El sapo iscariote y ladrĂłn
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios
ÂĄen nombre de Cristo,
con la efigie de Cristo
prendida en el pecho!...
Y el hombre aquĂ de pie,
firme, erguido, sereno,
con el pulso normal,
con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas
y en su lugar los huesos.
El sapo iscariote y ladrĂłn
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios...
y yo tranquilo aquĂ
callad impasible, cuerdo... ÂĄcuerdo!
sin que me quiebre
el mecanismo del cerebro.
ÂżCuĂĄndo se pierde el juicio?
Relojeros,
Âżcuando enloquece el hombre?
ÂżCuĂĄndo?
ÂżCuĂĄndo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos
y blasfemos,
y se hacen unos gestos sin sentido,
monstruosos y obscenos?
ÂżCuĂĄndo es cuando se dice,
por ejemplo:
no es verdad
Dios no ha puesto
al hombre aquĂ en la Tierra
bajo la luz y la ley del Universo;
el hombre
es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas
del mono y del camello?
ÂżCuĂĄndo, si no es ahora
(yo pregunto loqueros),
cuĂĄndo es cuando se paran los ojos
y se quedan abiertos,
inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
ÂżCuĂĄndo es cuando se cambian
las funciones del alma y los resortes del cuerpo,
y en vez de llanto
no hay mĂĄs que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora,
ahora que la Justicia vale menos,
mucho menos, que el orĂn de los perros;
si no es ahora, ahora que la Justicia
tiene menos,
infinitamente menos
categorĂa que el estiĂ©rcol;
si no es ahora, ÂżcuĂĄndo,
cuĂĄndo se pierde el juicio?
Respondedme, loqueros,
ÂżcuĂĄndo se quiebra y salta roto en mil pedazos
el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos.
Se muriĂł aquel manchego,
aquel estrafalario
fantasma del desierto,
y ..., ¥ni en España hay locos!
Todo el mundo estĂĄ cuerdo,
terrible,
monstruosamente cuerdo.
ÂĄQue bien marcha el reloj;
qué bien marcha el cerebro
este reloj, este cerebro -tic,tac... tic,tac, tic,tac...-
es un reloj perfecto..., perfecto... ÂĄperfecto!