Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Me preocupa que de nada haya servido. ¡Tanto!
Que nuestros gigantes sean molinos de viento,
que el llanto se olvide de darnos consuelo,
que el dolor haya sido por montañas
y la satisfacción un mero granito de mostaza.
Que el enemigo sea uno mismo,
el aliado uno mismo,
el juez, el culpable, el vencedor y el perdedor, uno mismo.
Que solo quedemos con los bolsillos llenos de palmaditas en la espalda
y nadie nos reciba en la línea de llegada.
Para que de las Náyades el compañero amado
haga el macho a la oveja agradable y propicio,
y el rebaño que pace, del campo entre el bullicio,
a orillas del Galeso, quede multiplicado,

es fuerza que esté alegre, que del techo abrigado
del pastor, en invierno, reciba el beneficio;
el familiar Demonio ve todo sacrificio,
sobre mesa de mármol o en tierra, con agrado.

Honremos, pues, a Hermes Inmortal. En su altura
prefiere a templo o ara siempre la mano pura
que una impoluta víctima a los dioses ofrezca.

Amigo, un hilo alcemos al final de tu prado.
y que sangre de un macho cabrío degollado
ponga negra la arcilla y el césped enrojezca.
Abstraído, en silencio, la frente pensativa,
Jesús con sus discípulos para Betania iba.

Seguían al Maestro, con absortas miradas,
Observando las leves huellas de sus pisadas;
Y como de sus plantas sangre al suelo caía,
Y sobre cada huella la sangre florecía,
Vieron de pronto el suelo todo lleno de rosas.
Y Juan entonces dijo:

                                -«¡Señor! En donde posas
Hoy los pies, por los clavos sobre la cruz abiertos,
Las yerbas y la arena florecen como huertos
Cerca de clara fuente».

                                -«Pues es verdad os digo,
Que de cosas no vistas será el mundo testigo.
Todo ha de renovarse. Lo que sin vida, inerte,
No germinaba nunca, vida será sin muerte».

Los bendijo, y al Cielo levantando la diestra,
-«La tierra en que he regado la sangre mía es vuestra;
Os la confío», díjoles «regad eterna vida,
Por virtud de la sangre sobre la cruz vertida».

Vuelto después a Pedro, que recordaba el canto
Del gallo, y sollozaba, le dijo: «¡enjuga el llanto:
Serénate! La carne siempre débil ha sido;
Y como el alma siempre vacila, te he escogido,
Cual pastor de rebaños en senda de dolores,
Cual pastor de flaquezas y de humanos errores.
Cuida la grey que llevas; muéstrale el buen camino,
Pues te confía el cielo depósito divino
Oye: los elegidos, de los que ayuda imploran
Hermanos son, hermanos de todos los que lloran
Será dulce la vida cuando haya floraciones
De bien y amor en todos los tristes corazones»

Y prosiguió: «vosotros, que iréis por eriales,
Eternos desterrados de dichas terrenales,
Sabed que hay patria eterna que toda angustia calma;
Patria de amor, y a ella siempre tended el alma.
¡Amad, y sed consuelo! ¡Dad fuerza al que flaquea;
Y rico sea pobre, débil o fuerte sea,
Para que habrán sus almas los que en tinieblas moran,
El que tenga sonrisas, sonría a los que lloran!

»¡Amad! Y que la mano que pidiendo se os tienda.
Con la piedad del alma reciba vuestra ofrenda;
Socorres la miseria que en el tugurio vive,
Porque quien da una dicha, dicha también recibe;
¡Y dad!... para que el cielo vuestra labor bendiga;
Que el segador, a veces, caer de je una espiga:
¡Cuántos pálidos niños, en la árida
llanura,
Con hambre y sollozando verán la ajena hartura!...
Y habrá en vuestros hogares, más dicha, amor y calma,
Si en el pan de los pobres ponéis también el alma»

Las manos desgarradas, entonces alzo al cielo.

«¡Piedad! ¡santa dulzura de amar al hombre en duelo!
¡Divina flor del alma que al borde del abismo
Te abres, donde se agitan en hondo paroxismo
-Al ver que es la esperanza, lumbre desvanecida
Todos los que cayeron vencidos por la vida!

»¡Oh, comunión del alma con el alma que llora!
¡Caridad que nos abres el cielo, y en la hora
Del dolor, si la sombra nuestro horizonte cierra,
Juntas con los dichosos, los tristes de la tierra!
¡Piedad! ¡alumbra siempre la senda bendecida
De los que al mundo llevan la mies de eterna vida!»

Callados, las rodillas doblaron temblorosas,
Y los pies del maestro sangraban siempre rosas…

«!Predicad lo que oísteis!... id, de almas pescadores,
Y que el mundo embalsamen del Gólgota las flores!»

Y tendiendo las manos al cielo les decía:
«¡Id, y que libres sean los que lloran esclavos!»
Y se alzaba en los aires… y el cielo se veía,
Al través de las palmas heridas por los clavos.
Patterson Nov 2019
Para mí el futuro es una página en blanco
y yo agarro el bolígrafo.
No es seguro donde vaya o qué vea
y no se quíen encuentre en mi viaje.
Pero caminaré y esperaré
-al bosque donde soñaré.

Tal vez cambiaré mucho
y no reconoceré la persona en el espejo.
Puede ser que ore por días y años
y al final reciba la lluvia.
Me imagino que muchas cosas podrán pasar:
buena suerte, congoja, victoria y derrota temporal
Pero el futuro es mío
y es mío para crear.
Excuse the utter simplicity of this poem...
I am studying languages at the moment, and although I'm a long way from fluent, I do nearly like this homework assignment. You see, everyone is asking me about what I plan to do with my life - and in truth, I really have no idea or any semblance of a plan.
So maybe this poem is my response.
Su nombre: Pantaleón
Gutiérrez de ilustre estirpe,
Enaltecida en España
Con heroicidad en lides,
Y de nobleza de alma
Con altos y claros timbres.
Era «Patriarca» llamado
En toda la altiplanicie.
Con la mano siempre abierta
Lo vieron los infelices,
Porque él sabía que al cielo
Se presta cuanto reciben,
Como dádiva en la tierra,
Los que en la miseria gimen
Con hambre, y en el invierno
Sin techo que los abrigue.

Era noche tormentosa,
Sin una estrella visible
En Santa Fe. Luces trémulas
En lejanos camarines
Algún retablo alumbraban
O la imagen de la Virgen.
En las calles solitarias
El agua corría libre,
Y en los cercados conventos
Se oían salmodias tristes
De todos cuantos en éxtasis
Lejos ya del mundo viven.

El «Patriarca» terminaba
Su rosario, y golpes firmes
Oyó en el portón. Abierto,
Entra, de mirada humilde,
Un visitante. Abatido,
Y con débil voz le dice:
-«Todo ha sido en vano, todo;
No hallé a nadie que me fíe.
A su bondad apelando,
A su casa anoche vine;
Usted me ofreció el dinero,
Pero fiador me exige.

»Acudí a muchos, y todos
Me han dicho que es imposible...
De malos negocios me hablan
Y de situación difícil...
Que aunque me juzgan honrado
El plazo puede cumplirse
Sin que la deuda se pague...
Y, en tanto, miseria horrible
En mi hogar. Esposa e hijos
Con harapos, pan me piden.
Comprometida mi honra,
Y la suerte me sonríe
Ahora por vez primera,
El corazón me lo dice,
Pero necesito el préstamo;
De otro modo habré de hundirme
Sin que una luz, aunque débil,
De esperanza ante mí brille».

El «Patriarca» le responde
Con voz en que se percibe
 La caridad de las almas
Que del bien nunca se eximen:
-«Tendrá el dinero al instante
Como anoche se lo dije,
Y sin interés, mas debe
Traerme aquí quién lo fíe.
El dinero es de mi hijos...
Mi conciencia así lo exige».

-«Lo comprendo. Sin descanso
Me moví, y esfuerzo hice.
A un amigo y a otro amigo
La fianza fui a pedirles,
Más la pobreza es pobreza,
Y el egoísmo invencible,
Y la honradez de otros años
Se olvida, y de nada sirve.
Pero un fiador yo tengo:
Mi corazón, siempre libre
De doblez, en Él reposa;
Sobre el dolor que me aflige...
Más ignoro si le basta».

El «Patriarca» entonces dice:
-«No exijo mucho. Tan solo
Un testigo».
Abrió su humilde
Capa. Bajo ella traía
Un crucifijo
Él, que vive
Consolándome en mis penas;
Él, que en horas de indecible
Amargura, ve en mi alma,
Me  conoce, y será firme
Garantía de mi deuda,
Así sollozando dice.
-«Es más e lo que pedía».
Responde.
Al punto recibe
El dinero. Y el «Patriarca».
De Cristo la santa efigie
Que le daba por testigo
En devolvérsela insiste.

-«No, Guarde ese Crucifijo,
Fiador que me permite
Rescatar mi honra. Algún día
Vendré por él».
Otra triste
Noche vuelve el visitante,
Más, ¡cuán distinto! Despiden
Luz animada sus ojos,
Y al «Patriarca» se dirige
Con el dinero prestado.
En tanto, feliz sonríe,
-«Reciba las bendiciones
A la que ha salvado», exclama.
Y el «Patriarca», de apacible
Mirada, descuelga el Cristo.
-«No. Reténgalo», le dice,
«Guarde e fiador que un día,
En mi desventura horrible
No me abandonó. Que Él sea
De mi gratitud sin límites
Memoria imperecedera;
Y esas manos que redimen
Sobre la cruz enclavadas,
Manos del Mártir sublime,
Sean manos adorables
Que siempre su hogar bendicen».
Si alguna vez tu pecho se detiene,
si algo deja de andar ardiendo por tus venas,
si tu voz en tu boca se va sin ser palabra,
si tus manos se olvidan de volar y se duermen,

Matilde, amor, deja tus labios entreabiertos
porque ese último beso debe durar conmigo,
debe quedar inmóvil para siempre en tu boca
para que así también me acompañe en mi muerte.

Me moriré besando tu loca boca fría,
abrazando el racimo perdido de tu cuerpo,
y buscando la luz de tus ojos cerrados.

Y así cuando la tierra reciba nuestro abrazo
iremos confundidos en una sola muerte
a vivir para siempre la eternidad de un beso.
d-propano Sep 2019
Tus lugares favoritos son los que a mi menos me gustan, pero en ese momento puedo olvidarme de todo.
Incluso de que tengo las mismas prendas que la última vez y que las anteriores porque me las sacas con la delicadeza de la primera y me miras como si fuera el Big Ben.

Me siento segura y mi piel está tibia y mi naturaleza no me averguenza.
Es la confianza que me dan tus labios y respirar el mismo aire.
Tu cuerpo es mi templo.

Aunque el cielo no nos reciba, tengo mi propio paraiso.

— The End —