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En la mañana sale el sol,
despertamos con una ilusión,
ver a nuestra isla ser una nación,
lucharemos por nuestra tierra después de la puesta del sol.

Ya es de noche, reina la oscuridad,
vestidos de negros, jamás nos verán,
con las sombras nos confundirán
y cuando menos lo esperan muy tarde será,
porque ya pronto tendremos nuestra libertad.

Mi pueblo está cansado de ser oprimido,
y ustedes invasores pagarán por lo que ha sucedido,
nuestra tierra la han destruido
pero de nuestro corazón se siente un latido,
aún no estamos en el olvido.

Nuestra cultura quisiste eliminar,
pero la mancha de plátano es difícil de borrar,
armados con fusiles y machetes iremos a luchar,
y en esta noche la muerte de Filiberto y Albizu vamos a vengar,
ya pronto la supremacía americana va a terminar,
por fin mi pueblo podrá respirar.

Escrito por: Yamil Rosario Vázquez (16-feb-2012)

Este poema es dedicado a todas las personas que en sus vidas han puesto un granito de arena para lograr la independencia de Puerto Rico, y a aquellos que han muerto luchando por ella.

En especial a:

Pedro Albizu Campos, Filiberto Ojeda Ríos, Ramón Emeterio Betances, y los a los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras.
For my people... I'm a freshman at the University of Puerto Rico, Rio Piedras Campus, studying Pure Mathematics. I 'm also an elite gymnast with dreams of one day winning an Olympic Medal.
Pensativo estaba el Cid   viéndose de pocos años
para vengar a su padre   matando al conde Lozano;
miraba el bando temido   del poderoso contrario
que tenía en las montañas   mil amigos asturianos;
miraba cómo en la corte   de ese buen rey Don Fernando
era su voto el primero,   y en guerra el mejor su brazo;
todo le parece poco   para vengar este agravio,
el primero que se ha hecho   a la sangre de Lain Calvo;
no cura de su niñez,   que en el alma del hidalgo
el valor para crecer   no tiene cuenta a los años.
Descolgó una espada vieja   de Mudarra el castellano,
que estaba toda mohosa,   por la muerte de su amo.
«Haz cuenta, valiente espada,   que es de Mudarra mi brazo
y que con su brazo riñes   porque suyo es el agravio.
Bien puede ser que te corras   de verte así en la mi mano,
mas no te podrás correr   de volver atrás un paso.
Tan fuerte como tu acero   me verás en campo armado;
tan bueno como el primero,   segundo dueño has cobrado;
y cuando alguno te venza,   del torpe hecho enojado,
hasta la cruz en mi pecho   te esconderé muy airado.
Vamos al campo, que es hora   de dar al conde Lozano
el castigo que merece   tan infame lengua y mano».
Determinado va el Cid,   y va tan determinado,
que en espacio de una hora   mató al conde y fue vengado.
Cazador alto y tan bello
Como en la tierra no hay dos,
Se fue de caza una tarde
Por los montes del Señor.

Seguro llevaba el paso,
Listo el plomo, el corazón
Repicando, la cabeza
Erguida y dulce la voz.

Bajo el oro de la tarde
Tanto el cazador cazó,
Que finas lágrimas rojas
Se puso a llorar el sol...

Cuando volvía cantando
Suavemente a media voz
Desde un árbol, enroscada,
Una serpiente lo vio.

Iba a vengar a las aves,
Mas, tremendo, el cazador
Con hoja de firme acero
La cabeza le cortó.

Pero aguardándolo estaba
A muy pocos pasos yo...
Lo até con mi cabellera
Y dominé su furor.

Ya maniatado le dije:
-Pájaros matasteis vos,
Y voy a tomar venganza
Ahora que mío sois...

Mas no lo maté con armas,
Busqué una muerte peor:
¡Lo besé tan dulcemente
Que le partí el corazón!

        Envío

Cazador: si vas de caza
Por los montes del Señor,
Teme que pájaros venguen
Hondas heridas de amor.
A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.
Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.
Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.
Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.
-Padre, ¿a dó vas? -A pedir
Un arma y a combatir,
Por la patria, al enemigo.
-Ya luchaste en la frontera...
En torno de la bandera
Somos tres. -Cuatro conmigo.
-Regresa al hogar desierto;
Ya el más joven cayó muerto;
Mira su fosa a tus pies.
Fue desgraciada su suerte.
Mas para vengar su muerte
Somos dos. -Seremos tres,

-Cayó el otro, padre mío;
En su labio exangüe y frío
Besé su postrer adiós.
Mas siempre firme y sin miedo
Para vengarlos yo quedo...
Uno basta. -Somos dos.
Mis tres hijos sucumbieron:
Todo a la patria lo dieron
y en sus aras fui a ofrendarlos.
Con el alma entristecida
Solo he quedado en la vida,
Mas solo sabré vengarlos.

— The End —