanas
sin titulares a ocho columnas
ni aguaceros radioactivos
sin naufragios ideológicos
ni exorcismos generacionales
lleva en sí misma el triunfo y el desastre
y la infinitesimal responsabilidad que nos toca
de una disyuntiva a nivel de universo
resulta sin embargo abrumadora
así de esta rutina vulnerable
de esta costumbre de inclemencia y cielo
de este hábito propenso a la aventura
de esta querencia con señales de humo
debemos elegir o tan sólo inventar
un largo paso desacostumbrado
una limpia e intrépida zancada
una rampa que no lleve al abismo
un envión que tumbe las derrotas
un trampolín que nos lance a mañana
aunque allí nos espere otra ruina
otra vida común
otra crisálida.
¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.

Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la
vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.

Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.

Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: uién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.

¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí!

Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la muerte hubiera sido otra...». Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas de Sacre-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.
Victor D López Nov 2019
¿Existe el verdadero amor,
O simplemente lo soñamos,
Para llenar vidas vacías?

Y si es real,
¿Lo vemos con nuestros corazones,
O sólo con nuestros ojos?

¿Podemos distinguir,
El autoengaño del amor verdadero?
¿Y importa?

¿No debemos abrazar,
una oportunidad para compartir la alegría cuando se encuentra,
Si no hace ningún daño?

Cree en el amor verdadero,
Mantén la esperanza y sueña y lucha por ello,
si aún no es tuyo.

Da sentido a la vida,
hace que todo nuestro dolor sea soportable,
mantiene lejos la desesperación.
Spanish translation of my original linked haikus "Love Conquers All"
Christina Hale May 2018
What am I just some stupid peasant worker to you
Someone you can **** with and then forget about
But now your unnoticing has a left a distasteful flavor in my mouth
And now I'm angry and bitter
And I'm done with trusting my heart
I know I can be a delusionalist
But I'm also a envisionalist
But it doesn't seem to be working these days
'Cause I envisioned us ******* but that must be the delusional part taking over again
But I did envision you getting over me and not look and talk to me in that way that made me feel oh so special
But now I feel oh so invisible
So don't ******* ignore me when I'm in your peripheral vision

**** it! *******
Maldigalo! Vete a la mierda


She started this with her seductive stares and friendly touches but now the ******* chick won't even notice me anymore

What the ****, notice me
You started this and now you're gonna leave to your higher position of promotion
******* leaving  me with emptiness in this workplace
**** it! ******* for that
Maldigalo! Vete a la mierda para aquel

Us and no one else, I'll show her my love
Nosotros y ningunos otros, le demostraé mi amor

But she's got to notice me first
Pero ella tiene notarme primero

Together I thought we should be, but it's just a stupid fantasy
Junto pensé que debemos, pero su justo un a fantasia estúpida
En la buhardilla, a donde luz incierta
Entra por los resquicios de la puerta,
Riñen con ademán amenazante.
Ebrio llegó a acostarse, y ya mediado
El día despertó... brutal, airado,
Turbia la vista y lívido el semblante.

Hambre sentía y bostezó. La frente
Se apretó con las manos impaciente;
Tendió en torno la estúpida mirada,
y al observar que en la buhardilla todo
Se encontraba en desorden, el beodo
Le dijo a la mujer con voz airada:

¿Qué has hecho toda la mañana? ¿En dónde
Te estuviste?... ¡Respóndeme! ¡Responde!
«Siempre en la calle»

«Y tú, siempre en el juego
y en la taberna. Voy de arriba abajo,
Mientras tú bebes, a buscar trabajo,
Que es preciso comer y encender fuego».

«¡Hago lo que me place!»
¿Y qué me importa?
Yo haré lo mismo, que la vida es corta...
«Busco lo que me gusta».
«¡Y yo al que quiero!»
«¡Miserable!» «¡Canalla!»
Y cual dos furias,
ambos se lanzan a la faz injurias,
como vaho de inmundo estercolero.
Y el hombre dijo de repente: «Nada
Sacamos con gritar. Si estás cansada
También reniego de vivir contigo.
Cada día que asoma, una rencilla...
Aborrezco esta mísera buhardilla.
Donde es la vida para mí castigo».
Y la mujer repuso: ¡Ya comprendo!...
Que acabe pronto este suplicio horrendo.
¡Porque vivir contigo es imposible!
¡Debemos separamos!... A ti unida

Nunca más viviré... ¡Qué amarga vida!
¡Es un martirio!... «¡Es un infierno horrible!»
«¡Vete, pues! ¡Pero ahora! ¡Te lo exijo!...
¡En el instante!»... la mujer le dijo
Colérica, mirándolo de frente.
«Tu libertad recobra y yo la mía:
Hace tiempo ser libre yo quería...
De hambre no moriré... tenlo presente».
«Vete; de trabajar estoy rendida
Para ti. Trabajar, eso es mi vida,
y llorar en silencio y resignada.
¡Vete a beber, y en la taberna duerme,
y si vuelves de noche no has de verme,
Porque la puerta encontrarás cerrada!»
«¡Sea! Comprendo lo que estás pensando.
¿Juzgas que al irme para siempre, cuando
Deje tu compañía y lejos huya,
Quedarás con los muebles, la vajilla,
La ropa y cuanto ves en la buhardilla?
¡Te engañas! Sólo la mitad es tuya».
Y el mobiliario, mío lo creía...
Mas como sólo la mitad es mía,
Según dices, hagamos el reparto.
Y entre gritos y horrendas maldiciones,
y vaciando gavetas y cajones
Queda en desorden, al momento, el cuarto.
Aquí una mesa, más allá una silla,
Retablos, ropa, vasos y vajilla,
El piso obstruyen, y el reparto empieza...
y sigue la faena comenzada,
Hasta que ven, con infernal mirada,
Dos montones iguales en la pieza.
Y de pronto el obrero, jadeante,
En la tabla más alta de un estante
Un bulto vio, con un cordón atado.
Empezó a abrirlo y ¿qué será? decía;
¿Una blusa tal vez?... ¿Mía, muy mía?
¿Será un vestido que dejé olvidado?

¡Un ajuarcito blanco!... y al momento
Un recuerdo vivaz el pensamiento
A herirles viene y su dolor despierta.
Sorprendidas se encuentran sus miradas,
y reconocen ambos las amadas
Tristes reliquias de su niña muerta.
Sienten el corazón atravesado
Por una luz que viene del pasado...
Callan ambos y trémulos suspiran,
y ven que surge en la buhardilla oscura
La hija amada, angelical y pura.
Con el vestido que sus ojos miran.

«¡Es mío!», dijo pálido el obrero;
«¡Jamás!», repuso la mujer; «¡Lo quiero,
Lo cosí, lo bordé!... ¡Pobre hija mía!...
No podrás a mis manos arrancarlo...
¡Déjalo en mi poder para besarlo
Como solo consuelo en mi agonía!
¡Tres años hace que partiste al cielo,
Encanto, amor!... ¡Tres años ya de duelo!...
Tres años de amarguras en la vida!
¡Hija mía! ¡Sin ti, todo ha acabado!»...
y al vestido, en un mueble desdoblado,
Acercose en silencio y conmovida.
Tomó las prendas de su amor, e impreso
Dejó en sus pliegues el calor de un beso;
Luego volvió a doblarlas con cuidado,
E inclinando en silencio la cabeza,
Dijo con hondo acento de tristeza:
«¡Ya todo, para siempre, ha terminado!»
¿Para siempre? ¿Eso dices?.. ¡Si ella vive!
¿Acaso no la has visto?... ¡Ella prohíbe
Que dividamos su vestido blanco;
Para traer a nuestro hogar la calma,
Para hablamos de amor, volvió su alma!..
¡Aquí me quedo! y se sentó en un banco.

«¡Perdonémonos!» díjole el obrero
Con hondo acento de un dolor sincero;
y ella repuso: «¡Ya no más rencillas!
¿Lloras? ¡Tiembla tu mano, y está yerta!»
Y besando el vestido de la muerta,
Abrazados cayeron de rodillas.
Oremos por las nuevas generaciones,
abrumadas de tedios y decepciones;
con ellas en la noche nos hundiremos.
Oremos por los seres desventurados,
de moral impotencia contaminados...
                          ¡Oremos!

Oremos por la turba que a cruel prüeba
sometida, se abate sobre la gleba;
galeote que agita siempre los remos
en el mar de la vida revuelto y hondo,
danaide que sustenta tonel sin fondo...
                          ¡Oremos!

Oremos por los místicos, por los neuróticos
nostálgicos de sombra, de templos góticos
y de cristos llagados, que con supremos
desconsuelos recorren su ruta fiera,
levantando sus cruces como bandera.
                          ¡Oremos!

Oremos por los que odian los ideales,
por los que van cegando los manantiales
de amor y de esperanza de que bebemos,
y derrocan al Cristo con saña impía,
y después lloran, viendo l'ara vacía.
                          ¡Oremos!

Oremos por los sabios, por el enjambre
de artistas exquisitos que mueren de hambre.
¡Ay!, el pan del espíritu les debemos,
aprendimos por ellos a alzar las frentes,
y helos pobres, escuálidos, tristes, dolientes...
                          ¡Oremos!

Oremos por las células de donde brotan
ideas-resplandores, y que se agotan
prodigando su savia: no las burlemos.
¿Qué fuera de nosotros sin su energía?
Oremos por el siglo, por su agonía
del Suicidio en las negras fauces...
                          ¡Oremos!
Sophia Margarita Sep 2018
Nunca se sabe
que nos vamos a encontrar
en las profundidades del mar.
Cuando arde
en el fondo de nuestra alma,
un deseo de hallar
lo que no sale de nuestro pensar,
ese es el momento
en que debemos parar
esa búsqueda
de algo que,
si se rastrea,
nunca podremos encontrar.
Justo en ese instante,
en que por fin paramos de buscar,
llegará a nosotros
lo que siempre se quiso alcanzar;
por aquellas dichas,
profundidades del mar.
Victor D López Nov 2019
Flores florecen junto a latas de Pepsi oxidadas,
Regadas por la saliva de los traficantes de cocaína,
Y el ***** y el fluido vaginal,
De amantes en celo manoseándose bajo mantas,
Bajo estrellas débilmente brillando a través de niebla tóxica.

Refugio en la oscuridad para asaltantes, violadores, y otros maleantes,
Cuyo aliento profana las misma especies,
Que tan mal representan,
Degeneran la definición Platónica del hombre,
En pollos muertos, desplumados.

Abominación. Horrible no en sí mismo, si no en el uso que se le pone:
Un hueso lanzado a perros que nunca han probado un bistec,
Y se conforman en festejar,
Los trozos de carne fétida,
Restantes en huesos bien roídos.

Parque Central, el hueso que debemos roer,
Sonriendo complacientemente al ver los rascacielos,
Crecientes a diario donde las flores podrían haber brotado,
Nuestra humanidad hundiéndose en proporción,
A las alturas que alcanzan.

Si parezco ser de mente estrecha y cruel,
O ciego a la belleza de "Central Park",
Es porque he caminado en tierra virgen,
En verano, invierno, otoño y principios de primavera,
Y no puedo llevarme a amar a una puta.
Mi translation of mi early blank verse poem, "Central Park".
Lauren Mar 2019
Por. Lauren

El lenguaje es sólo una barrera que debemos desafiar.
Hablo más de un idioma, pero tengo miedo de decir algo incorrecto.

— The End —